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― Tú... ¡ramera estúpida!

Una patada en su abdomen provocó que aquella menor de tan solo cinco años cayera al suelo con el aliento escapando de su cuerpo, comenzó a intentar recuperarlo con desespero fallando cada vez.

― ¡Si hubiera sabido que sería así, entonces no te habría tenido!

Si, eso habría sido mejor para ambas. Llevaba cinco años con esa niña y no se había dignado a siquiera intentar nombrarla, lo más cercano a un nombre era el apodo favorito de su madre "pequeña zorra".

Aunque le gustaba pensar que era llamada así por el color cobrizo de su cabello y su agilidad para correr y esconderse cuando esos hombres llegaban a su casa y no por que la despreciara, incluso si sabía que ese era el caso.

― ¡Largo de aquí, largo!

Entre jalones, insultos y patadas esa pequeña terminó en la calle, la dura y fría calle, difícil para un adulto, imposible para una pequeña de esa edad.

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Eran cerca de las 2 de la madrugada, cuando Bella caminaba por los oscuros y desolados pasillos de aquella enorme mansión, cuando escuchó un constante tecleo, producto de las máquinas de escribir.

Se acercó de la manera más silenciosa que sus pantuflas le permitieron hasta asomarse por el umbral de una puerta, estaba frente a la biblioteca. No recordaba haber visto una máquina de escribir en ese sitio, así que debió ser llevada en ese mismo momento.

Entrecerró los ojos al observar una silueta iluminada por una vela en uno de los escritorios, estaba bastante concentrado escribiendo algo. Cualquier reporte textual debía ser ordenado por el joven maestro, así que... ¿Qué estaba escribiendo?

Se adentró en el sitio apreciando como aquel joven se tensaba y detenía su tecleo, mirándola durante unos momentos antes de bajar de nuevo la mirada a la hoja, repitiendo la acción un par de veces antes de reír con nerviosismo.

― Bella, ¿Qué... Qué haces aquí a esta hora? 

― Eso me gustaría preguntar. No hay máquinas de escribir aquí, así que... ¿qué escribes?

― ¡Ah, bueno, eso! Solo es una carta para mi querida familia.

― Es así...

No estaba nada convencida, ni de cerca. ¿Familia? Había leído los expedientes de todos los sirvientes de la mansión y si bien le tomó varios días memorizarlos... bueno, el tipo era un huérfano.

En cuanto se acercó lo suficiente, la mano de aquel hombre se posó en sus ojos impidiéndole mirar que había escrito.

― Por favor, es privado.

― Solo intento asegurarme.

― ¿Acaso no confías en mí?

― No, no lo hago.

― Bien, bien. Echa un vistazo.

La mano fue retirada de sus ojos, y tan solo alcanzó a leer medio párrafo antes de recibir un fuerte golpe en la parte trasera de la nuca con la intención de dejarla inconsciente o matarla, sólo pudo sentir la sangre caliente bajar por una herida recién abierta.

Se giró rápidamente y tomó al hombre por el cuello mientras le arrebataba aquella porta velas con la que había sido golpeada segundos atrás.

― ¿Reporte general? ¿A quién le informas lo que ocurre aquí?

Gracias al shock de notar que aquel golpe potencialmente mortal no pareció hacerle ni cosquillas, Bella golpeó con el dorado objeto el rostro de aquel hombre un par de veces, manchándolo de sangre mientras su mano se salpicaba.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora