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— ¡Joven señor!

Zack desvió la mirada de las hojas en sus manos hasta terminar en el uniformado que acababa de entrar.

— ¿Sí?

- Algunos de nuestros infiltrados en el vaticano informaron que al parecer llevaron a un familiar suyo y lo presentaron como sacerdote.

El joven se mostró sorprendido. ¿Aksel, sacerdote y sin preparación previa?

— Gracias, ¿es todo?

— Sí, con su permiso. Me retiro.

Zack observó al subordinado retirarse antes de salir a toda prisa de la oficina, realizaría algunos pendientes antes de ir a buscar a quien pudiese brindarle información sobre el asunto. Józef.

— ¿A dónde iremos?

Casi salta del susto al escuchar la repentina voz de Alucard detrás suya. Estaba acostumbrado a que apareciese de la nada, sin embargo, estaba demasiado distraído y no lo esperaba en ese momento.

— Iré a buscar mis trajes nuevos con el sastre y -

El par de hombres se detuvieron al encontrar frente a ellos a la menor quien trapeaba el pasillo.

— ¿Qué haces?

— Bueno, no tenía nada que hacer, así que encontré algo, ayudar un poco en la limpieza.

Zack se cruzó de brazos y la miró de arriba a abajo antes de asentir. 

— ¿Sabes servir el té?

— ¡Sí! Obtuve educación para ser sirvienta, pero me descartaron del puesto y.... bueno, pasaron cosas.

El joven rascó su nuca antes de asentir. Tarde o temprano le daría detalles y si no ya se enteraría por su cuenta.

— En cuanto llegue hablamos, mientras tanto sigue en lo que estabas. Cualquier cosa eres libre de consultarlo con Seras.

— Gracias, joven señor.

Zack miró la hora en su reloj y suspiró con pesadez. Cinco de la tarde, faltaba muy poco para que cayera la noche. Gracias a sus pendientes iba a cenar a destiempo, pero que importaba. 

Pasaron horas en las que la menor limpiaba a detalle los cuadros y objetos frágiles de la mansión; sabía bien que los sirvientes se lo habían pedido por si rompían algo ya tenían a quien culpar. 

Estaba algo asustada, no precisamente del joven señor de la casa. Si no por aquel hombre alto de gabardina roja que siempre estaba detrás suya, como su sombra; no le gustaba la forma en que la miraba. No era una mirada lasciva o similar, parecía ser una mirada hostil, una mirada de alguien que solo quería eliminarla de este mundo e incluso si eso era difícil no era imposible.

— Es hora de cenar, ¿vamos?

La menor miró por encima de su hombro a la rubia mujer detrás suya quien contraria al hombre en quien se encontraba pesando hace un segundo, sonreía con amabilidad y hasta parecía enternecida de verla usar su uniforme.

— Termino con este jarrón y en seguida.

— Tus brazos son preocupantemente delgados, ¿puedes cargarlo?

— Sí, no es tan grande o pesado como podría imaginar.

Seras ladeó un poco la cabeza mientras llevaba las manos tras su espalda, observando a la joven. Era pálida y ojerosa, además de que su cabello siempre se encontraba en un estado caótico, despeinado y al parecer enredado; no era una jovencita común que prestaba atención a su imagen, era una jovencita que buscaba mostrar su utilidad incluso como sirvienta.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora