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Un auto negro se estacionó frente a la entrada de un hospital, los paparazzi lo rodearon rápidamente, pero en cámara lenta salieron sus ocupantes, Bob (del asiento del copiloto), (de los asientos traseros) Abigail, quien tomó la mano de Lomax antes de entrar sin dar comentarios, y Arthur, quien al sentirse abrumado, recibió con una pequeña sonrisa el que su padre se acercara a abrazarlo por el costado para darle fuerza y entrar juntos.

Ninguno comentó nada hasta que salieron del elevador para ir con Daniel y Lizzie, quienes aguardaban fuera de una gran habitación con paredes de cristal.

Daniel abrazó a los tristes padres de Helen, quienes a su vez hicieron lo mismo con Lizzie y le agradecieron.

Sin embargo, mientras Arthur se acercaba a ellos, miró a su derecha y ahí estaba, tras esa pared de vidrio, debajo de miles de tubos que iban de pies a cabeza, bajo las cicatrices, ahí estaba, el amor de su vida, la mujer con la que había prometido pasar los momentos prósperos y adversos, aquella que tan solo unos días atrás había escuchado cantar y ahora no podría ni hablar por el tubo en su garganta.

Las lágrimas volvieron a aparecer cuando se acercó al cristal para verla mejor y puso su mano para tratar de sentirla a través de la fría superficie:

- Daniel: (se acerca a él) Debes entrar con ella Arthur, decirle que estás aquí, hacer que sienta tu presencia, ve, anda.

Arthur lo miró con tristeza, pero abrió la puerta y entró. Con cierto miedo se acercó a la cama, tomó una silla y se sentó junto a ella, impresionado por cómo lucía:

- Arthur: (le toma la mano izquierda con ambas manos) Hola cielo (casi llorando), aquí... aquí estoy, lamento mucho que... fui un maldito imbécil (ya está llorando), no debí dejarte sola en Vancouver, debí quedarme contigo, yo debí manejar ese auto, porque sé cuánto odias conducir, debería ser yo quien esté en esta cama y no tú, tú con toda una vida por delante, tu carrera. Cielos, fui in imbécil por decirte todo en esa pelea, estaba... estaba furioso, pero ya no más, solo quería sellar nuestra historia de amor con la boda de la que tanto hablábamos (ríe con lágrimas), ¿lo recuerdas? Tú en ese vestido tan grande que no te pudieras sentar, tus padres dando el discurso más amenazante para un yerno, mi padre buscando una tercera esposa (ríe), ¿lo recuerdas? (la ve y espera una respuesta). Podemos planearla aun, solo tienes que... que despertar y haremos lo que tu quieras Helen, hablar de la gira, dar más conciertos, nombrar a nuestros futuros hijos, solo... ¡despierta! Por favor Helen ¡despierta maldita sea! Esto no puede ser todo para nosotros, nos quedan muchos años juntos, toda una vida juntos y aun después de eso. Te amo Helen, por favor no me dejes así, no ahora ni nunca. 

Helen y Arthur. Las letras falsas de una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora