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— ¿Entonces?

Zack miraba al doctor de pie frente a él, aquel bajo hombre con bata blanca acomodó sus anteojos permitiendo al joven mirar por un momento sus arrugados y largos dedos, preguntándose a sí mismo si él podría llegar a una edad en la que sus dedos lucieran así también.

— Por más extraño que suene, está perfectamente bien. Sólo algo deshidratada y hambrienta.

— ¿Sí?

— Aunque hubo algo preocupante.

— Adelante, dígame.

El médico le hizo una seña con el dedo para acercarse mientras se inclinaba un poco hacia adelante, el joven de hebras negras se inclinó hasta llegar a su altura, permitiendo que murmurase en su oído.

— Había rastros de semen entre sus piernas, ropa y cabello. Me preocupa que sea una prostituta, es demasiado joven para eso.

Zack llevó una mano a sus labios como un gesto de sorpresa mientras asentía y ambos retomaban su postura inicial.

— Gracias por todo, doctor. Por favor, venga a realizar un chequeo la próxima semana.

— Claro que sí, señor.

Un claro gesto de disgusto se formó en el rostro del más joven en cuanto el doctor se perdió al final del pasillo. Apenas tenía 22 años, ¿qué era eso de señor? Estaba seguro de que aquel médico le llevaba al menos 25 años.

— Esa niña necesita un baño.

Zack entró a la habitación continua, arrastró una silla de madera junto a la cama donde descansaba una menor entre las sábanas. La dejaría dormir hasta despertar por su cuenta, lucía sucia y extremadamente cansada.

Tomó asiento y agachó la cabeza mientras soltaba un suspiro al escuchar una voz detrás suya.

— No hace falta que nos acompañes ahora mismo. ¿Sabes?

— No sabemos si esa niña es un peligro.

A pesar de que su mirada dirigida al vampiro dejaba ver que le parecía una afirmación estúpida, el menor no dijo nada más.

Y era cierto, aquello no había sido más que una excusa barata para estar ahí, cerca de Zack. Mirarlo desde la comodidad de su habitación era una cosa, pero estar presente junto a él era otra totalmente diferente.

Por el momento no había percibido hostilidad alguna por parte de la cansada niña. Eso podía cambiar en cualquier segundo y sí, debía estar ahí si eso llegaba a ocurrir.

Observó como Zack se inclinaba un poco sobre la cama y observaba a la menor detenidamente de pie a cabeza, a pesar de que estaba prácticamente envuelta en las mantas su silueta era perfectamente visible.

Entrecerró los ojos, ¿qué tanto la miraba así? No, más bien, ¿qué pensaba exactamente? Gracias al contrato tenía ciertas limitaciones para estar presente en sus pensamientos, y en ese momento deseaba saber que pensaba con tanto detenimiento.

— Será algo larga y grande, pero supongo que la ropa de Seras le puede quedar.

Tras decir aquello, Zack retomó su postura mientras asentía. Aquella menor era una niña en toda regla, se notaba en su cuerpo y sus facciones; su cuerpo era todo lo contrario al curvilíneo cuerpo de Victoria, más delgado y bajito.

— ¿La miraste tanto solo para saber con qué la vestirías?

— Bueno, ¿qué tal si no le queda? La primera opción había sido ropa mía. Oh no, ¿Victoria querrá prestarle ropa?

— Antes que nada, habla con ella en cuanto despierte; segundo, si lo hará. Seras es...amable casi por naturaleza.

— Tienes un punto.

Un par de horas pasaron entre las pequeñas conversaciones que llevaban. El silencio reinó durante unos segundos en cuanto observaron como la menor se removía en la cama antes de despertar, tallar sus ojos, mirar a su alrededor y sentarse abruptamente mientras intentaba cubrirse más con aquellas mantas.

— Vaya, al fin despierta, comenzaba a creer que estaba muerta.

La menor observó como el más alto de los dos permanecía de pie y parecía ser el único con algo que decir.

— ¿Tienes a dónde ir?

Desvió la mirada hacia el que parecía ser más joven, estaba sentado junto a la cama. Lucía bastante amigable en comparación con el intimidante hombre a su lado.

Se limitó a negar con la cabeza mientras sentía el terror invadirla. ¿Qué haría? ¿Para qué la quería? Unas nauseas la invadieron al recordar lo que había ocurrido apenas dos días antes, sí, llevaba un conteo de cuánto tiempo estuvo caminando.

Zack desvió la mirada al piso mientras asentía, pensando detenidamente en qué haría con la menor en la cama. No quería dejarla a su suerte, era apenas una niña y si podía hacer algo por ella seguro que lo haría.

Si fuese alguien con segundas intenciones, Alucard ya se lo habría advertido con alguna seña o se lo habría llevado a hablar fuera.

— Necesitas un baño, la habitación tiene uno. 

— ¿Puedo?

— Sí, te prestaré algo de ropa.

El joven se levantó mientras sentía la mirada de ambos presentes encima suya, dio media vuelta y habló por última vez antes de salir de la habitación.

— Todo lo necesario está en el baño.

La niña se limitó a mirar como el más alto solo daba media vuelta y salía siguiendo al joven de ojos oscuros sin decir absolutamente nada. Estaba asustada, lo suficiente como para que su cuerpo temblase cual gelatina; pero no podía hacer nada, no estaba en condiciones de hacer algo.

Miró una de sus manos antes de apretarla en un puño y fruncir el ceño evitando llorar. No sabía quiénes eran los sacerdotes, pero sabía que tenían una relación con el vaticano; no importaba si debía quemar aquel sagrado lugar, reducirlo a nada más que escombros. Esos malditos se la iban a pagar y muy caro.

Zack se encaminó a la oficina mientras tallaba sus ojos, miró el atardecer por uno de los ventanales y suspiró con pesadez.

— ¿Ahora vas a ser mi sombra o algo así?

— La noche está llegando, no tengo nada mejor que hacer.

— Debe ser aburrido ser inmortal.

— Lo es.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora