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La noche había avanzado, las estrellas ahora eran las únicas que iluminaban el patio que horas antes era el recinto de una fiesta en su honor, pero en la que nadie notó que Helen faltaba.

Aun con su atuendo, Helen decidió bajar al patio y comenzar a columpiarse en uno de los dos columpios del lugar. La velocidad y la gran altura le permitieron olvidar todo y ser libre por primera vez desde que despertó del coma, sonreía, se estiraba al subir para que su cuerpo sintiera esa liberta, ella y el viento eran un solo individuo.

Sin embargo, su sonrisa se borró cuando sintió cómo el otro columpio se movía, entonces abrió los ojos, miró a su izquierda y ahí estaba, a menor velocidad, pero Arthur se columpiaba.

Helen y Arthur. Las letras falsas de una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora