Alucard observaba al joven, sentado en la oficina, de espaldas al escritorio y con la mirada clavada en el paisaje nocturno ofrecido por aquel enorme ventanal, los árboles meciendo suavemente sus muertas hojas con ayuda del frio viento, las luciérnagas apareciendo y desapareciendo mientras iban de aquí para allá siendo acompañados por la luna, una luna no muy brillante comparada a otras noches.
Vaya, daba la impresión ser la noche perfecta para estar... nostálgico.
— Parece que la carta de ese obispo te dejó pensando.
Lo miró apretar uno de los puños antes de apoyarlo en el cristal, no lo golpeó, no gritó y no pareció perturbarse en lo absoluto, solo permaneció ahí; con esa mirada triste clavada en la nada y en el todo que se ofrecía a la vista.
— Sí, es bastante jodido lo que un par de palabras son capaces de hacer.
— ¿Hubo algo en particular que te molestó?
No le sería nada difícil rastrear a quien escribió esa carta y obligarlo a arrepentirse por faltarle al respeto a su maestro.
— No realmente. Sólo me ha traído amargos recuerdos.
El menor se levantó antes de alejar un poco la silla y acercarse más al ventanal sin terminar de apoyarse en él. Sentía una necesidad increíble de hablar, y consideraba al vampiro el único con quien podía hacerlo; en un año de convivencia podía sentir que eran algo más que simple maestro-sirviente, amigos quizá.
Antes de darse cuenta, sus dedos índice y medio se encontraban dando golpecitos rápidos al cristal, un gesto bastante recurrente cuando algo robaba toda su atención y lo mantenía pensativo.
— ¿Por qué existe el pecado? ¿Qué es exactamente "pecar"?
— Entonces estamos filosóficos.
Zack desvió un momento su atención al reflejo del cristal y apreció como el vampiro se acercaba hasta estar de pie detrás suya. Sabía que Alucard podía tener una o varias respuestas a sus preguntas, algún conocimiento debió dejarle haber vivido poco más de 500 años.
— ¿Sólo por qué un señor decidió escribirlo en un libro, debo apegarme y si no... estoy condenado en la vida y la muerte?
— ¿En la vida?
"Soy nada más que un miserable hijo del pecado, no merezco este puesto y mucho menos tener la consideración de alguien" No, no estaba listo para reconocerlo en voz alta, quería seguir engañándose a sí mismo y pensar que valía algo, que podía hacer algo al menos decente para ganarse el derecho a seguir viviendo con la frente en alto.
— ¿El simple hecho de pecar te convierte en un monstruo? ¿Para qué tenemos este... deseo si después intentaremos reprimirlo? Limitarnos de la diversión hasta ser nada más que... perros bajo el dogma de una persona que ni siquiera estamos seguros de que dijo exactamente lo citado en la biblia, perros obedientes que a la más mínima desobediencia serán castigados hasta la eternidad. ¿Qué clase de basura es esa? Si seré castigado por divertirme o simplemente haber nacido bajo condiciones fuera de mi control, entonces Dios es de todo menos benevolente, nos creó para divertirse viéndonos tomar malas decisiones y acabar en el infierno, ¿verdad?
Alucard se mostró sorprendido por un par de cosas en particular; en primera, esas palabras habían pasado el límite de las habituales frases cortas de Zack; en segunda, estaba dejando ver nada más que una pequeña parte de lo que su desordenada mente solía ser a menudo. Podía verlo en sus ojos, había mucho más ahí escondido, algo oscuro y profundo. Quería saber qué era, quería saber todo.
En algún momento él se hizo las mismas preguntas, pero joder, tuvieron que pasar al menos cincuenta años después de su... "muerte" por decirlo de alguna manera. Pensar que ya se las haría a los cortos 22 años... sí, había tenido el tiempo suficiente para pensar en todo aquello y había presenciado las dos caras de la moneda a tan corta edad.
— ¿Ya no tengo el derecho a vivir y ser llamado "humano" si he cometido pecados, incluso sin darme cuenta? ¿Qué debería hacer en ese caso? ¿Cómo debería seguir viviendo con este maldito orgullo mío?
El vampiro no estaba seguro de la clase de respuestas que pudiesen servir para aliviar su atormentado pensamiento, pero al menos esperaba ayudar a llevarlo un poco mejor... vaya, quizá quería ayudarlo por el contrato únicamente.
— No estoy muy seguro de la clase de respuesta que esperas oír, pero hay algo que si te puedo aconsejar.
Zack observó como el vampiro posaba una mano en su hombro, se acercaba más a él y pasaba la otra mano bajo su mentón, sosteniéndolo con los dedos y obligándolo a mirar su propio reflejo mientras su típica sonrisa estaba reemplazada por una extraña seriedad.
— Si de todas formas acabaremos ardiendo en el infierno, al menos gánate el derecho de vivir con ese maldito orgullo que llevas. Vive una vida de tal manera que mires esos ojos oscuros y todo lo que puedas pensar sea en que nadie puede subestimarte y mucho menos tocarte, eres débil, pero ahora tienes una pequeña parte de ese derecho, y mi respeto con ello. Sube, escala a la maldita cima de la jodida cadena alimenticia y aférrate a ese sitio con uñas y dientes, cómo lo has hecho hasta ahora, Zack.
Un escalofrío recorrió el cuerpo entero del joven, durante las últimas oraciones Alucard se acercó a su cuello hasta terminar murmurando junto a él mientras sus colmillos se mantenían peligrosamente cerca y además era la primera vez que decía su nombre con ese tono. Sintió las manos deslizarse hasta apartarse y pudo apreciar como la cercanía era reemplazada por una distancia... sana para su en ese momento enredada mente.
Ganarse el derecho a vivir... nunca había escuchado tales palabras de aliento dirigidas a su persona, no estaba seguro de si el vampiro lo decía en serio o solo buscaba algo para mantenerlo callado. En todo caso, funcionó, el silencio reinó un largo rato.
El joven pudo apreciar como el vampiro fruncía el ceño y salía de la oficina casi apresuradamente, como si se hubiese olvidado de algo importante o similar. ¿Era posible que alguien como Alucard pudiese apreciar sus esfuerzos por vivir orgullosamente? Diablos, quería averiguarlo.
ESTÁS LEYENDO
Héritier (Alucard)(Hellsing)
FanfictionAlucard x Male OC Debía hacerlo, incluso si no era lo que deseaba. No tenía otra opción, sabía que tarde o temprano ocurriría, la terquedad humana lo hacía evidente. Ya no se trataba de sus deseos, se trataba de la necesidad del mundo. Hellsing no p...