CAPÍTULO XXXX

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—Naerya, tenemos que hablar...—Daemon había entrado a los aposentos de la joven y se quedó pasmado.

—No quiero hablar contigo. —tenía a su hija en brazos.

—Tu cabello, tu rostro...¿qué te pasó? —dudó un momento antes de acercarse a ella.

—Tu esposa, éste es mi castigo. —ni siquiera lo miró, dejó a su niña que se había dormido en una cuna que al menos se habían dignado a traerle.

Notó como la mayoría de cosas estaban rotas, se acercó hasta donde ella.

—Lo siento. —

—No quiero saber nada de ti. —le dió la espalda mientras se aferraba a sí misma para intentar no llorar.

—Naerya, no tenía otra opción, Rhaenyra iba a ejecutarte a ti y a Aerea. —pusó las manos en sus brazos.— Dímelo, dime que preferías que tu hija muera a que tu hijo lo haga, no volveré a molestarte si me dices que así lo hubieras preferido. —

—Eres cruel. —se apartó de él y limpió sus lagrimas.

—Lo sé, pero no quería verte morir, y tu hijo para mí no vale lo que vales tú. —la siguió con la mirada.— Procuraré que le den una muerte rápida y sin dolor. —

—Vete, Daemon. —rogó.

—Te lo dije, aunque me odies yo no voy a dejar de amarte. —volvió a acercarse.— Te traje algo para ti y para tu hija, sé que nunca haré lo suficiente para compensarte pero déjame al menos intentarlo. —

—No quiero nada que venga de ti. —se dió vuelta para empujarlo.— Vete de una maldita vez. —

—Aerea es una princesa, así qué le traje un huevo de dragón. —

—No lo es, ella nació luego se que Viserys haya muerto, ese no es su título. —

—Nació antes de alguna coronación, así que lo es. —insistió y sacó un huevo de dragón de su morral, despacio lo puso en la cuna de la niña.— El libro blanco, lo conseguí hace algunas lunas, te lo quería dar personalmente a ti. —musitó dejándolo en su cama, todas las mesas estaban en el suelo o rotas.

—Me ocultas algo más. —lo miró molesta.

—Sí. —le ofreció la mano, ella la rechazo.— Te tomaré como mi segunda esposa. —

—Me niego, no después de que mandaras a matar a mi hijo. —intentó no gritar sólo para no despertar a la niña.

—No es una pregunta, es lo que haré, quieras o no. —

—No puedes obligarme. —se acercó con violencia e intentó empujarlo, no sirvió de nada.

—Claro que puedo obligarte. —la tomó del rostro con fuerza.— No tienes oportunidad de vivir si no te apoyo, lo sabes muy bien. —

—Me las arreglaré sin ti. —intentó hacer que la suelte pero no pudo.— Me estás lastimando. —

—Te salve la vida, no quieres admitirlo pero lo sabes, no tienes aliados aquí, ni uno solo, tu misma hermana hundió a tus hermanos y a ti descaradamente y con facilidad, Jacaerys está ciegamente de su lado. —apretó más fuerte.— Rhaenyra te lastimó así aún cuándo tu deuda debía ser saldada, hijo por hijo, eso era y mira, no le importó una mierda y te daño de igual manera. —la empujó a la cama con fuerza.— Te arrodillaras ante ella dentro de unas horas o te matará a ti y a tu hija, estás dispuesta a eso para sobrevivir, si caerás tan bajo al menos asegurate que valga la pena, si no te casas conmigo en el momento que suba a Caraxes ella te matará de igual manera, pero no lo hará si eres mi esposa. —

Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora