Las oscuras calles de Londres se encontraban vacías y heladas, a excepción de algunas prostitutas, posibles clientes y algún que otro animal callejero.
Sin embargo, lo que más resaltaba entre la oscuridad eran un par de lentes con cristales cálidos que reflejaban la luna y sus alrededores, adornando una alta y esbelta figura con gabardina y sombrero rojo.
Aunque esta vez la característica sonrisa de aquel alto ser estaba prácticamente desvanecida de su rostro; Todo lo que Alucard quería era encontrar a Zack ahora mismo.
Conforme los segundos pasaban su paciencia no hacía más que agotarse. Había registrado cada rincón de Londres; bueno, casi todos.
Sus pasos se detuvieron frente a un orfanato, no quería acercarse a propiedad de la iglesia, pero llegados a ese punto, ya no le importaba nada.
Intentó dar un paso al frente pero solo pudo percibir algo físicamente doloroso. Una barrera bendita.
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Seras soltó un pesado suspiro mientras cerraba los ojos y se pegaba a la pared de su oscura habitación, extendiendo los brazos a sus costados.
―Bien, dispara.
Bella cargó la pesada arma en sus manos, revisó las balas y quitó el seguro, recargó y con un poco de dificultad apuntó hacia una de las manos de la rubia.
Antes de poder tirar del gatillo, la mayor abrió los ojos y miró en dirección a la puerta. Detuvo a la menor y salió velozmente hacia la sala.
Mierda.
Mierda.
Corrió en dirección a la habitación de Bella a sacar al pequeño Dante de allí, llevándolo al sótano.
Bella la notó agitada y nerviosa, lo que la asustó también a ella.
―¿Qué pasa?
―Paladines. Hay, hay muchos en la mansión.
La más joven palideció, pero se tragó el susto. Se agachó a la altura de dante y habló en el tono más dulce que le fue posible.
―Necesito que te encierres aquí y no salgas para nada, ¿sí?
Mientras la más joven daba instrucciones al menor, Victoria escuchaba a los paladines buscar a su maestro y a su amo. Las jóvenes dejaron el piso inferior para subir al recibidor, donde Seras se reunió con los líderes de los guardias.
―¿Situación?
―Logramos mantenerlos en el portón, pero a este paso se pondrán-
Y el primer disparo resonó, dando paso a lo que sería el inicio del caos en la mansión Hellsing.
―... Violentos.
Victoria asintió con la cabeza mientras miraba de reojo a Bella.
―Ve a avisarle al maestro.
―Pero, ¿dónde lo encuentro?
―Arréglatelas.
La menor jamás había escuchado a su superiora tan fría y seca, la miró dar media vuelta y en menos de un pestañeo regresar con todo un arsenal en las manos.
Bella comenzó a correr, escuchando los cristales romperse seguidos de gritos y disparos; Su plan era sencillo, ir por las armas y regresar a buscar a Alucard. Ir y venir, rápido y fácil.
Y así hubiese sido, de no ser por una fuerte patada que la tiró al suelo y la hizo clavarse multiples cristales en el rostro, se giró y tosió incapaz de levantarse al sentir un pie en su pecho haciendo presión.
No dijo nada cuando su peor miedo se confirmó, un hombre.
―¿A dónde vas, princesa?
La joven sacó los dos trozos más grandes de vidrió y los apretó en sus manos sin importar el dolor de sus heridas siendo sanadas y abiertas de forma repetida.
―¿Crees que con eso me vas a detener?
Bella tembló por el tono amenazante; pero tenía una misión que terminar y no iba a fallarle a Seras. Clavó el cristal en el pie del paladín, consiguiendo escucharlo gritar y maldecirla.
El hombre tomó su katana y la clavó en el pecho de la joven, dándole suficiente tiempo para tirar de la hoja y acercarlo a ella aprovechando su fuerte agarre en el mango para apuñalar su rostro y levantarse, tirando el arma lejos y volver a correr.
Dante miraba un par de maletines en el suelo y tembló. Había escuchado a su hermana Bella un poco alterada y la señorita Victoria estaba muy seria, estaba aterrado.
El pequeño escuchó pasos fuera de la habitación y soltó su animal de felpa, tomando los maletines y abrazándolos a su pecho mientras buscaba como esconderse. Pesaba demasiado, pero le gustaba pensar que podía sostenerlos.
Tras un rato miró un par de pulcros zapatos entrar a la habitación y caminar, no pasó mucho hasta que fue encontrado (algo evidente, si consideramos que se escondió detrás de un simple ataúd), se levantó y corrió con los maletines, logrando evitar al sacerdote que buscaba agarrarlo.
Entre jadeos y lloriqueos de pánico, llegó al recibidor donde la escena lo aterró incluso más, las balas, los disparos y los hombres sin vida le generaban nauseas.
Escuchó maldiciones y corrió entre los cuerpos, mirando a su hermana Bella corriendo con un hombre detrás de ella, gritó del susto al ver al hombre atravesar a su hermana desde la espalda, haciéndola escupir sangre, pero no perder el equilibrio.
La joven no pensó claramente, su mente no se encontraba en sus cinco sentidos; ella solo dijo lo primero que pudo.
―¡Llévate eso, ve con Alucard!
Dante lloraba mientras se aferraba a los maletines, estaba en shock. Ni siquiera podía moverse adecuadamente, hasta que un segundo grito lo hizo reaccionar.
―¡Ahora!
Finalmente, el pequeño obedeció y salió corriendo, mirando de reojo como su hermana Bella era apuñalada por ambos hombres, pero se las arreglaba para no dejar ir a ninguno detrás de él.
No tenía ni idea de donde encontrar al señor Alucard, pero recordaba el camino al viejo orfanato; Al menos la hermana Camelia había sido amable durante su estancia y quizá ella podría ayudarle a encontrar a quien necesitaba encontrar con tanto desespero.
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Héritier (Alucard)(Hellsing)
FanfictionAlucard x Male OC Debía hacerlo, incluso si no era lo que deseaba. No tenía otra opción, sabía que tarde o temprano ocurriría, la terquedad humana lo hacía evidente. Ya no se trataba de sus deseos, se trataba de la necesidad del mundo. Hellsing no p...