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- Señora Integra.

- ¿Sí?

La mayor miró al joven de hebras negras al mismo tiempo que sus alumnas también fijaban su atención en él.

- Necesito ir a buscar unas pertenencias al pueblo donde solía vivir; me gustaría que me conceda permiso de ir.

- Entrenarás el doble en tu día libre.

- Sí, señora.

- Irás con Alucard.

- Gracias, señora.

Ninguno de los dos necesitó decir más; su desayuno continuó en silencio siendo interrumpido únicamente por los comentarios y distintas preguntas de las compañeras de Zack.

Horas después, Alucard se encontraba cruzado de brazos de pie frente al escritorio de su ama. 

- ¿Por qué debo ir yo? Perfectamente pudiste enviar a Seras.

- Tú lo encontraste y por ti es que lo consideré como candidato. Se ha vuelto tu responsabilidad.

- Entiendo.

¡Que oportuno! Si fuese creyente estaría seguro de que ahí tuvo que haber intervención divina; tendría la oportunidad de acercarse por más tiempo al joven y disfrutar del aroma de su sangre, ojalá se lastime en aquel lugar por las ramas de los árboles o algo similar y así pudiese probar, aunque sea una miserable gota de aquel dulce néctar.

Salió de la oficina atravesando la pared y caminó por los pasillos logrando apreciar a la luna por los distintos ventanales de la mansión; brillaba intensamente, como si fuese una versión grisácea del sol.

Eran aproximadamente las 8 de la noche y Zack ya dormía profundamente; lo escuchó mencionar el hecho de que usaría sus horas de práctica de esgrima con él para ir al pueblo.

Entró a la habitación del joven y lo observó en su cama, quejándose incluso mientras dormía. Todas las noches era lo mismo, con cada pequeño movimiento sus músculos dolían y soltaba quejidos; por la mañana era perfectamente capaz de guardar silencio.

Se acercó más, apoyando sus manos en la cama e inclinándose sobre ella; rozando su nariz con el cuello extendido del menor. Gracias a sus terribles posturas era capaz de tener ese libre acceso a su cuello, inhaló el aroma de su piel, extasiándose por sentir y escuchar su flujo sanguíneo bajo aquella piel. Estaba a milímetros de la yugular y con un solo movimiento podía atravesarla, drenarla y finalmente satisfacer esa fantasía suya.

Lo escuchó quejarse una vez más y se alejó rápidamente al ver como agitaba una mano en el sitio donde se encontraba anteriormente.

- Fuera mosquito.

¿Mosquito? ¿Había escuchado bien esa palabra? Bueno, ambos eran unos chupasangres; pero compararlo con un mosquito...

Llevó una mano a sus labios buscando contener su risa, lo consiguió a la larga.

Salió de la habitación mientras rascaba su nuca con diversión, era la primera vez que alguien se atrevía a compararlo con un mosquito y salía vivo de ello.

 Zack despertó y se encargó de silenciar el reloj en el buró. Se estiró y gimió de satisfacción al sentir sus huesos crujir y sus músculos relajarse un poco; no era un tipo musculoso, pero al menos ya podía soportar el culetazo de las armas sin queja alguna.

Siempre despertaba media hora antes de lo necesario para prepararse adecuadamente; no es que quiera perfumarse y arreglarse, le hacía falta darse un baño para despejar el sueño.

Alucard se encontraba de pie fuera de la mansión, en su lugar habitual de encuentro. Divisó al joven salir del lugar con su habitual vestimenta la cual consistía en pantalones de vestir, una camisa blanca de mangas largas y zapatos negros; sin embargo, lo que llamó su atención era ver que usaba una gabardina.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora