5

903 147 6
                                    

Integra se encontraba sentada al filo de su cama, a punto de dormir. Miraba con la duda marcada en su mirada al vampiro de pie frente a ella, dos días después de haberlo enviado a investigar llegaba con ese pequeño pedazo de información; sentía que Alucard escondía algo, no sonreía como habitualmente hacía, en su lugar, miraba la oscuridad de un rincón.

– ¿Es todo? 

– Sí.

– Déjame ver si entendí, repítelo.

– Alexander trabajaba como uno de los médicos principales de Iscariote, utilizaba desde medicamentos hasta el arte de la herbolaria. Podía trabajar en sanar a alguien con lo que sea que tuviese a la mano, era capaz de pelear; sin embargo, su especialidad estaba en las armas de fuego, sabía bendecir armas con nada más que su sangre.

– Eso me deja en el inicio, no averiguaste nada importante.

_________________________________

Alucard se encontraba sentado junto a una pared en la sala de entrenamiento mientras daba algunos consejos a los tres alumnos restantes si lo pedían; la noche anterior se había "encargado" de Bennedict. No representaba ninguna preocupación para su maestra, nadie lo extrañaría ni buscaría.

Inevitablemente su mirada terminó en el más joven, quien se encontraba sentado en el piso con la mirada gacha. Descansaba después de su rutina diaria.

Había decidido convivir con los alumnos durante más tiempo de manera directa por dos motivos principales, darle más tiempo a Integra para que trabajase y permitirles conocerlo, después de todo terminaría trabajando con uno de ellos.

Su sonrisa se ensanchó en cuanto Zack levantó la mirada y sostuvo la suya durante un rato, antes de fruncir el ceño y volver a mirar al suelo. Sí, le había mentido a Integra (más que mentir, había ocultado la verdad) con el asunto del sacerdote, perfectamente bien pudo haber ido a devorar a una persona en el pueblo cercano al sitio donde lo había encontrado arrastrándose, pero no quería conocerlo de esa manera. 

Quería conocerlo devorándolo a él. Sentir como su sangre se desliaba por sus labios, lengua y garganta; su carne, lucía tan suave y apetecible, quería morderlo. Sentir esa deliciosa carne desgarrándose entre sus colmillos y terminar acariciando su boca, deleitando sus sentidos; quería tomarlo con fuerza por esos delgados brazos y arrinconarlo contra una pared, deleitándose con sus gimoteos y chillidos de dolor, admirar como esa oscura mirada se iba apagando cada vez más mientras perdía la esperanza de seguir vivo, deseaba con cada célula de su cuerpo ser el encargado de arruinarlo y desaparecerlo de la existencia para reducirlo a nada más que un vasallo como los otros cientos que poseía en su interior.

Tuvo que cubrir sus labios con la mano derecha mientras regresaba la mirada a las dos alumnas, las cuales tenían algunos mínimos errores en cuanto a defensa y ataque. No eran graves en ese momento, pero más adelante podrían costarles la vida.

Estaba seguro de que, si continuaba mirando a Zack, iba a terminar salivando y no estaba seguro de si sería capaz de controlarse mucho a sí mismo en lo que hacía y en lo que no.

– Alana, concéntrate más en tu defensa, Clara, deja de mirar en esta dirección y visualiza mejor los ataques de tu oponente.

– ¡Si señor!

Las escuchó reír al apreciar como habían respondido a la vez. En realidad, limitarse a observarlas y corregirlas se había vuelto aburrido, llevaban meses entrenando y seguían cometiendo los mismos errores de principiante.

– Zack.

El vampiro se levantó y tomó una de las espadas, tocó la punta comprobando que llevaba protección y asintió antes de avanzar al centro de aquella gran sala.

El mencionado se levantó e imitó su acción, no necesitaba que el más alto continuase explicando puesto que sus acciones habían hablado por él.

– Te mostraré tus típicos errores, ya que siempre cometes los mismos.

– Si, señor.

– Alucard.

El más joven permaneció en silencio durante un momento antes de asentir.

– Sí, Alucard.

Ambos tomaron posiciones, sin embargo, la atención de Zack terminó en el hecho de que Alucard escondió la mano derecha detrás de su espalda mientras usaba la izquierda para sostener el rapier.

– ¿Con una mano le es suficiente?

– Me contendré.

– ¿Bien...? Supongo.

No pasaron ni diez segundos antes de que el más joven terminase arrodillado mientras mordía su labio interior tratando de no hacer ningún sonido que delatara el dolor que había sentido.

– Tus rodillas son el punto más frágil que posees actualmente, y no las estás tomando mucho en cuenta.

Literalmente sólo le había picado el hueso, el vampiro no sentía que había usado mucha fuerza y, sin embargo, parecía ser que Zack iba a retorcerse en cualquier segundo.

Alucard se arrodilló frente al de ojos oscuros y se inclinó un poco mientras murmuraba, de manera que podía escucharlo sin complicaciones.

– Búscame aquí a medianoche, te enseñaré mejor todo esto.

– Pero....

– Tengo cosas que hacer, es agotador despertar en mitad del día.

El más bajo lo miró dejar el rapier en su lugar antes de salir de la sala, en cuanto cruzó la puerta fue capaz de escuchar las risas burlonas de las chicas a sus espaldas.

– Ni siquiera mi abuelo era tan delicado con las rodillas.

– ¿Gustas que te las rompa? Así quizá aprendes algo de miserable simpatía, al menos.

– No podemos bromear contigo, al instante te pones a la defensiva.

– Aprendan a ser graciosas, al menos.

Sin más que decir, Zack se levantó con cuidado y dejó el rapier en su sitio antes de salir del lugar en dirección a su habitación, había perdido por completo el apetito.

____________________________________

Un mes pasó casi exactamente, días más, días menos.

Una risa resonó en el jardín de la mansión, risa que logró "escandalizar" a Zack, quien colocó una mano en el hombro de Alucard e intentó empujarlo sin tener nada de éxito.

Había comenzado a practicar con una katana gracias a la recomendación del mayor, si bien el rapier funcionaba, era mejor comenzar a acostumbrarse a un tipo de espada (sable, en este caso) en específico.

El menor se encontraba tirado en el suelo con una katana tirada a unos cuantos metros, mientras que el vampiro se encontraba encorvado sobre él sosteniendo una espada la cual había clavado en la tierra junto a su cabeza.

– ¿Has visto por qué practicar el equilibrio es importante?

Incluso si se había acercado más a su rostro para molestarlo, Zack no pronunció palabra alguna y en su lugar solo realizó más presión en el hombro del mayor. Incluso si debía indignarse o reírse no era capaz de hacerlo, los ojos de Alucard eran atrayentes; lograban hacerlo sentir como si de una pequeña presa atrapada bajo el gran cuerpo de su depredador se tratase y es que realmente Alucard lo veía como eso, una presa debajo suya.

El joven suspiró aliviado en cuanto lo miró levantarse y extenderle la mano para ayudarlo a ponerse de pie, aceptó la ayuda y antes de poder avanzar para recoger su katana ya se encontraba en una de las manos del más alto.

– ¿Estás hambriento, de nuevo?

– Hoy no.

Ya se les había hecho rutina salir a entrenar a mitad de la noche, y si Zack estaba hambriento entonces el de ojos carmín lo acompañaba a cenar antes de ir a dormir.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora