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Alucard se estaba divirtiendo como años antes pudo llegar a hacerlo. Las órdenes de Integra habían sido claras, no asesinarlos, tan solo asustarlos y divertirse un poco.

Deseaba desobedecer esa orden con todas sus fuerzas y alimentarse en ese momento, pero lastimosamente eso tiraría el tiempo de su ama a la basura.

Las manos recién cortadas por el arma bendita se desvanecieron antes de regenerar nuevamente junto a la herida en su garganta. Podía en un pestañeo estar frente al joven otra vez, pero ¿qué tenía de divertido aquello? era mejor otorgarle algunos segundos de ventaja para verlo seguir aferrándose a su vida con uñas y dientes. 

Era consciente de que aquel joven lo había notado, Zack sabía perfectamente la clase de brecha que había entre ambos incluso si el menor tuviese habilidades más pulidas. Por la forma en que había sido mirado había percibido como el de ojos oscuros sabía que no podía matarlo, que, si bien la inmortalidad era un mito, él no era capaz de hacer nada más que ganar segundos de ventaja.

Salió de la habitación con pasos un tanto apresurados, para hacerle saber que iba detrás suya y regocijarse más con su desesperación. Al parecer Zack ya no buscaba matarlo como pudo haber sido al primer disparo, pero eso no parecía detenerlo; buscaba salir con vida, pero llevarse a Integra con él.

Perfectamente pudo haber escapado solo como lo hizo aquella otra jovencita, pero no, él buscaba con desespero a su maestra.

Al lograr visualizarlo corriendo por uno de los pasillos, su sonrisa se ensanchó y disparó nuevamente. Era evidente que todos sus disparos erraban a propósito, pero la mayoría de ellos habían conseguido abrirle heridas no muy profundas en distintas partes del cuerpo dañando su ropa en el proceso.

El pulcro traje negro que portaba aquella noche estaba rasgado y aquella camisa oscura llevaba manchas de sangre muy bien camufladas. Alucard sentía que salivaría en cualquier segundo, el aroma de dicha sangre lo estaba volviendo loco, deseaba ir y lamerla, consumir hasta su última gota de sangre y con ello adueñarse de la vida del joven.

Zack debía apreciar el enorme esfuerzo que hacía por contenerse a sí mismo y no arruinarlo en ese mismo instante. 

— ¡Señora Integra!

A pesar de que el joven gritaba por su ama entre jadeos, no iba a hallarla a menos que llegase a su habitación. ¿Cómo no se le había ocurrido revisar ahí primero?

El vampiro apresuró sus pasos logrando empujar al joven y tirarlo en el pasillo, se posó encima suya y metió el cañón del Jackall en la boca del menor. Soltó una carcajada en cuando apreció como ni esa amenaza tan directa logró hacerlo retroceder o llorar, en su lugar estaba siendo mirado con una profunda rabia. 

Su mirada le recordaba mucho a la forma en que lo había encontrado hacía unos meses atrás. Podía apreciar en su mirada como Zack deseaba asesinarlo y sin embargo estaba resignado a que le era imposible.

Escuchó un seguro y miró de reojo hacia su derecha, el arma bendita apuntaba directo a su cabeza. Miró hacia abajo nuevamente y notó como la katana del joven apuntaba debajo de su mandíbula.

Sus risas se hicieron audibles mientras notaba como el joven se tensaba y las armas eran sostenidas con más fuerza. 

— ¡Ni siquiera en esta situación retrocedes! ¡Incluso si ya sabes que no me matarás!

Fue capaz de sentir como la mandíbula del joven hacía presión alrededor del arma, mordiéndola con fuerza incluso si quien se perjudicaba más con dicha acción era él mismo.

Zack disparó al mismo tiempo que la katana era clavada con fuerza en la cabeza de Alucard, observó su cuerpo tambalearse hacia un lado y aprovechó para levantarse, tiró del sable y por un momento sintió unas intensas ganas de vomitar al notar como la cabeza del vampiro se partía a la mitad.

Alucard lo escuchó correr nuevamente antes de regenerar mientras negaba y reía por lo bajo. Las armas benditas genuinamente lograban que cada herida doliese como el infierno y que su regeneración fuese tan solo unos segundos más lenta de lo habitual; estaba fascinado, maravillado con aquel joven.

Si fuese un vampiro con un nivel más bajo que el suyo o el de Seras, definitivamente estaría muerto desde el primer disparo. ¡El joven que sería su nuevo maestro era extraordinario! Se encargaría de pulirlo y volverlo la mejor versión de sí mismo, quizá incluso llegaría a tener la habilidad suficiente para matarlo debido a que la determinación ya la tenía.

Lo escuchó correr escaleras abajo y se apresuró a seguirlo. Zack corría por las escaleras con las armas en mano, no se preocupaba por el hecho de que la katana no llevaba su funda y con un movimiento erróneo acabaría muriendo por su propia mano. 

No encontrar a Integra significaría tener que correr de nuevo y recorrer toda la maldita mansión, si con tan solo explorar pasillos en los dos pisos superiores estaba exhausto no quería imaginar cómo sería recorrer toda la mansión.

Estaba a menos de tres pasos de la habitación de Integra, no pudo dar un paso más ya que sintió como su cuerpo era azotado contra una pared, su cuello fue tomado con algo de fuerza y su cuerpo fue elevado del suelo mientras aún era apoyado en la pared.

Su cuello fue tomado de tal forma que aún podía respirar y hablar con mucha dificultad, pero podía hacerlo al menos. Observó al vampiro que lo sostenía contra la pared y apuntó sus armas hacia su cabeza, sin embargo, notó como otro par de manos se hacían presentes y estas se encargaban de sostener sus muñecas imposibilitando cualquier intento de atacar que pudiese tener.

— ¿Por qué buscas a Integra con tanto desespero?

Alucard escuchó la entrecortada risa del joven y lo escuchó hablar con tanta confianza que quiso reír junto a él en algún punto de sus palabras.

— ¿No has escuchado que si le entregas dulces a las ratas las tendrás comiendo de tu mano?

— ¿Te ha entregado dulces?

— Me entregó algo más valioso que dulces. Le debo mi vida.

— Yo fui quien te recogió. Yo te encontré sufriendo y le sugerí adoptarte como candidato a sucesor.

Zack sintió un escalofrío al notar como el vampiro movía su pulgar unos centímetros antes de acercarse peligrosamente a su cuello y suspirar sobre su piel, jadeó ante la sensación y la profunda voz hablando tan cerca de su oído.

— Es a mí a quien le debes la vida.

Alucard soltó una corta risa al observar cómo negaba con la cabeza, lo sabía, Zack siempre trataba de mirar los dos lados de la moneda y ser lo más crudamente realista posible. No se equivocaba con lo mencionado.

— Agradezco lo que hiciste. Pero ella pudo negarse y en ese momento me habrías devorado, ¿no?

— Correcto, jovencito.

— En su lugar me aceptó, se encargó de mis comodidades, mi salud y educación. 

— ¿Y ya por eso le debes la vida?

— Sí, ya por eso le debo la vida. No planeo dejar a la mujer que me entregó todo cuando no tenía nada junto a un vampiro demente, quizá no pueda hacer mucho contra ti, pero si al menos ella puede huir estaré satisfecho.

Zack escuchó una risa que acompañó a la del vampiro seguida de unos aplausos con ciertos segundos de silencio entre uno y otro. Miró a su izquierda y pudo observar a Integra salir de la habitación, siendo ella quien aplaudía.

— ¿Ha sido suficiente, Integra Fairbrook Wingates Hellsing, mi ama?

— Más que suficiente.

Alucard entonces se encargó de liberar al joven, bajándolo con cuidado y caminar hacia otra dirección. Tenía cierta presa que había huido despavorida y debía ser devorada pronto.

— ¿Qué... no estaba loco o algo así?

— Felicidades, Zack. Oficialmente eres el único heredero de Hellsing.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora