Final

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Una reverencia, y el vampiro bajó de un salto, casi babeando de emoción al ver el montón de almas que tomaría aquella helada noche.

El joven amo miró por sobre su hombro a la paladina mientras el rubio tosía y lentamente se levantaba del suelo.

―¿Estás bien?

Camelia apenas y podía pronunciar palabra alguna, solo asintió con la cabeza y tomó su arma con más fuerza, pero fue detenida por una corta negación del de hebras negras.

Zack avanzó un par de pasos y se detuvo, quitando el seguro de las armas y tomando una postura defensiva. Aksel miró hacia la paladina mientras tomaba su arma nuevamente.

―Tenemos... 

El rubio tomó una pequeña pausa para respirar profundamente y sonreír.

―Asuntos sin terminar.

Sin necesitar más palabras, ambos corrieron el uno al otro, el joven maestro disparaba mientras el paladín esquivaba las balas o bien las desviaba con la espada.

Las armas chocaron en un estruendoso sonido, Aksel habló nuevamente, con voz un poco temblorosa gracias a la emoción.

―¿Crees que serás más rápido de lo que fuiste aquella noche?

Miró a Zack titubear por un momento y temblar, eso fue más que suficiente para intentar cortarlo; Su acción tuvo que tomar otro rumbo al dejar de ver a Camelia en el suelo, habiendo tenido que cubrir su espalda con la espada para evitar el feroz corte de la joven castaña.

En cuanto el de hebras negras disparó, Aksel giró mientras daba un paso lateral, logrando esquivar la bala y el corte. Mientras Camelia logró detener la katana a pocos centímetros del hombro de Zack, la bala le rozó la oreja consiguiendo perder una parte de esta. 

―Lo siento.

El de orbes oscuros y la castaña se miraron por apenas una fracción de segundo, y Aksel juraba haber mirado una sonrisa en el rostro de su hermano. Su sangre hirvió, y antes de notarlo ya estaba pateando lejos a la castaña.

Zack apenas pudo gritar su nombre e intentar ayudarla; sin embargo, se vio obligado a enfocarse en Aksel al recibir una patada y a duras penas esquivar un corte. El joven de cabellos negros intentó tomar la katana de Camelia, pero el rubio fue más veloz y la tomó del suelo, partiéndola en dos y lanzándola a pocos metros de distancia.

Los ataques iban sin parar, mientras Zack intentaba mantener su distancia y disparar, Aksel se las arreglaba para siempre esquivar las balas o bloquearlas con su arma. Estaba confiado, incluso si recibía un disparo sabía que iba a regenerar en segundos.

La sonrisa lentamente se borró de su rostro al recibir un disparo en el hombro y no sanar como se suponía debía ocurrir. Zack se detuvo un par de segundos a tomar aire y apuntar a la cabeza, y antes de poder disparar la voz del rubio lo detuvo.

―Estaba seguro de odiarte.

El joven amo titubeó por un momento, tiempo suficiente para que Aksel se recuperase del shock inicial, e incluso sangrando el intercambio de ataques inició de nuevo.

Finalmente, un corte que logró tumbar al Hellsing. Zack siseó por el ardor detrás de sus piernas, y antes de poder levantarse, Aksel pateó su abdomen dejándolo sin aliento. 

―¡Pero no te odio!

El rubio rio y pasó una mano por su cabello, sus ojos se aguaron y su sonrisa se mantuvo, aunque sus ojos expresaban algo más. Zack intentó disparar, pero sus manos fueron aplastadas por los pies del contrario, dejándolo inmovilizado y consiguiendo un quejido de dolor.

―Cuando éramos pequeños, creía que te odiaba por ser ridículamente retraído.

El contrario guardó silencio, no le hallaba sentido a responder tremendas sandeces.

―Pero me di cuenta de lo mucho que te amo, Zack. Y no te odiaba a ti, me odiaba a mí por sentir estas cosas repulsivas por un miserable como tú.

Antes de que el joven pudiese decir algo, Aksel le interrumpió incluso si eso no borró la expresión de asco y sorpresa de aquel en el suelo.

―Tuve que saciar mis fantasías con esas dos zorras, no me sirvieron de nada. Sabía que solo tú podías saciarme lo suficiente, y ya que no lo harías... entonces debías morir; tristemente, eres una perra persistente, no sé cómo sobreviviste, pero hoy no lo harás.

Alucard tenía la orden de no intervenir, así que no lo hizo incluso cuando sintió el aroma de la sangre de su maestro. 

Aksel se tambaleó y se vio forzado a dejar de pisar las muñecas de Zack al sentir una puñalada por la espalda; Maldijo entre dientes a Camelia quien sostenía una parte de su katana en la espalda del paladín, más sin embargo no había dañado un punto vital. Zack disparó al rostro del rubio haciéndolo retroceder con un ojo reventado.

En cuanto tuvo la oportunidad, el joven amo se levantó y Aksel fue más rápido que su disparo, se giró y apuñaló a Camelia cerca del pecho, haciéndola tambalearse y caer de rodillas al suelo. Tan solo bastó un llamado del joven para que Victoria apareciese y en un pestañeo se la llevase.

―¡Carajo! Planeaba matarla.

―Aún me debe un par de cosas.

Mientras Aksel corría hacia Zack, este disparó a sus pies, levantando suficiente polvo para una cortina.

―¡Te estás volviendo lento!

Un corte, y el rubio sintió su hoja chocar contra algo duro. ¿Un hueso? 

Al disiparse el polvo, miró la sonrisa de aquel vampiro que tanto lo molestaba sosteniendo la hoja de su espada. De un rápido movimiento se la arrebató y la partió en sus manos, arrojándola lejos del edificio.

El rubio soltó un grito en negación y corrió al barandal del edificio intentando tomar su espada. Tal distracción lo volvió ciego de la mano en el concreto a sus pies, en cuanto miró abajo observó a Zack por una fracción de segundo antes de recibir el disparo en la cabeza que acabaría con su vida.

El joven de hebras negras lo tomó del cuello de la camisa antes de que su cuerpo cayese hacia atrás, arrojándolo al suelo y subiendo de nuevo con ayuda del vampiro.

―Me hubiese gustado hacerlo sufrir.

―No hay ni un alma en la calle.

―Es mi deber limpiar todo lo que te estorbe.

-Mejor vámonos a casa, estoy exhausto.

―¿Qué haremos con el vaticano?

―Todo se acomoda solo, Alucard.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora