Epílogo.

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Dante corría por los pasillos de la mansión Hellsing, jadeando mientras acomodaba su cabello y su pulcro traje negro.

—¡Te atrasaste, niño!

—¡Mira quien lo dice!

Una corta risa escapó del ahora adolescente mientras corría junto a Bella, tropezando por un momento con la castaña canosa que limpiaba el piso, arrodillada y con un pañuelo húmedo en las manos. No le dirigieron la palabra y continuaron su camino hasta entrar a una enorme sala con un ventanal magnifico que mostraba el cielo nocturno; un ataúd en el centro de la habitación y su padre Zack junto a la caja murmurando unas cosas; por su expresión, Dante podía escuchar su corazón romperse, y lo mismo con Alucard, era extraño ver a ese vampiro decaído y ese parecía ser uno de esos momentos.

Observó las apenas crecientes canas de su padre resaltando entre su cabello negro y su pulcro traje, una de sus manos enguantadas sobre la caja y otra en su pecho.

Caminó junto a su segundo padre quien no dejó su gabardina roja siquiera para esa ocasión tan triste.

—Eres muy lento, y además mal arreglado.

Intentó no reír mientras el vampiro acomodaba su corbata y su cabello.

—Podré tener quince años, pero en mi corazón aún tengo cinco.

—No seas ridículo.

Zack caminó de nuevo a su sitio y dejó la ceremonia de despedida iniciar.

—Integra vivió más de lo que creí.

—Al menos la pasó bien en sus últimos diez años.

Alucard posó una mano en el hombro de Zack bajo la mirada del resto de integrantes de la mesa redonda quienes solo iban a presentar sus respetos.

—¿Ella era mi abuela?

—Legalmente.

Bella en su vestido negro repartió una rosa y un puro a cada uno de los integrantes en esa habitación. En cuanto Dante estiró la mano para recibir uno, recibió un simple manotazo de Seras y la rosa más maltratada que Bella encontró.

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—Una semana del velorio y ya te están llamando. ¿No te van a dejar en paz?

—Dante, tú te quejas porque me llaman y porque no me llaman.

—Está en la edad de quejarse.

—Para un anciano como tú, cualquier edad es la edad de las quejas.

El joven intentó no reír ante la afirmación de Zack, pero falló miserablemente.

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El papa tomó asiento en su sitio mientras los demás obispos, arzobispos y paladines se sentaban a su alrededor en aquella enorme habitación, tan solo dejando el espacio de la puerta.

—Escuché que lo van a ejecutar formalmente.

—¿No traerá problemas con la corona?

—Podremos inventar algo.

—Este nuevo papa siempre ha expresado su abierto odio.

Fueron silenciados por la voz del papa. Siendo el más joven que ha tomado el manto hasta ahora, era incluso más respetado que sus predecesores.

En cuanto Zack entró a la habitación junto a Alucard y Dante, Bennedict comenzó a hablar.

—Como todos sabrán, el vaticano y Hellsing siempre han tenido sus diferencias. A pesar de compartir intereses similares y tener un vínculo, la falsedad y ambición han corrompido y quebrajado dicho vínculo.

Un abrumador silencio reinó en la enorme sala, con los demás integrantes de la iglesia con pequeñas sonrisas de satisfacción, creyendo saber que venía para ellos.

—Es por eso que uno de nosotros dos debe tomar el mando de ambas facciones.

El papa se levantó de su sitio y avanzó lentamente hacia los integrantes de Hellsing, deteniéndose frente al amo.

Lentamente las sonrisas de los demás se transformaron en diversas expresiones, confusión, asco; pero la que más prevalecía era la ira. Los gritos de desconformidad comenzaron a resonar en cuanto el papa lentamente se arrodilló y agachó la cabeza.

—Y hoy, oficialmente el Vaticano queda al completo y entero servicio de Hellsing.

—Si alguien tiene una queja, puede venir y hablar conmigo directamente.

En cuanto Alucard sacó su arma a relucir de su gabardina, el silencio reinó.

Zack miró al joven papa arrodillado frente a él y sonrío orgulloso.

—Bien hecho, Jòzeph.

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Alucard mantenía silencio; sentado en la orilla de la cama y sosteniendo la helada mano del hombre ahí recostado.

Una corta risa escapó de los labios del anciano, mirando a su hijo llorar mientras sostenía una de sus manos, y a su amante temblar mientras sostenía la otra.

—Si me dejas devorarte, yo-

Lo interrumpió con su débil voz, con los ojos entrecerrados y cansados.

—Te amo, pero no deseo una eternidad.

—¿Ni siquiera a mi lado?

—Lo lamento, Alucard.

El fuerte llanto de Seras los interrumpió, la rubia se aferró a los pies de su amo mientras Bella mantenía silencio y lágrimas escurrían por sus mejillas.

—Fue una vida tranquila, y todo gracias a ustedes. Bella, eres...como una hija, cuida bien de tu hermano.

Un sollozo fue la única respuesta que escuchó.

—Dante, cuida bien de Hellsing y de Alucard. Integra me dejó esta responsabilidad, y ahora yo te la dejo a ti. Estoy... Orgulloso de ti.

El anciano miró al vampiro a su lado y sonrío débilmente, cerrando los ojos y suspirando, respirando de forma profunda y lenta.

—Estoy cansado.

Alucard se inclinó en su asiento a besar a Zack una última vez, sintiendo el aliento del canoso desvanecerse en sus labios y así, despidiéndose en la eternidad de la muerte.

—Siempre fuiste egoísta, Zack.

Las lágrimas de sangre escurrieron por las mejillas del vampiro mientras los demás sollozaban fuertemente.

Zack jamás abandonó su humanidad incluso si eso hirió a todos a su alrededor, incluído el ser al que más amó en su existencia.

Héritier (Alucard)(Hellsing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora