CAPÍTULO XXXV

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La relación de Naerya con su madre cada día era peor, de por sí no se habían hablado desde el nacimiento de Vaegon pero el hecho que le aviso a Daemon sobre lo que pasaba sin su autorización la había hecho gritarle sin cesar, al igual que su abuelo lo hizo, hasta un punto ambos quisieron exiliarla por desobedecer la orden de la reina de guardar silencio, pero su padre no lo permitió de ninguna manera, al contrario, estaba furioso con su esposa por haber mantenido tanto secretismo, lo entendía del reino pero de su hija, la misma heredera, eso le parecía imperdonable.

Que su padre dijera que «Hizo lo correcto al hablarle a Rhaenyra.» hizo que Alicent perdiera el poco amor que le tenía a su hija, si alguna vez pensó que estaría del lado de su media hermana ahora lo comprobaba. Esa era la principal razón de que Naerya no haya perdonado a Daemon, lo entendía, claro que lo entendía, ella no le hubiera ocultado de ninguna manera algo así a su esposo, pero eso no quitaba que ella tenía que lidiar con las consecuencias de pensar en Daemon, porque sabía que él amaba a su hermano incondicionalmente y que le dolería demasiado el no estar con él en un momento tan duro, lo hizo porque lo amaba, pero no quería a Rhaenyra cerca y mucho menos porque su madre había ordenado que nadie dijera nada, ella se puso en peligro por Daemon pero él no pudo mantener un secreto por ella, y era entendible, ella no era su esposa, esa era Rhaenyra, y eso dolía.

La reina había hecho llamar a Naerya a sus aposentos, la joven fue con Vaegon en brazos, aún cuándo Alicent poco se relacionaba con el niño (por no decir nada) sabía que se controlaba frente a él, y si iban juntos no recibiría tanto odio de su parte. Cuando entró en los aposentos se encontró con Helaena y sus hijos adentro.

—Hermana, no sabía que venías. —musitó incomoda.

—Yo la hice llamar, sus hijos cumplirán un día del nombre con fechas muy cercanas, tendrán una celebración juntos. —

La princesa sabía que no quería hacerle algo a Vaegon en específico pero el rey la obligaría por eso junto ambos eventos.

—No quiero. —Helaena habló en voz alta, eso no era muy común en ella.

Vaegon ya estaba inquieto hace rato, aunque estaba lejos de ellas (y así él no las veía con claridad) la situación de escuchar a personas desconocidas lo ponía nervioso y más cuándo su tía alzó la voz, así que él había comenzado a llorar.

—Entonces que Maelor no tenga ninguna celebración, —mencionó molesta mientras balanceaba en sus brazos a su hijo para tranquilizarlo.— la tuvo cuándo nació mientras Vaegon no, y si ahora no quieres pasar tiempo en el mismo salón que nosotros simplemente ni te aparezcas. —bramó antes de salir de allí.

No le importó si su madre la llamó nuevamente, ella salió molesta, le había ayudado a Helaena con Jace y con Maelor y después de la nada se había comenzado a comportar de manera más extraña que de costumbre, especialmente con el niño, ni siquiera dejaba que juegue con sus hijos, o se alejaba cada vez que estaban en un mismo cuarto. Suficiente tenía con su madre que nunca veía al pequeño mientras se la pasaba recibiendo visitas de los hijos de Helaena.

Le cantaba en alto valyrio bajito para tranquilizarlo mientras volvía a sus aposentos cuándo casi se choca con sir Cole, otra vez, eso se venía repitiendo demasiadas veces. El pequeño rio cuando lo vio.

—Lo siento, princesa. —

—Ya deja de hacerlo, me estás cansando. —

—No sé a que se refiere. —

Ella lo tomó del brazo, o mejor dicho de la armadura, y lo llevó a un pasillo menos transitado.

—No soy estúpida, Criston, sé que te atraviesas en mi camino a propósito ¿Crees que no notó como buscas chocar conmigo siempre que tengo a Vaegon en brazos? —

Amor o DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora