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Un sitio público, con nada más que tres mesas ocupadas sin contar las suyas.

Eran apenas las 8 de la mañana, más que entendible lo vacío de aquella elegante cafetería, Zack sentado en una mesa continua a la suya, él sentado junto a Bella frente a una chica de cabello castaño y unos ojos considerados hermosos, de un color avellana.

Observó a su maestro comer una rebanada de pastel de fresas con crema en silencio, con un hombre sentado frente a él con nada más que un vaso de agua intacto, dicho hombre estaba tenso y lo miraba con evidente molestia.

Un obispo y una paladín vestidos de civiles. Definitivamente en 31 años la iglesia había cambiado sus... formas.

Los ojos oscuros del joven eran atrayentes y peligrosamente atrapantes para el vampiro, pero mirar esos ojos lo molestaba en ese mismo instante. No lo miraba a él ni a Bella.

Miraba a la mujer sentada frente a ellos, ella le devolvía la mirada cargada de hostilidad; muchas veces la miró dirigir la mano a su cadera, dispuesta a dispararle con el arma que llevaba escondida.

— No creo haber dejado mis ocupaciones de lado para venir a que me observen comer, ¿cierto?

Alucard observó de reojo justo a su lado al haber escuchado el brusco sonido de un cubierto chocar contra el plato de porcelana logrando romper por un segundo la tensión. Bella accidentalmente había dejado caer la cuchara en su plato, no podía comer correctamente estando tan cerca de aquel hombre con gabardina roja.

El de ojos carmín podía sentir el terror de la chica, y realmente le era gracioso. No le temía por que pudiese asesinarla, le temía simplemente por ser más grande que ella.

— No, no es así.

— ¿Entonces? Lo escucho.

— Yo... bueno, nosotros estábamos interesados en conocerlo y admirarlo de cerca, quizá intercambiar unas palabras y permanecer en buenos términos.

— ¿"Nosotros"?

— La iglesia.

Zack observó nuevamente de reojo a la mujer y de manera inconsciente relamió sus labios antes de bajar la mirada a su rebanada de pastel a tan solo un par de cucharadas de terminarse.

Eso había sido suficiente para Alucard, ¿quién era ella y por qué su maestro la miraba con tanta...tristeza? Quería entrar en la cabeza de ambos y averiguarlo, pero por órdenes previas ("no uses ninguno de tus trucos raros, no quiero provocar mayor hostilidad") no podía hacer nada más que observar la situación e irritarse; aunque estaba sorprendido de sí mismo, no era alguien obediente ni con la misma Integra, pero ahí estaba acatando órdenes.

— Muévete.

Observó a Bella levantarse y alejarse lo más rápido que sus cortas piernas le permitieron, incluso se tropezó en el proceso. Alucard se levantó y salió del establecimiento en silencio, dejando a los presentes con una sola pregunta; ¿a dónde iba?

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Ninguno de los presentes habló en el camino a casa, Bella no tenía nada que decir y Zack tenía mucho en que pensar como para intentar conversar. Sí, había percibido la hostilidad disfrazada de aquel obispo, no confiaba en los buenos términos que mantenían, pero tampoco iba a cambiar eso.

Al entrar a la oficina listo para enviar una carta a Integra, pegó un pequeño saltito por el susto que le provocó ver al vampiro sentado en un rincón sobre una silla giratoria. Observó su mirada perdida y sus manos temblorosas, ¿qué mierda con eso?

No dijeron nada, tampoco el joven cuestionó a dónde había ido hacia unas horas. El silencio reinó hasta que fue interrumpido por el sonido del bolígrafo en el papel seguido de la ronca voz de Alucard.

— Así que, Camelia.

Dichas palabras provocaron que el de ojos oscuros perdiera la razón por un momento, deslizando la pluma bruscamente en vertical arruinando la hoja. Levantó la mirada al mayor apreciando como lo miraba fijamente a los ojos con una sonrisa que conocía demasiado bien.

— ¿Qué acabas de decir?

— Te acostabas con una paladín, sí que tienes un... talento para atrapar peces gordos. ¿No es así, maestro?

Al vampiro no debía importarle, no debía estar cuestionando que hizo o que no hizo aquel joven en el pasado, pero ahí estaba, afirmando cosas de las que ni estaba seguro. Todo por un simple y estúpido motivo; no le gustaba que Zack le haya dado tanta atención a esa dama.

Lo observó con atención, como azotaba la mano en el escritorio, se levantaba y caminaba lentamente hacia él; en silencio, con una expresión que nunca había visto antes, una expresión muerta.

Se detuvo justo cuando las puntas de sus zapatos se tocaron y se inclinó, apoyando las manos en el respaldo de la silla, acercándose más al vampiro, mirándolo con una ira tan profunda que pasaba desapercibida fácilmente.

— No te atrevas a decir algo como eso de nuevo.

Sí... ¡sí! tenía toda su atención, nadie más que él tenía la atención de aquel menor de hebras negras, lo miraba a él y a nadie más. ¿No podían permanecer así más tiempo?

— ¿Por qué? ¿Es vergonzoso?

— Eso jamás pasó, nunca hubo ni habrá nada como eso. Es jodidamente vergonzoso siquiera pensarlo.

Entonces Zack es un tipo tímido, completamente lo opuesto a su confiada y extrovertida personalidad.

— No tienes por qué avergonzarte, si sucedió entonces solo acéptalo.

— ¡Que no! Maldito anciano terco.

La desilusión creció rápidamente en el pecho del vampiro al observar al menor alejarse y tomar asiento de nuevo tras el escritorio con las orejas algo rojas.

— Nos criamos juntos y por eso la conozco, pero jamás paso nada de "eso".

— Ya, ya. Un niño tímido, entiendo.

— ¡No soy tímido!

— Como diga, señor orejas rojas.

Zack llevó instintivamente las manos a sus orejas, sintiendo lo caliente que estaban; antes de poder reclamar algo más al vampiro, lo miró salir con el ceño fruncido. Otra vez.

¿Desde cuándo Alucard estaba tan... desesperado por atención? No presto atención a sus pasos incluso cuando tropezó con Bella y la notó al borde de la desesperación pidiendo perdón hasta por haber nacido. La ignoró y siguió su camino, tenía demasiado en la cabeza.

¿Se había enfadado en la mañana? Sí, ¿había investigado a la joven paladín? tal vez, ¿la situación reciente lo había irritado más? sin duda alguna. 

Su mente se nubló por un momento al haber tenido a ese joven tan cerca mirándolo de esa forma tan encantadora, lo aterraba haber pasado por eso ya que sabía bien lo que significaba. ¿Desde cuándo? ¿Cómo había iniciado? ¿Desde el momento en que vio esos ojos oscuros brillando con determinación? ¿Desde hacía unas horas, días, meses, todo el año que llevaba con él? 

Lo deseaba. 

Y no estaba seguro de hasta que limite.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora