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Una semana había pasado.

Y realmente había un solo tema que Zack no podía sacarse de la cabeza: Alucard. No había una razón particularmente especial, simplemente llevaba días actuando extraño.

Por lo general, siempre intentaba conversar o burlarse de algo, pero en los pasados cuatro días se había limitado a mirarlo, escuchar lo que tenga que decir, fruncir el ceño y desaparecer en la oscuridad de los rincones o entre el tapiz de la pared.

Había descartado la posibilidad de haberlo molestado desde el primer momento. No había dicho nada malo u ofensivo hacia el mayor, entonces, ¿qué con esas reacciones? quizá se trataba del asunto del sacerdote, sí, había una posibilidad de que no quisiese acercarse a ningún obispo y saber que lo haría en unos días lo ponía de nervios, aunque él mismo había insistido en acompañarlo.

Alucard descubrió algo nuevo perteneciente a Zack, cuando tiene la suficiente cercanía y confianza con una dama, posee la tendencia de llamarla por apodos del estilo "bonita, cielo, querida".

Lo había comprobado al escucharlo muchas veces referirse a Victoria como "Linda" sin ninguna clase de emoción o brillo amoroso en sus ojos, solo era un apodo lindo y ya. 

Para desgracia del mayor, hubo un pensamiento, un pequeño e insignificante pensamiento que desapareció en menos de dos segundos, nada más que un chispazo de su mente; pero ese pequeño chispazo logró cambiar radicalmente su comportamiento en cosa de segundos.

Por un segundo tuvo un deseo igual de insignificante que el pensamiento con el que llegó. No había deseado una vez más abrirle la garganta al joven y drenarlo, no, había deseado por un pequeño y misero momento ser una mujer.

No necesariamente haber nacido como una, simplemente ser una dama, o más bien, ser Victoria en ese preciso instante. Tuvo el descarado e incómodo deseo de ser llamado "lindo" o "querido" por Zack.

¡Con una mierda! era jodidamente vergonzoso el solo pensamiento. ¿Por qué? ¿Para qué? Cada vez que lo miraba y lo escuchaba dirigirse a él con tanta tranquilidad su mente se hacía añicos, como si fuese un misero ghoul descerebrado se limitaba a desaparecer. No podía hacer más.

Estaba demasiado confundido, era increíble como un pensamiento de menos de un segundo lo había descolocado. En ninguno de sus más de 500 años de vida había pasado por algo así, ¿envidia de alguien que no es humano? encima una mujer.

La copa en su mano derecha reventó e ignoró por completo la humedad filtrándose por su guante llegando a tocar su helada piel, también ignoró por completo la manera en que sus manos temblaban por la frustración que dicha situación le generaba.

Pasó demasiado tiempo con humanos, claro que era eso. Se había suavizado justo como Integra mencionó al haber adoptado a Seras como su pupila, estaba siendo suave y con ello habían llegado pensamientos estúpidos, pensamientos humanos; ya había renunciado a su humanidad y a la vida misma, esos pensamientos no tenían sentido y así iban a permanecer, estúpidos y sin sentido.

Pero... incluso si no estaba cerca mucho tiempo, no podía quitarle los ojos de encima ni por un momento.

Un pesado suspiro escapó de sus labios antes de levantarse y dirigirse rumbo al menor, después de todo ahora se veía obligado a hablar con él.

Zack levantó sus oscuros orbes en dirección al vampiro de pie a su lado; alejó el tenedor con fruta de sus labios para posarlo de nuevo en el pequeño plato de porcelana traído momentos antes por el mayordomo.

— ¿Estás seguro de lo que acabas de decir?

— No podría jurarlo, pero por el momento sí. Encontré cosas interesantes en su cabeza, ¿quieres saberlas?

El joven se limitó a negar mientras bajaba de nueva cuenta la mirada a la fruta; si Alucard lo decía, él lo creía. Bella era (por el momento) digna de confianza.

— Si quiere que lo sepa ella terminará mencionándolo.

El vampiro podía apreciar la curiosidad brillando en sus ojos y mostrándose en cada uno de sus gestos. 

— Entonces, ¿ocurre algo?

— No, ¿a qué se debe la pregunta? si se puede saber.

— Estás actuando muy extraño. ¿Es por el asunto del sacerdote?

Genial, podía culpar algo externo y no iba a dejar pasar la oportunidad. No estaba seguro de ser un buen actor, pero debía sacar a relucir su talento en ese preciso instante.

— Sí, no soy muy fanático de los sacerdotes en general.

— No tienes que ir. Puedo ir con Victoria o solo, no creo que vayan a matarme.

— Porque no los conoces. 

— Esa respuesta no es muy alentadora.

— No busco que lo sea.

Sí, estaba actuando raro. Alucard si bien daba esa clase de respuestas, no solían ser dirigidas a él; reconocía el tono y las maneras en que le hablaba de manera particular a él y esa en definitiva no era una de ellas.

— Bueno, puedes permanecer lejos. Si algo ocurre entonces ya te acercas.

— Supongo que haré eso.

Incluso habiendo llegado a una "conclusión" la actitud del vampiro no cambió, para nada. Zack se limitó a permanecer en silencio mientras permitía a su mente divagar con total libertad.

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— Los hombres te aterran, ¿cierto?

Bella se limitó a asentir con la cabeza, pero al haber percibido el silencio de Zack, extendió un poco una explicación.

— Dependiendo de la edad y apariencia, puede no haber reacción, ser incómodo o simplemente aterrador al punto de congelarme en mi sitio y no poder siquiera hablar.

— Me gustaría saber en qué punto me encuentro, pequeña. Así al menos sabré como tratar contigo para no incomodarte y dificultarte el trabajo.

Según Seras, debía llamarla por un apodo cariñoso, pero sin cruzar el límite de incómodo para la menor, así se sentiría en confianza más rápido y podrían saber de dónde había llegado; De acuerdo con el reporte entregado, nació en Londres, pero no fue registrada. Toda la información era de boca a boca, así que mucha confianza en esos documentos no podía tener.

Observó a Bella juguetear con la tela de su pantalón antes de mirar al suelo y hablar en una voz que a muy duras penas pudo ser capaz de escuchar y sobre todo entender.

— Incómodo.

— Bien, entonces nada de contacto físico innecesario. 

La miró asentir con la cabeza, creándose un silencio jodidamente incómodo para ambos. Zack se consideraba a si mismo terrible para iniciar una conversación y peor si a ese rasgo se sumaba la incomodidad de la menor.

— En unos días iremos a reunirnos con un obispo, Alucard vendrá con nosotros.

Bella se tensó antes de asentir mientras en su interior solo quería llorar y suplicar que no se le acercase aquel alto señor. Sí, Alucard lograba aterrarla con nada más que su presencia, y es que era jodidamente alto, de hombros anchos y además su mirada no era muy agradable y no gritaba "Sí, amo al mundo y a todo ser vivo que lo habite, no dañaría ni a una mosca". Aterrador sin duda.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora