CAPITULO III

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Como había advertido su madre, Naerya partió a Casterly Rock en su dragón porque no pretendía viajar de otra manera, estaba molesta, su madre se había deshecho tan fácilmente de ella y por una gran estupidez.

Al principio pensó que su madre la extrañaría lo suficiente como para no permitir que ella siga ahí más de seis lunas, pero el tiempo pasó y nunca recibió un llamado a casa, ni siquiera una carta preguntando cómo estaba, nada. Quizás de ella lo esperaba pero ¿Sus hermanos? Bueno, sabía bien que no tenía la mejor relación con Helaena, con Daeron era algo extraño como se llevaban pero ¿Aegon y Aemond? Siempre había sido muy unida al primero y al segundo, bueno, se la daba tanto de enamorado pero era incapaz de mandarle una maldita carta, aunque sea con  una sola frase.

—¡Naerya lo siento mucho! —Aemond la había ido a ver a sus aposentos antes que ella se fuera.

—No es tu culpa, hermanito, si alguien la tiene es solo nuestra madre, y quizás el enano del mal. —le acaricio la mejilla, luego comenzó a caminar.

—No quiero que te vayas. —confesó siguiéndole el paso.

—Lo sé y es solo porque estás perdidamente enamorado de mí. —sonrió de lado cuándo lo vio sonrojarse, se frenó y lo miró de frente.— Quizás sea lo mejor para ti, para que te 'desenamores' —

—¡Nunca voy a dejar de amarte! —

—Ay, Aemond, escucha el amor no existe, son simplemente excusas que los adultos dicen para que los matrimonios no suenen tan mal, son solo excusas cuando quieres fornicar o cuando estas muy solo. —tomó la barbilla del joven para que él la miré.— Estas en plena edad de que quieres estar con chicas, es normal que sientas mariposas en el estómago pero es solo tu cuerpo pidiendo otras cosas, en fin, creer en que el amor existe es creer en las propias mentiras de la vida, y eso solo lo hacen los idiotas y tú no eres un idiota ¿O sí? —

—Cuándo vuelvas te probaré que estas equivocada, seguiré amándote y te haré amarme. —anunció serio.

—Si insistes. —le acarició la cabeza antes de irse.

En fin, la vida en Casterly Rock no era tan mala, al menos los Lannister eran de las familias más ricas así que lujos no faltaban, ser copera no era algo que realmente le agradara pero era mucho mejor que otras tareas, Rhaenyra había tenido la suerte de serlo de su padre, en cambio ella le servía a Lords comunes. No tenía a su madre gritándole por todo, ni a sus hermanos molestadola, pero se sentía extrañamente sola, cosa que decidió cambiar seduciendo a todo hombre que se le acercaba.

Tuvo que experimentar su primer sangrado en su onomástico número veinte, pareció haber demorado tanto sólo para que ella lo pasase sola, y aunque ya sabía que pasaría porque se lo decían desde hace años había sido más molesto e incómodo de lo que le mencionaron. Si de por sí los hombres la seguían y se fijaban en ella ahora eso lo era aún más, no estaba segura si hubo un cambio en como se veía o simplemente ellos ya podían verla como una mujer fértil lista para desflorar, en realidad, poco le importaba. Se había besado con algunos guardias, algunos sirvientes, algunos Lords, todo en secreto, por supuesto. Naerya tenía un libido demasiado alto y le había sido difícil mantenerse casta, no es porque quisiese pero no era una opción quedar en cinta. Se había vuelto un hábito demasiado común tocarse a si misma todas las noches e imaginar como se sentiría hacerlo con alguien más ¿Sería igual de placentero o más?

Su indecencia no era algo que se le escapara a Lady Johanna pero, mientras estuviera lejos de su esposo, no le interesaba mucho lo que la princesa se pasase haciendo.

Las lunas se convirtieron en años, y de sus diecinueve con los que llegó paso a tener veinticuatro, en todo ese tiempo nunca llegó ni una sola carta, lo entendió cuándo apenas había llegado pero eso ya era el colmo, podría estar muerta y ellos ¿qué? ¿Tan poco les interesaba su vida? Furiosa, estaba realmente furiosa porque ella si qué los extrañaba, miles de veces quiso mandar una carta pero luego se arrepintió, si ellos no se preocupaban por ella ¿Por qué ella demostraría algo? No lo merecían, claro que no.

Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora