11: Negación

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Ron fue consciente del momento íntimo una hora después de que comenzara a hablar con Goyle.

Antes de eso, estaba pasando una noche tranquila y bastante amena sin pensar en las incomodidades que le hizo pasar la señora Thompson o la atracción sexual tan fuerte que se negaba a aceptar por Blaise Zabini.

¡No! Se recriminó a sí mismo en su mente, no era que Blaise le atrajera, era que él tenía cuatro años desde que sucedió todo lo de Cormac MacLaggen y aunque desde que se había mudado a Rumanía había tenido muchos pretendientes, ninguno era de su interés, no había llegado a nada más allá de la primera cita y hasta se había besado con uno de ellos, pero hasta ahí.

La abstinencia que llevaba resistiendo por cuatro años le estaba pasando factura de una forma bastante inesperada.

¡Sí! Definitivamente era eso, se dijo a sí mismo para convencerse y evitar si quiera pensar en la verdad... Que ese hombre poseía un magnetismo animal difícil de ignorar.

-... A veces creo que No ¿No te parece? - la voz de Goyle frente a él lo sacó de sus pensamientos.

-Perdón ¿Que? - Ron volvió su vista al robusto frente a él, ya que sin darse cuenta la había posado sobre su taza de café.

-Oh, creo que te estoy aburriendo ¿No? - El tono de voz que Goyle usó, fue neutral con un ligero toque de divertido, aunque en el fondo se sentía estúpido por pensar que al menos podía tener una conversación con interesante con Ron.

-No, lo siento, lo siento - se disculpó el pelirrojo rápidamente - es sólo que... estaba pensando en... que Harry tal vez se moleste conmigo por haberme ido de la fiesta - mintió.

-Si quieres regresar te entiendo, puedo llevarte de regreso - le ofreció Goyle amablemente.

-Gracias, pero no quiero regresar a ese lugar lleno de tanta gente... Me... Me siento incómodo en lugares concurridos - se apresuró a decir Ron.

-Entiendo, si supuse que puede ser eso - dijo Goyle con simpleza.

Esa simple frase, le dijo a Ron que era muy probable de que Goyle ya supiera sobre su escándalo con Cormac MacLaggen, era muy lógico, era amigo de Parvati Patil por lo que pudo ver en la fiesta y estaba más que seguro que ella le habría contado todo.

Sabía que Parvati podía llegar a ser tan metiche y chismosa como la señora Thompson, pero sin la toxicidad, maldad y mezquindad que caracterizaba a la anciana.

Puso la mandíbula tensa porque sabía lo que venía a continuación, lo mismo que hacían todos los idiotas después de enterarse de que había abandonado en el altar a la actual estrella de Quidditch de Europa, preguntar el motivo.

Estaba preparado para mandar a comer estiércol a Goyle en cuanto la pregunta saliera de su boca.

Pero para su sorpresa, la pregunta nunca llegó, Goyle sólo tomó su taza de café y se la llevó a la boca mientras veía rápidamente por la ventana de forma un poco distraída.

¿No pensaba preguntarle?... A lo mejor se estaba aguantando.

Goyle dejó la taza de café en el plato con un pequeño ruido de choque entre ambos y volvió a mirar a Ron al tiempo que separaba sus labios para hablar.

Ron supo que ahí venía la pregunta.

-Ya debo irme... ¿Necesitas un aventon? - fueron las palabras que pronunció Goyle.

Ron tardó unos segundos en responder porque su cerebro inmediatamente le había dicho que se había equivocado.

-Eh... Bueno... No, en realidad yo vine en mi auto, estoy bien.

-De acuerdo - dijo Goyle sin dejar de mirarlo de forma intensa - entonces... te veré... luego quizás.

Ron vio como Gregory se levantaba con un suspiro del asiento, cuando estuvo de pie se colocó ambas manos atrás de la espalda y sin dejar de mirar a Ron pronunció.

-Que tengas una linda noche... y de nuevo, perdona por todo lo malo - una ligera sonrisa cruzó la cara de Goyle.

-Sí, tú también - respondió y vio como Gregory llegaba al mostrador, sacaba varios billetes y monedas para pagarle el servicio a Seamus y se salía del local con su libro en la mano.

Ron se giró de nuevo hacia el frente y fue en ese momento, cuando se sintió repentinamente triste por la partida de Gregory que se dio cuenta de que habían estado viviendo un íntimo momento sin saberlo, sin que él se lo propusiera.

Se llevó el dedo índice y el pulgar al puente de la nariz para masajearselo... ¿Qué diablos era lo que estaba haciendo?... Teniendo este tipo de encuentros despues de haber dicho un millón de veces a Harry sobre lo que pensaba sobre los Slytherin.

Le había dicho no una si no muchas más veces a Harry que no soportaba y jamás soportaría a un Slytherin y terminó bailando con uno y compartiendo café y galletas con otro.

Le provocaba golpearse.

Se levantó de la silla llevando consigo la taza de café y el tazón donde estuvieron las galletas y las colocó en la barra.

-¿Cuanto te debo Seamus? - preguntó  mientras se sacaba la bolsita de un costado de la chaqueta para comenzar a contar las monedas.

-No es nada Ron - le respondió con Simpleza.

-Oye no Seamus, sé que somos amigos pero no debes dar las cosas gratis, la amistad y los negocios no se mezclan ¿Recuerdas?

-Lo sé muy bien... pero yo me refiero es que no te voy a cobrar nada porque Goyle ya pagó todo.

La expresión de Ron debió haber sido muy chistosa porque Seamus no pudo evitar que se le escapara la risa.

-¿Cómo que pagó? - preguntó aún incrédulo - ¿Por que?

-No lo sé - le respondió Seamus encogiendose de hombros - simplemente vino y dijo que quería pagar lo que consumió junto con lo tuyo... incluyendo el batido de melocotón.

Ron realmente no lo podía creer, eso lo había tomado por sorpresa.

-Bueno... Entonces hasta mañana Seamus, descansa.

-Tú también Ron.

Ron salió de la tienda y se dio cuenta de que el aire estaba mucho más frío que hace un rato de haber entrado.

Se acomodó la chaqueta y subió a su auto, en el camino no había dejado de pensar en la excusa que le diría a Harry por haberse ido temprano, pero en ese momento, aquel era la menor de sus preocupaciones.

Aún tenía que pasar una semana en ese pueblo que odiaba tanto y al que se juró nunca más volver.

Lo más irónico era que se había ido por motivo de una boda y esa misma razón fue la que lo obligó a regresar.

Llegó a casa, la casa del lago que sus padres habían comprado mientras estuvieron viviendo ahí.

Ahora que su padre y su madre estaban en Burbins, era Ron quien la habitaba momentáneamente durante su estancia allí.

Suspiró profundo y se decidió a tomar un baño caliente, esperando que el agua le ayudará a borrar las imágenes que se estaban formando en su mente y que se negaba a aceptar.

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora