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¿Tres de la mañana? No estaba seguro, quizá eran las cuatro, las dos o incluso apenas media noche. El saber que vería a su amante esa misma noche le llenaba de emoción y le hacía perder la noción del tiempo; sus oscuros ojos parecían tener un pequeño e imperceptible brillo mientras que su fino y elegante porte era quebrajado por el leve temblar de sus manos.

Zack aún no entendía como era que el vampiro había conseguido tal efecto en él, pero llegados a ese punto ya no le importaba nada más que pasar cada noche en sus brazos y escabullirse a su habitación antes de llegado el amanecer.

Sus pensamientos se desviaron por un momento y su alegre andar se detuvo al notar una puerta familiar para él entreabierta y una tenue luz asomarse.

Tocó un par de veces y al escuchar una suave voz responder, se adentró. Su emoción se vio reemplazada con curiosidad al notar a la joven Bella sentada frente a su escritorio con un arma desarmada, un libro y una libreta mientras sostenía un bolígrafo en la mano.

El cobrizo cabello de la joven brillaba en pequeños destellos dorados producto de la pequeña lámpara en su escritorio, sus labios se entreabrieron y sus cejas se levantaron al observar a su amo mirándola perplejo.

La mirada del joven de orbes oscuros vagó por la habitación, recayendo en la cama de la joven donde encontró un pequeño ovillo bajo las mantas y nada más que unos cuantos mechones negros asomarse desde la parte superior.

Tras un pequeño momento de silencio que se sintió eterno para ambos, Zack posó uno de sus dedos en el borde de la fina taza de porcelana que reposaba cerca de una de las esquinas del escritorio.

― ¿Quieres otra taza de café?

―No, no. Muchas gracias, puedo traerlo yo misma.

Con solo un pequeño asentimiento de cabeza el joven apartó la mano del escritorio, y echó una mirada al libro; no se atrevió a preguntar. Si Bella quería aprender de armas y como cada metal afectaba el disparo desde el culatazo hasta la velocidad de la bala entonces no iba a cuestionarla.

―No te esfuerces en despertar temprano maña... Yo conozco ese sobre.

Bella palideció un momento al posar su vista en el cajón entre abierto del mismo escritorio y una pila de sobres dentro. Por supuesto que su amo reconocía los sobres.

―Bella, ¿qué haces con esos sobres?

La joven suspiró sabiendo que no era capaz de mentir u ocultar algo de su maestro.

―Dijo que el tema de las cartas explicitas eran una molestia.

― ¿Y?

―Creí que si simplemente no las recibía entonces se desharía de ese problema.

El silencio abrumó a la de cabello cobrizo; ¿qué la esperaba? ¿Un castigo? ¿Gritos? No estaba segura, jamás había visto a su maestro molesto y no estaba segura de si esa llegaría a ser la primera vez.

Mientras Bella se atormentaba a sí misma imaginándose como sería regañada o incluso castigada, la mente de Zack se perdió por un segundo. No, no estaba en lo incorrecto; legítimamente creyó haberse deshecho de ese problema cuando repentinamente dejaron de llegar.

―Bien.

Supo que la jovencita le prestó atención en cuanto se sobresaltó y pestañeó un par de veces.

― ¿Bien?

―No las conserves, quémalas directamente.

―Si, como ordene.

La miró sonreír con alivio mientras el de ojos oscuros se limitaba a asentir con la cabeza y salir de la habitación, murmurando un "buenas noches".

El joven maestro se tomó unos minutos para recomponerse, volviendo rápidamente a su estado inicial; emocionado de ir a la parte más profunda y helada de aquella mansión.

Sin más pausas en el camino llegó finalmente a su destino, entrando a la habitación que alguna vez era helada y oscura, tanto que no podía dar ni un paso por temor a pisar en un sitio incorrecto; dicha habitación ahora era iluminada por simples velas, dando un ambiente cálido y acogedor.

―Te tardaste más de lo usual.

Un escalofrío lo recorrió al escuchar la ronca voz susurrando cerca de su oído derecho, y como lentamente los brazos del mayor se deslizaban desde atrás hasta acabar atrapando su cintura en un abrazo.

―Me detuve a hablar con Bella.

― ¿A esta hora? ¿Era tan importante el tema?

Al sentir los helados labios contra el lateral derecho de su cuello, ladeó la cabeza hacia la izquierda, permitiéndole más espacio al vampiro para besar y lamer a su antojo.

―No, pero la encontré despierta estudiando armas.

Una pequeña risa de complacencia escapó de lo profundo de la garganta de Alucard.

―Parece que es una chiquilla muy útil.

―Aún es una niña, me preocupa que no descanse bien.

―No pienses en eso ahora mismo, tu sangre fluye más rápido cuando te preocupas.

― ¿Y?

―Me tientas.

Todo lo que hubo en respuesta fue una pequeña risa y una caricia en las manos y antebrazos, seguido de un suspiro. Zack cerró ligeramente los ojos al sentir los filosos dientes del mayor rozar su cuello seguido de un susurro que lo hizo palidecer.

―Déjame morderte, Zack.

―No.

Sintió el agarre apretarse ligeramente, pudo percibir la respiración de Alucard temblar de forma sutil mientras se entrecortaba sobre su piel.

― ¿Porqué? ¿No quieres estar conmigo el resto de la eternidad?

―No perderé mi humanidad; es todo lo que tengo.

―Tienes a Hellsing... y me tienes a mí.

―Aun así, no quiero.

―Creí que me amabas.

―Punto uno, nunca dije eso. Punto dos, una cosa no tiene nada que ver con la otra.

Por un segundo el vampiro odió profundamente la convicción tan inamovible del joven, sabía que no lo iba a convencer manipulándolo como a cualquier otra persona, ni siquiera si pintaba la inmortalidad como una cosa sin igual; él lo había visto de cerca, la soledad que le conllevaba ser inmortal. 

Sin embargo, lo que consiguió enfadarlo no fue el rechazo a su mordida, fue lo que escuchó. "Nunca dije eso" ¿lo estaba negando? ¿No lo amaba? ¿No lo quería? ¿No quería estar el resto de la eternidad con él?

―Lo pediré una última vez, déjame morderte.

―Lo responderé una última vez, no.

Zack escuchó un profundo gruñido que realmente lo asustó, jamás había escuchado sonido igual, ni siquiera un animal salvaje gruñía así. 

Sin previo aviso, el helado cuerpo se apartó de él y en cuanto dio media vuelta para intentar decir algo, ya no estaba; Alucard se había marchado por algo como una simple negación. 

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora