CAPITULO V

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Naerya había subido hasta la Torre de la Mano, por alguna razón que desconocía su abuelo la había mandado a llamar.

—Abuelo ¿Me necesitabas? —

—Sí quiero hablarte sobre algo que tu madre viene escondiendote hace mucho. —se acercó a ella.— ¿Alguna vez te preguntaste por qué razón caso a Aegon con Helaena en vez de contigo? —

—Claro que sí, se lo reclamé a mi madre, ella solo me abofetea cada vez que hablo del tema. —

—Rhaenyra había planteado la oferta de que Jacaerys, su primogénito, se casara contigo, la primogénita de mi hija, para que reinarán juntos en un intento de paz. —

—Eso es absurdo y desagradable, mi hermano, Aegon, es el primogénito varón de mi padre, en algún momento entrará en razón y lo nombrara heredero. —frunció el ceño.— No me digas que mi madre aún tiene en mente aquella oferta, preferiría morir que casarme con un sucio bastardo. —

—Estoy seguro que aún no descarto esa idea, pero yo tengo una opción mucho más viable y fructífera. —hizo una pausa.— Deberías casarte con tu hermano, Aemond. —

—No, Aemond está enamorado de mí, si nos casaramos solo alimentaria esa estupidez que piensa. —sintió, entonces, como Otto la tomaba por la cara, el pulgar en una mejilla y el índice en la otra mientras apretaba con extrema fuerza.

—¡No digas estupideces Naerya! Siempre dices que no hay nada más estúpido que creer en el amor, dices que es una excusa para el matrimonio y ahora ¡Usas el amor como excusa para no aceptar un compromiso! ¿Te irás muy lejos y vivirás una vida de miseria solo por no intensificar los sentimientos de tu hermano? ¿Quién crees que te aceptará después de que te vieron en la Calle de la Seda con él? —le gritó mientras agitaba su rostro aún apretándolo.

—¡Ya entendí! ¡Basta! ¡Me lastimas abuelo! —había puesto una mano en el hombro de él intentando empujarlo mientras con la otra mano intentaba quitar la mano con la que la agarraba pero ambos intentos fueron inservibles.

—¡Eres inteligente no te dejes llevar por cosas tan absurdas! —la soltó mientras negaba con la cabeza y se alejaba dándole la espalda.— Supiste como volver de Casterly Rock sin ayuda y aún casta, pero lo desperdicias acostandote con uno de tus hermanos y luego paseandote por aquellos burdeles con el otro. —

—¿Por eso le mentiste a mi padre sobre porque volví? —

—Era evidente que si ignoraste tantos años las insinuaciones de Lord Lannister y ahora su esposa te había visto es porque así lo habías querido, fue astuto y bien calculado, me enorgulleciste Naerya, hasta que dejaste que tus instintos más bajos te controlarán, si aún no te metiste en la cama de Aegon es solo porque no te ha dado el tiempo. —

Bueno, no se equivocaba en eso.

—Si mi padre acepta que nos comprometamos ¿Puedes dejar que se lo diga yo? —le dolía el rostro y lo tenía rojo dónde su abuelo había presionado.

—Haz lo que te plazca con eso. —

La joven había tenido que soltar su cabello mientras salía de ahí, intentaba que sus mechones cayeran en su cara y taparan un poco su rostro rojo y sus ojos llorosos. Se encerró en sus aposentos acostándose en su cama para esconder su rostro entre las almohadas. Su abuelo siempre hacía lo que quería con ellos, aún si le encontraba sentido a lo que pedía odiaba la forma que él y su madre siempre abusaban de ellos. Impulsada por el enojo, por la impotencia, por la venganza o quizás por el deseo, se levantó y salió con torpeza de sus aposentos en busca de Aegon, su abuelo tenía razón, si no había estado con él era solo porque no había tenido tiempo y ella se daría tiempo, no iba a desobedecer directamente a Otto pero quería demostrar que no la estarían manejando a su antojo.

Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora