Héritier (Alucard)(Hellsing)

25

Alucard pestañeó un par de veces, incrédulo a lo que acababa de escuchar.

― ¿Qué has dicho? 

Zack permaneció quieto, no podía distinguir absolutamente nada en esa habitación, a pesar de haber estado ahí antes... Bueno, le era totalmente desconocido; además de que tener tan lejos al vampiro no ayudaba en absoluto, solo era capaz de escuchar su voz resonar entre toda la oscuridad que lo envolvía.

― No sé nada sobre esto, ¿sí? pensé que si lo hacíamos de nuevo podía aclarar mi mente.

______________________________________

En efecto, había tenido razon al creer que no iba a ser capaz de conciliar el sueño aquella noche.

El joven de hebras negras no durmió en absoluto, incluso habiéndose colocado su pijama más comodo y haber intentado sin fin de posturas... no concilió el sueño, ni los mejores tés relajantes ayudaron, nada.

Salió de la cama al presenciar la luz del amanecer filtrarse por la ventana entre las blancas cortinas. En cosa de una hora se encontraba en el comedor siendo acompañado por Victoria y Belle; desde aquel... incomodo momento no hubo rastro de Alucard en la mansión, seguramente dormía.

― ¿Se siente bien? Tiene unas ojeras enormes.

Y la rubia vampiresa no mentía; las ojeras del menor eran marcadas y enormes. Además, lucía desconectado de todo como si su cuerpo se moviese en automático.

― Sí, sólo... no tengo hambre, ¿podrían traerme un café negro y ya?

― ¿Seguro, solo eso?

― Sí, solo eso.

Belle salió apresuradamente rumbo a la cocina mientras el joven recargaba su cabeza en aquella mesa de madera y miraba a Seras.

― No te ves muy bien.

― No me siento muy bien, pero ya se me pasará.

Zack sentía que iba a morir gracias al sueño, que su corazón iba a dejar de latir y ahí podría descansar lo suficiente. Pero con solo cerrar los ojos podía recordar todo y más que eso, sentirlo de nuevo; como si la gran mano del mayor aun cubriese sus ojos, la otra sujetase su nuca y sus carnosos labios fríos estuviesen sobre los propios... su lengua... ¡dios! ¿Qué había sido eso? ¿Eso era un beso de verdad? ¿Acaso le había cubierto los ojos a propósito para que fuese capaz de recordarlo en todo momento? Podía sentir aún el sabor metálico de la sangre, porque sí, a eso sabían los labios del vampiro, a sangre.

En realidad, el menor estaba equivocado, ¿dormir? no, Alucard no había dormido tampoco a pesar de que ya era de día y con ello había llegado su hora de dormir no lo había hecho en lo absoluto. 

Seguía procesando lo que había hecho. Zack era nada más que un niño a comparación suya, sabía que debía prohibirse a sí mismo el tocarlo o seguir queriendo arruinarlo como tanto deseaba; lo había confirmado con la mirada de ayer, la dulce inocencia de un niño brillando en sus curiosos ojos oscuros... dios.

Pero precisamente eso, esa inocencia, el saber que era incorrecto y que incluso estaba prohibido... Oh, santa mierda, tan solo saber eso lo orillaba a desearlo más. Quería ser aquel que le arrebatase su inocencia, quería verlo llorar, suplicar, aplastar ese orgullo y pizca de arrogancia que caracterizaban al joven, ser el motivo de todo lo que le ocurriese tanto bueno como malo. Quería... ser todo lo que tuviera. 

La cristalina copa danzó entre sus dedos, estaba completamente vacía, así que no debía preocuparse por el líquido derramándose. Dejó el valioso y delicado objeto sobre su mesita junto al sitio donde se sentaba habitualmente, antes de romperla gracias a la frustración que estaba experimentando.