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Arthur realmente no sabía qué hacer, ni qué decidir, estaba estupefacto, era otro golpe para él, como si el saber que la mujer de su vida tuviese un accidente no fuera suficiente:

- Arthur: (niega con la cabeza mientras ve al suelo y se levanta) ¿Traerla implica que puede morir? (Daniel asiente) ¿y dejarla también? (Daniel hace lo mismo). Y ¿así me pides que decida si esa mujer (señala hacia su izquierda) debe morir o vivir? ¿me pides que decida sobre el cuerpo de mi esposa, una hija, una nuera, una amiga, una estrella? Y ¿quieres que lo haga ya?

- Daniel: Arthur, lo lamento, sé que no es fácil.

- Arthur: (enojado, le reprocha) ¡Oh no! claro que no sabes lo difícil que es esto, tú nunca has tenido que tomar una decisión así, tratar de salvar al amor de tu vida y correr el riesgo de que muera o dejarla morir en otro lugar ¡lejos de ti!

Empieza a actuar de nuevo como un loco, tira su taza de café contra una de las paredes. Hasta que Bob se pone de pie, se acerca a él, le toma un antebrazo y con el brazo izquierdo le sujeta el cuello por detrás para hacer que lo mire:

- Bob: Escúchame hijo, nadie aquí sabe el peso que tienes ahora por tomar una decisión así, una que impactará en todos de maneras tan diferentes que no podemos comparar nuestras pérdidas, lo que sí sé es que tú sabes qué decisión tomar, por doloroso e incierto que pueda ser el futuro, tu futuro, sabes bien qué es lo que quieres hacer y estará... y todos estaremos bien con eso.

Padre e hijo se miran con dolor a los ojos, Bob asiente y vemos como Arthur aprieta los labios, las lágrimas caen de nuevo por su rostro, niega con la cabeza y algo le dice a Daniel, quien asiente y marca por teléfono, sus suegros se abrazan llorando.

Helen y Arthur. Las letras falsas de una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora