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Una sensación suave en su espalda, ajustado en todo su torso, piernas y manos; enfocado en sus dedos.

Incluso si quería sentarse le era complicado, apenas y podía mirar a su alrededor con un profundo dolor aferrado a sus ojos.

A pesar de lo pesados y adoloridos que estaban sus brazos fue capaz de moverlos y tocarse un poco a sí mismo. No fue capaz de sentir mucho con los dedos gracias a que estaban vendados, con las palmas fue capaz de sentir lo que sus dedos no.

Al parecer tenía vendas en el torso y espalda. Observó un poco más en cuanto sus ojos se acostumbraron a la luz, estaba en alguna habitación grande, la sola habitación era el tamaño de su sala y estaba tan vacía como era posible. Apenas había una cama, un armario y un buró junto a la cama. No necesitaba sentarse o levantarse para apreciar que la cama era enorme, ¿king sice? Posiblemente; podía extender los brazos y sobraría un poco de espacio.

Quería levantarse, mirar alrededor y buscar a alguien. Información, quería saber dónde estaba, con quienes estaba y que podían buscar de alguien como él. Lo habían ayudado sin pedirlo, y si bien no era más que un joven de pueblo que no conocía el mundo, sabía perfectamente que nada era gratis, ni siquiera la ayuda.

Cerró los ojos, y si bien para él se sintió como una hora en realidad había pasado el resto del día. Al despertar de su "corta" siesta se percató que ya era de noche, suspiró con pesadez mientras olvidaba cualquier intento de moverse o levantarse; no quería y punto.

Estaba exhausto incluso si había dormido tanto, su delgado y hambriento cuerpo exigía continuar durmiendo después de alimentarse como un cerdo.

Negó mientras cerraba los ojos, ya había recibido la suficiente ayuda con que curasen sus heridas, no esperaba ser alimentado.

Sus ojos se abrieron nuevamente al sentir un profundo escalofrío iniciar por su nuca y terminar en su cadera, le acarició la columna vertebral y alteró un poco sus sentidos. Miró a su izquierda y divisó al mismo hombre que observó antes de caer inconsciente, irónico, fue lo primero y último que había mirado por el momento.

Que extraño, el hombre no había hecho ningún ruido al entrar y la puerta estaba cerrada. Un sepulcral silencio reinaba, ninguno decía nada y eso incomodaba al más joven.

– ¿Tienes nombre?

Alucard observó sus ojos oscuros, apagados. Estaban diferentes a la mirada encendida que había visto una noche atrás, sin embargo, esa determinación seguía ahí presente.

Lo miró asentir sin moverse más de la cama, era obvio que no podía moverse y ni hablar de caminar. Había estado "presente" mientras el médico lo atendía y había visto sus múltiples heridas, además de las evidentes, en su espalda había cicatrices rectas de distintas longitudes y ni hablar de las cicatrices de quemaduras en su cuello, hombros y piernas.

La puerta se abrió capturando toda la atención del joven que segundos antes observaba al hombre de sombrero y gabardina. Apreció como una joven rubia de ojos carmín se adentraba en la habitación con una bandeja en las manos, dicha bandeja contenía un tazón de sopa.

– ¿Crees que puedes sentarte?

Si lo pedían entonces lo haría. Cerró con fuerza los ojos antes de incorporarse apoyándose en sus codos, mordió su labio inferior para callar cualquier alarido de dolor al sentir como gracias a la presión las heridas ardían como si se estuviesen haciendo de nuevo; había soportado cosas peores, podía con ello.

Se recargó en el respaldo de la cama antes de suspirar con pesar, al abrir los ojos se topó con la fémina sosteniendo la bandeja a su lado para no tener que ponerla sobre sus piernas las cuales estaban enyesadas.

Asintió como una manera de agradecer. 

– Soy Seras Victoria, ¿cuál es tu nombre?

– Zack.

Mientras comía en silencio, miró de reojo el sitio dónde momentos antes se encontraba el hombre que lo recogió. Nada, había dejado la habitación sin hacer ningún ruido. ¿Acaso era un gato o algo así?

——―—――――――――――

– ¿Dormiste bien?

Zack asintió mientras agachaba la cabeza y fijaba su mirada en sus piernas, sus huesos dolían de una horrenda forma y sin embargo no iba a darse el lujo de gritar y llorar como quisiera.

De alguna forma se sentía intimidado por la fémina de pie junto a la cama, a pesar de que parecía ser una mujer mayor sabía que lo estaba estudiando, analizando hasta la forma en que pestañeaba.

Y es que el joven no se equivocaba, Integra lo estaba mirando de forma detenida. Era alto y muy delgado (más de lo que quisiera), sus ojos eran de un marrón tan oscuro que era fácilmente confundido con negro siendo adornados por unas pronunciadas ojeras, su cabello negro estaba cortado torpemente; se notaban las hebras disparejas producto de los cortes irregulares. Por su complexión y postura sabía que era débil, parecía ser que en su vida había sostenido un arma o practicado algún deporte. Le parecía preocupante el hecho de que Alucard lo había sugerido como candidato a heredero.

– Disculpe, señora...

– Integra.

– Sí, señora integra. Agradezco mucho la ayuda y comodidades, pero no estoy seguro de si desea algo de mí.

– Un chico agudo, eh.

El de hebras negras negó con la cabeza antes de levantarla nuevamente y mirar a la mayor a los ojos sin vacilación.

– Es evidente que ninguna ayuda es gratis, lo sé.

Una corta risa escapó de los labios de la mujer mientras asentía.

– Tienes razón, hay algo que quizá puedas hacer por mí.

– ¿Sí?

– ¿Tienes familia?

Integra observó como el menor frunció el ceño mientras su mandíbula y hombros se tensaban. Había tocado una especie de tema sensible.

– No, señora.

– Bien, entonces puedo continuar. Yo no tuve hijos, y por más que lo desee mi familia no puede desaparecer; necesito un sucesor. Alguien que sea capaz de dirigir la mansión y todo lo que conlleva mi apellido.

– ¿Qué...? 

– Naturalmente, consideraré a otros candidatos también, en caso de que no cumplas las expectativas. – Tras un largo silencio, la fémina continuó con su explicación. – Te dejaré pensarlo, no es como si pudieras irte.

Zack asintió mientras la observaba salir. Pudo organizar sus pensamientos en el silencio que la soledad de la habitación le brindaba. ¿Qué clase de oportunidad era aquella? ¿Era de fiar? Si había mencionado una mansión entonces era una mujer muy adinerada, ¿qué truco había detrás? No, incluso si había algún truco no tenía más opciones.

Suponiendo que se negaba, ¿qué haría? No tenía estudios conclusos, dinero ni amigos en la ciudad. No iba a regresar a ese pueblo dónde casi lo matan, no tenía nada y se negaba a vivir en la calle como méndigo.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora