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— ¡Les diré todo lo que sé, sobre Integra, ese tipo extraño y Hellsing! ¡Pero por favor no me maten! 

Alucard contuvo una risa al escuchar las suplicas de la joven, así como la prueba de Zack había sido física, la prueba de Clara había sido psicológica y quizá un poco de lealtad. Se cruzó de brazos manteniéndose de pie detrás de aquel espeso muro, fuera de la vista de la joven.

Tan solo la habían atado, le habían dado un par de puñetazos y ella ya se encontraba dispuesta a hablar de todo. Le otorgaría el perdón de la duda, después de todo, todos merecían una segunda oportunidad, ¿cierto?

— Y bien, ¿qué sabes?

— Hasta ahora no sabemos a qué se dedican, pero recibimos clases de sucesión y hay muchos guardias. Parece que Alucard siempre está rondando la oficina de Integra.

— ¿Qué más?

El vampiro esperó pacientemente mientras la escuchaba titubear.

— Bueno... hace unos días escuché algo extraño... Alucard es un vampiro. ¡Pero no sé si es verdad!

Eso era suficiente, con que revelase un dato importante a cualquiera podía revelar muchos otros si se enteraba de ellos.

El guardia escuchó las incesantes risas del vampiro junto a unos aplausos suyos, supo que esa era su señal para salir de ahí y volver a su puesto de trabajo. Así lo hizo, pasó junto al mayor mientras entraba y sintió un escalofrío.

Alucard miró a Clara mientras sonreía y negaba con la cabeza. Pudo apreciar como al instante la joven palidecía y su expresión pasaba a ser una de puro terror.

— Sólo tenías una cosa que hacer. ¿Sabes cual era?

La inocente expresión solo aterró más a la joven, ¡claro que sabía cuál era! pero el terror la dominó, era débil al dolor.

— Vamos, Alucard. Esto no se repetirá y-

Lo miró inclinarse frente a ella y lejos de admirar la gran vista que Alana tanto envidiaría, tembló sin control alguno y fue peor al sentir el enguantado pulgar sobre sus labios, acariciándolos. Observó sus ojos en cuanto los lentes del mayor se deslizaron un poco por el puente de su nariz, su mirada viajaba de sus labios a sus ojos sin intención de seducirla, estaba preguntando en silencio por una respuesta.

— Sólo debías mantener esta linda y pequeña boca cerrada. Parece que pedimos demasiado.

La soltó y retomó su postura anterior mientras acomodaba sus lentes. Caminó un poco a su alrededor y antes de que la joven pudiese decir algo, se inclinó detrás suya y desató sus manos junto a sus pies de aquella silla antes de murmurar.

— Anda, te daré diez segundos de ventaja. Si te escondes bien quizá y puedas vivir.

La observó levantarse y correr como si su vida dependiera de ello. No, esperen, su vida sí que dependía de ello. Suspiró con decepción al apreciar como se había empeñado en correr y no había intentado tomar algo como arma, no le iba a perdonar la vida por hacerlo, pero al menos iba a divertirse un poco.

Clara corría por aquel espeso bosque mientras buscaba con desespero alguna luz cercana, estaba todo oscuro como el demonio y para empeorarlo tropezaba con las ramas y chocaba con algunas que se encontraban a la altura de su rostro. No quería morir, no quería nada en ese momento, sólo llegar a algún lugar y beber una taza de chocolate caliente para relajar su cuerpo y disipar el frio de ese momento, aunque a esas alturas no sabía si temblaba más de frio o de pánico.

Escuchó una ronca risa cada vez más cerca suya y lo mejor que atinó a hacer fue subir al árbol con el follaje más espeso que encontró, se aferró al tronco mientras se sentaba en una gruesa rama. Incluso a ella se le dificultaba mirar hacia abajo más allá que ramas y hojas, claramente no la iban a encontrar ahí... si hablábamos de un humano, claro.

Un escalofrío se adueñó de su cuerpo en cuanto sintió un cálido aliento en la nuca, el cual recorrió el sitio lentamente hasta acabar en su oído.

— Creí que te esconderías mejor que esto.

Soltó un grito al escuchar la profunda voz tan cerca, giró y antes de poder mirar al vampiro con atención, resbaló y cayó. Cerró los ojos con fuerza esperando sentir un impacto que... nunca llegó.

Al abrir los ojos, se encontraba en brazos del vampiro quien ya mantenía los colmillos peligrosamente cerca de su cuello.

— Perdónenme.

— El perdón no existe, Clara.

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Zack se encontraba sentado en uno de los sofás de la mansión, justo en la sala. Mantenía los ojos cerrados mientras escuchaba el sonido de unas tijeras cerca de su rostro y nuca.

— Te dije que conseguiría un peluquero.

— Ya, pero ¿un guardia de aquí mismo?

— Está bien, solía cortar el cabello de mi madre.

— Entonces estoy en buenas manos.

Las sonrisas de los presentes dejaban muy en claro lo cómodos que se encontraban, el menor no pudo evitar alegrarse quizá un poco más que los otros dos, no creía poder sentir esa clase de paz otra vez en su vida después de todo lo acontecido en los últimos meses.

— Y... ¡listo!

Zack pasó una mano de forma distraída por su cabello, logrando sentirlo más parejo en comparación a tan solo unos minutos atrás. Tomó el espejo que Victoria le ofreció y su sonrisa se ensanchó al apreciar que en efecto el hombre había hecho un buen trabajo.

— Está increíble, gracias.

— ¿No es un poco tarde para un corte de cabello?

Los tres se sobresaltaron antes de que el guardia realizara una reverencia ante el vampiro y se retirase casi corriendo.

— Maestro.

— Nunca es tarde para nada.

— ¿Tu mano aún duele?

Victoria lo observó sentarse junto al joven mientras se cruzaba de piernas y lo miraba con interés. Lo había notado de buen humor, y no iba a arriesgarse quedándose y pudiendo arruinar su estado de ánimo.

— Iré afuera, nos vemos.

Zack miró a la rubia retirarse y fue incapaz de detenerla. Debía admitirlo, desde que se había enterado de su naturaleza se sentía algo intimidado e incómodo a su alrededor.

— ¿Temes que te mate?

— Temo no poder hacer nada para evitarlo.

— Puedes tener la seguridad de que no lo haré.

— Aún.

Alucard lo miró antes de reír y asentir con la cabeza mientras tomaba al menor del brazo y se encargaba de observar su muñeca vendada.

— ¿Duele?

— Sólo si intento moverla. Alucard, esa es una pregunta estúpida.

— La conversación debía iniciar por algún sitio.

— Alucard.

— Te escucho.

— El día que me encontraste me estaba desangrando y pudiste aprovechar para darte un festín. ¿Qué te detuvo?

El vampiro permaneció en silencio durante unos segundos, y en cuanto el joven de ojos oscuros se resignaba a no recibir respuesta escuchó nuevamente la grave voz del más alto.

— Estuve a punto de hacerlo. 

— ¿Sí?

— Tus ojos me detuvieron.

— ¿Mis ojos?

El mayor se levantó y negó antes de avanzar en dirección a la salida.

— ¿No me dirás más detalles?

— No necesitas más detalles.

Zack suspiró con pesar antes de asentir mientras observaba como atravesaba una pared. Mierda, tardaría un tiempo en acostumbrarse a ello.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora