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― Pobre pequeño...

Camelia observaba a un niño no mayor a 10 años en el orfanato, sentado en un rincón. El pequeño estaba completamente solo, llevaba tan solo una semana ahí y si bien era tímido, su actitud ya rozaba lo asocial, jamás hablaba con otros niños y lloraba todo el tiempo.

Extrañamente, ese niño le recordaba mucho a Zack. Quizá porque sus ojos eran similares y cuando Zack tenía su edad solía hacerse un "peinado" (si así se le puede llamar a su cabello desordenado) similar.

La joven sacudió la cabeza, intentando alejar los pensamientos acerca de aquel enfermo, no deseaba pensar en él ni recordarlo con cariño, pero algunas veces le era inevitable recordarlo y quizá sonreír un poco incluso si eso después lograba hacerla sentirse culpable.

La castaña levantó la mirada al escuchar unos pasos bastante familiares, Aksel iba apenas llegando, lucía exhausto y a punto de desmayarse, su piel estaba más pálida de lo habitual y, naturalmente, la joven monja estaba preocupada por su mejor amigo/hermano de otra madre.

― Aksel, ¿estás bien?

Una suave y cálida sonrisa fue dirigida hacia ella, en su cabeza no cabía duda de que aquel rubio era un ángel, tan hermoso y tan... amable, con ella y con todas las personas en particular. Era simplemente imposible verlo y no adorarlo.

― Estoy bien, sólo algo cansado.

Incluso su voz era una suave caricia a los oídos, una voz cálida y amistosa, llena de amor paternal; suave y profunda.

Los ojos ámbar del rubio se posicionaron sobre aquel niño llorando en un rincón mientras pareció aterrorizarse aún más por ser mirado.

― ¿Ha comido algo el pequeño?

Incluso cuando se encontraba tan exhausto seguía preocupado por los demás. Aksel era la mejor persona que jamás pudo conocer sin duda alguna, lo amaba demasiado.

― No, se ha negado a moverse de ese rincón, incluso me mordió cuando intenté tocarlo.

Observó aquellos pequeños soles ambarinos dirigirse al pequeño con preocupación, un pesado suspiro seguido de gritos de reproche y suplicas para ser bajado.

― Debió pasar por algo terrible.

Aksel sostuvo al pequeño en sus brazos mientras esquivaba sus puñetazos y patadas.

― Debió ser una pesadilla, pobre pequeño.

― Lo llevaré a comer algo y me iré a dormir.

Camelia se limitó a asentir con la cabeza, observando en silencio como entre risas y chistes tontos, el paladín se llevó al menor en brazos. Una sonrisa apareció en su rostro, en su cabeza, no podía haber tomado una mejor decisión que estar junto a él. 

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Alucard observaba a su maestro abrazando a la pequeña Bella, al borde de las lágrimas.

― Por un momento te creí muerta, Bella.

― Lo siento, ¿estaba preocupado?

― Eso ya no importa. Dime, ¿estás bien?, ¿te duele algo?, ¿requieres de algo?

― No, maestro. Estoy bien, sin embargo, estoy preocupada.

― Habla.

La ronca voz de Alucard resonó en el silencio, con tan solo pronunciar esa palabra a secas consiguió que su querido amo lo mirase con ira, aún resentido por su... "discusión" anterior. Oh... incluso esos ojos cargados de rabia junto a ese ceño fruncido y sus labios en una pequeña línea recta eran la cosa más hermosa que el vampiro había visto jamás. 

Todo lo que deseaba era hacerlo suyo, encerrarlo, encadenarlo y conseguir que dependiera enteramente de él. ¿Quizá cortar todas sus extremidades? Sí, así conseguiría escuchar su nombre a cada momento, para atender felizmente cualquier necesidad de aquel hermoso joven de ojos oscuros como la noche, ojos que tragaban cualquier luz... ¿Quizá cortarlo en pedacitos? Dios, sí. Así estaría con él todo el tiempo, así podría devorar cada pequeño pedazo de su cuerpo, llevarlo en su interior de una forma más íntima y profunda de lo que lleva a sus vasallos con él. 

Oh, mierda, si seguía con eso estaba seguro de que tendría una erección y sinceramente, cuando se trataba de su pequeña obsesión, todo su sentido de la moral se desvanecía en un instante, no le importaría ir y tomarlo frente a esa niña. ¿Quizá debería hacer algo así? Así todo el mundo podría saber a quién le pertenecía ese precioso cuerpo bajito... tan frágil, tan... hermoso.

― ... y eso fue lo que escuché.

La voz de la joven junto a la pálida tez de su amo trajo al vampiro de regreso a la realidad de una bofetada. Mierda, había olvidado prestarle atención a esa niña. Pero no era su culpa, Zack era tan guapo que simplemente lo distraía, con solo una mirada lo hacía perder la razón del momento y lograban adentrarlo en sus fantasías, hundiéndolo más en ese insaciable deseo, ese profundo y enfermizo deseo por aquel chico de hebras negras.

Además, ¿qué importaba prestarle atención a esa chiquilla? estaba mirando la cosa más preciosa de su larga y aburrida existencia, no iba a perdérselo por las palabras de una jovencita.

En cuanto Alucard observó al joven levantarse de su sitio y salir de la habitación, se dispuso a seguirlo como siempre. No iba a dormir, no lo necesitaba de cualquier manera, era más importante observar a su pequeño y frágil maestro.

Zack caminaba hacia su estudio, repentinamente se detuvo provocando que el vampiro lo hiciera de igual forma. Lo observó sobre su hombro, ojos perdidos en él, una enorme sonrisa que mostraba sus peligrosos dientes, podía observar el brillo de locura en esos ojos y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Sin embargo, no estaba aterrado. De alguna manera, aquel temible ser no le provocaba miedo alguno. 

En su lugar, solo sacó un pañuelo de su saco y se lo extendió, observando como el mayor pareció salir de su trance mientras pestañeaba y tomaba el pañuelo con una mirada de confusión.

― Estás babeando, úsalo.

Alucard limpió el hilo de saliva que accidentalmente brotó de sus labios utilizando el dorso de su mano. No se le hacía raro haber babeado con solo mirar a su maestro mientras guardaba aquel pañuelo, no iba a ensuciarlo por nada en el mundo. No iba a eliminar la placentera esencia de Zack impregnada en aquel pañuelo.

― ¿Sigues molesto?

― Lo estoy, así que deja de seguirme. 

― No quiero hacer eso.

― Alucard, vete a dormir. En serio, no quiero tenerte cerca.

El vampiro entonces pudo notar la seriedad en la voz de Zack. Parecía afectado por algo; por el momento no iba a insistir. Aunque, por supuesto, no iba a apartarse, sólo iba a salir de su vista.

Zack suspiró con algo de alivio al ver al rey de los no muertos atravesar una pared y desaparecer de su vista. Ahora podría enfocarse por completo en el problema que tenía en frente, uno bastante serio.

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Una disculpa por haber desaparecido por dos meses, tuve unos... problemitas que me dieron un bloqueo creativo, pero ya volvimos, ya ando al cien, lista para terminar el fic, mis amores.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora