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Se suponía que estaba en ese sitio para relajarse y dejar de pensar durante un rato en el trabajo, además de separarse un poco del vampiro.

Por supuesto, Zack no estaba nada enterado de que Alucard llevaba siguiéndolo desde el instante en que puso un pie fuera de la mansión. 

El vampiro agradecía su naturaleza en ese momento, podía estar perfectamente escondido en una de las oscuras paredes que los callejones de Londres proporcionaban, a la vez que escuchaba y observaba todo en torno al joven.

Zack caminaba en torno a una tienda de antigüedades. Quizá y podría llevar pequeños regalos a la mansión.

Se detuvo en seco en cuanto pasó una persona en particular entre el gran montón, ese aroma y color de cabello le eran inconfundibles. Caminó en su dirección y tomó a la joven monja de la muñeca, quien se sobresaltó antes de mirarlo, relajarse y mostrarse molesta.

― Suéltame o gritaré.

― Camelia. ¿Podemos hablar un momento?

― ¿Tenemos algo de que hablar, joven?

― Por favor, no hagas esto.

Tras unos segundos de tortuoso silencio, la joven asintió y siguió al contrario hasta la primera cafetería que encontraron.

― ¿Y bien?

― ¿No pedirás nada?

― Dios, no actúes como si fuese una cita.

― No lo hago, es por cortesía.

― Deja de ser cortés conmigo.

― Como gustes.

Al haberse sentado, Camelia sintió un poco de arrepentimiento por el hecho de negarse a pedir algo, el haber escuchado la orden de Zack sintió un enorme antojo.

― Una porción de cada pastel disponible para llevar, por favor.

― Ahora eres todo un señor inglés.

― Es lo mínimo que se espera de mí.

― ¿Y bien? ¿Qué quieres?

― El vaticano... ¿por qué, por qué estás de su lado?

― Yo puedo preguntar lo mismo. Estrechaste la mano del diablo, ¿y me cuestionas?

― No es lo que crees, te lo aseguro.

― ¿No? ¿Y qué es, según tu?

― Escucha, están experimentando con humanos, ellos están detrás de las familias asesinadas. ¿Si te enteraste, cierto?

El joven de ojos oscuros apretó una mano en puño al observar a la joven reír de forma burlona mientras negaba.

― No entiendo por qué haces todo esto. A ver, primero deshonras y asesinas a mi madre, después a mi hermana pequeña, te unes a una maldita organización del demonio, pero en lugar de arrepentirte... ¿inventas cosas de la iglesia? ¿qué sucede contigo?

Indignación, decepción, tristeza, quizá algo de ira y desesperación eran unas de las tantas cosas que llenaron por completo a Zack. ¿Lo creía capaz de algo así? ¿Acaso no se habían criado juntos? ¿No lo conocía lo suficiente? ¿No le había confesado los suficientes secretos? ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué merecía aquello? ¿No se lo replanteaba ni siquiera por tantos años juntos?

― ¿De verdad crees que yo...?

― Estabas en la escena.

― Aksel también.

― Sí, porque él te arrebató el cuerpo de mi hermanita. ¿Cómo pudiste? Era apenas una niña.

El de hebras negras asintió un par de veces con la cabeza mientras su mirada se mantenía clavada en la mesa, resignado a que no le creería nada.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora