39

398 77 10
                                    

Una semana había pasado desde que el pequeño había llegado a la mansión, y no se despegaba ni un poco de Bella. Despertaba a la misma hora que ella y se iba a dormir al mismo tiempo que ella; también se llevaba aparentemente bien con Seras, pero era indudablemente más cercano a la más joven.

¿Alguna conexión de víctimas? Posiblemente.

Al escuchar por el radio a uno de los guardias avisar de la presencia de un paladín y un obispo en el portón, inevitablemente el pequeño comenzó a temblar y a llorar mientras Bella se tensaba e intentaba no acabar llorando igual que el pequeño. 

― ¿Vienen por mí? Hermana Bella, no quiero que me lleven.

La joven de cabello cobrizo solo podía permanecer en silencio, su tez pálida y su corazón latiendo fuertemente. Un momento, ¿hermana?

Se giró a mirar al pequeño, notando a su joven maestro detrás de él. 

Zack posó una mano en el hombro del pequeño quien inevitablemente saltó por el susto inicial y casi gritó, pero guardó silencio al notar como el joven lo cargaba y acariciaba su cabello de manera reconfortante, dejándolo apoyar la cabeza en su hombro.

―No te quedes ahí mirando, Bella. Lleva a los invitados a mi oficina.

Sin decir nada, Zack caminó hacia la habitación de la joven maid con el pequeño en brazos y lo dejó en la cama, observando cómo se aferraba a las mantas y lo miraba horrorizado, hasta que el mayor de ambos lo arropó y le entregó un peluche de un perro color negro.

―Quédate aquí. Bella vendrá después de que esa gente se vaya, ¿entendido?

Lo miró asentir con la cabeza mientras lo miraba con ojos brillantes y se aferraba al perro de felpa.

Salió de la habitación y cerró detrás suya, tan solo dio un par de pasos antes de sentir la más que familiar presencia de Alucard caminando detrás suyo.

― ¿Le gustó?

―No sabía que te importaba tanto regalarle un perro de felpa a un niño, Alucard. Además, pudiste dárselo tú mismo.

―Lo sé.

Su conversación se vio terminada al alcanzar la puerta de la oficina, donde el vampiro abrió primero y entró para dejar pasar a su maestro. 

En cuanto Zack puso un pie en la oficina, el paladín y el sacerdote se levantaron. El joven maestro tomó asiento detrás del escritorio, dejando que un rato después Bella entrara a servir tazas de té y bizcochos para él y los invitados.

Alucard permaneció en silencio, de pie detrás de su joven maestro mientras Seras entraba a la oficina y se posaba detrás de los religiosos, observándolos sentarse y pestañear algo incómodos.

El joven de orbes oscuros dio un sorbo a su taza de té y miró al par de invitados mientras bajaba la taza a la fría madera del escritorio de nuevo.

― ¿Puedo saber a qué debo su visita, obispo?

Directo al punto, sin un cordial saludo ni una pregunta extra de cortesía. El mensaje era claro "di lo que quieras y lárgate"

―Claro, joven señor.

― ¿La hermana Camelia estuvo aquí recientemente?

Ante la intranquila voz del paladin, Zack sonrió ligeramente; ladeando ligeramente la cabeza como una señal de "no entender" a qué se refería.

― ¿Quién?

―Le suplico que no finja demencia, sabemos que se conocen de la infancia. 

―Ah, esa Camelia. Por un momento creí que se referían a alguien más.

El más joven de la habitación seguía dando sorbos a su té de forma tranquila, limitándose a observar de manera despreocupada como el líquido en las tazas de los religiosos lentamente se enfriaba y no eran tocadas.

―Sólo queríamos saber si dijo algo importante.

― ¿Importante? No lo creo, como deben saber nuestra relación no es la mejor. ¿Qué cosa importante podría decirme la chiquilla?

Observó el alivio en los hombros de los hombres, notándolos un poco menos tensos.

― ¿Cómo han ido las cosas con la señora Integra?

El cambio en el tema de conversación fue repentino, y Zack solo tuvo dos hipótesis al respecto; querían saber si al final si se quedaría con Hellsing o si Integra planeaba recuperar su puesto, o bien, ya no sabían que decir.

―Afortunadamente mi madre goza de buena salud y su vida ha ido de maravilla, alejándose cada vez más del peor de sus males.

― ¿Vampiros?

―Estrés.

Tras una larga conversación sin importancia, el joven maestro despidió a los hombres.

―Lo que sea que le haya dicho la hermana Camelia, es una mentira. No le recomendamos creerle.

Zack supo inmediatamente a lo que se referían, pero solo fingió demencia nuevamente mientras estrechaba las manos de los hombres y dejaba a Bella guiarlos a la salida.

―Aquí debe haber algo más.

― ¿Eso crees?

―Tráeme las investigaciones realizadas sobre la iglesia.

Al vampiro no le tomó más de un minuto acatar la orden, dejando par de documentos en el escritorio, donde el joven comenzó a leerlos mientras Bella se encargaba de limpiar y ordenar el sitio antes de irse a ver al pequeño en su habitación.

―La iglesia ha ocultado con éxito miles de casos de violaciones a menores, metiéndolos bajo la alfombra como si nunca hubiesen ocurrido.

Alucard observó a su adorado pequeño pensar y enlazar hipótesis por su propia cuenta.

―Es tan común que para ellos esto no debería ser gran cosa, no debieron tener la necesidad de venir hasta aquí y mucho menos por un niño que se supone no conozco.

Zack levantó la mirada hacia el vampiro, sus ojos brillando en la determinación que tanto volvía loco al mayor.

―Aquí pasa algo más. Seras, ordena a nuestros espías en la iglesia buscar la forma de entrar a ese orfanato a mirar de primera mano.

―Como desee.

Sin decir más, la rubia dejó la oficina dejando a los dos hombres solos.

―Zack.

―Dime.

―No me mires así.

― ¿Por qué?

―Se me para cada vez que lo haces.

El vampiro lo observó reaccionar, sonrojándose para después echarse a reír.

―A ti se te para hasta cuando respiro.

―No puedo decir que no.

El joven ignoró el pequeño coqueteo de Alucard y en su lugar se dedicó a releer los reportes de la iglesia, conectando ideas basándose en fechas y detalles pequeños como las reacciones del pequeño y lo poco que sabía gracias a Bella y el par de vampiros.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora