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 Camelia caminaba por los pasillos del orfanato del cual se encargaba junto a Aksel.

Observó la luz del sol radiante colándose por uno de los grander ventanales del sitio, se acercó y apreció al rubio jugando con los niños como si tuviese toda la energía del mundo incluso si ese no era el caso.

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 Padre, ¿por qué Zack es quien debe hacer todo?

― Es lo mínimo que puede hacer para pagar su gran error.

― ¿De verdad?

― Hija, si te hace algún daño no dudes en hablarme de ello, ¿sí?

Ya para que el mismo sacerdote que lo estuviese criado hablase así de él... Zack no debía ser la mejor de las personas, ¿o sí?

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La fémina continuó su camino hasta llegar a la salida del jardín, se acercó al grupo y tomó asiento junto al paladín. Inevitablemente, sus ojos brillaron al toparse con aquellos ojos ámbar radiantes, como si un pequeño sol habitase en ellos.

― ¿Puedo jugar?

― No lo sé, los niños tienen la última palabra.

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El pequeño de ojos y cabello oscuro se encontraba sentado en las escaleras de la iglesia, mientras cabeceaba producto del sueño que sus enormes ojeras solo hacían evidentes.

No había dormido para nada la noche anterior y con motivo, sus pequeñas manos de un niño de 11 años fallaron en apuñalar un venado y gracias a ello se vio en la obligación de despellejar y destazar al animal. Por su inexperiencia le tomó toda la noche y quizá varios cortes en las manos.

Con gusto se habría ido a dormir de no ser porque Camelia le pidió acompañarla, ¿a hacer qué? nada, absolutamente nada. Siempre era así, a la menor le encantaba perder tiempo y arrastrar al pequeño con ella incluso si luego sería regañado.

La castaña tomó asiento junto a él.

― Ven aquí.

Le permitió recargarse en su hombro y tan solo un par de minutos fueron suficientes para que el menor cayese profundamente dormido.

Una fuerte bofetada lo hizo tambalearse bajo la burlesca pero disimulada mirada de Aksel. Zack alzó la cabeza para mirar al sacerdote mientras por reflejo llevaba una mano a su mejilla.

― ¡Lo que hiciste fue una grave falta de respeto!

― No lo sabía, perdóneme.

― Vaya que dormir en el regazo de esa niña... no cabe duda, el pecado está grabado en tu alma.

― Sólo dormí, ¿qué tiene de malo?

― ¿Sólo dormiste?

Otra bofetada logró que esta vez cayera al suelo de aquella fría habitación, no hizo ningún intento por levantarse.

― Con acciones así inician los pensamientos impuros y después el pecado. ¿Acaso quieres ser como tu madre?

― ¿Tengo madre?

― No, no es así.

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― Honestamente, estoy preocupada por Bella.

Victoria se encontraba de pie frente a su amo en el jardín. Lo observó sentado en el pasto con el joven maestro recostado con la cabeza en su regazo, dormido de una manera profunda.

No estaba interesada en tener esa conversación con su amo en privado, mientras más supiese el joven maestro, mejor (aunque no escuchaba).

― ¿Hizo algo?

Alucard acariciaba los cabellos de Zack, deleitándose con su pausada respiración y la manera en que dormía tan tranquilamente en su regazo.

― No exactamente, lleva un par de semanas yendo a visitar a una joven, siempre en el mismo sitio.

― Una amiga fuera de la organización. No le veo lo peligroso siempre y cuando no le tenga mucha confianza.

― El problema es que la manera en que se conocieron me pareció... rara. ¿Cree que exagero?

― No lo creo.

― Tropezó con ella y tiró hojas blancas al suelo. ¿Se da cuenta de lo tonto que suena?

― Sin dudas es raro. Pero ¿a qué viene todo esto?

― Me gustaría vigilarla cada vez que salga.

― Yo no soy a quien debes preguntar.

― Entonces, ¿debería despertar al joven maestro?

Seras se inclinó un poco y extendió su mano hacia el menor, sin embargo, a tan solo centímetros de tocarlo sintió un golpe en el dorso de la mano con la suficiente fuerza como para quebrarla. Mordió su labio inferior con fuerza y retrocedió un paso al haber escuchado el crujido, tan solo un par de segundos bastaron para que regenerase.

La draculina observó a su amo, quien la miraba con el ceño fruncido mientras negaba con la cabeza.

― ¿Cómo te atreves a intentarlo? Espera a que despierte.

― S-si señor.

Al no haber nada más de que hablar, la rubia dio media vuelta y se retiró mientras masajeaba el área anteriormente afectada por su amo. Su sorpresa era evidente, estaba segura de que si fuese Integra a quien debía preguntar, Alucard no habría reprochado nada y él mismo habría concedido el permiso.

No lo había notado hasta ese momento, pero su amo había cambiado desde hacía un tiempo con la llegada de su nuevo maestro. ¿Quizás le recordaba a su juventud?

Una sonrisa se dibujó en sus labios, realmente le agradaba ese pequeño maestro. 

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Apenas eran las 10 de la mañana cuando Zack se encontraba en el comedor finalizando su desayuno.

Su atención terminó en un folder que fue colocado frente a él por una mano más que familiar.

― ¿Sí?

― La información que conseguimos anoche.

― Así que al fin aparecieron.

― Parecen tener la intención de detenerse.

El menor comenzó a leer los documentos, deteniéndose un par de segundos a apreciar aquella limpia y casi perfecta caligrafía.

― Si ya no hacía falta... ¿qué hacían allí?

― Eliminar sospechas. 

― Bella fue marcada como un fracaso, y dicen no necesitar más sangre para las pruebas. ¿Habrán tenido éxito con alguien más?

― Es lo más probable.

En realidad, estaban en problemas. Bella era un fracaso y lastimosamente el Jackal no terminaba con ella de la misma forma en que podría haber terminado con Alexander. Siendo ese el caso, si ya habían conseguido el "éxito"... Debía mejorar sus armas y rápido.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora