18: ¿Pensaste en mí?

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Tras aquel traspié, Ron entendió a la perfección la necesidad de privacidad de Blaise, así que no se atrevió a hacer más preguntas impertinentes y rellenó el silencio que se había instalado entre los dos, mordisqueando una galleta, fue cojeando un poco hasta la nevera para sacar un cartón de leche.

-¿Por que estás cojeando? - Le preguntó Blaise quien se atrevió a romper el denso silencio que él mismo había creado.

-No es nada - dijo él encogiendose de hombros restandole importancia.

-Es suficiente como para hacerte cojear.

-Sólo pisé un clavo cuando fui a cambiarme la ropa ¿De acuerdo?

-No, no está de acuerdo, siéntate y déjame revisarte - le dijo Blaise con firmeza mientras señalaba una silla del comedor.

Ron se le quedó viendo como si no creyera que realmente le había ordenado algo en aquel tono.

-Ya es hora de que te largues, Auror Zabini - Se lo dijo con firmeza.

-Si no me dejas verte el pie, me estarás  obligando a llevarte al hospital a que te revisen, entonces, toda la historia de los cuatro hombres que vinieron por ti será el chisme y el tema de conversación en todo Grinmaud Place mañana y...

Ron plantó el culo con firmeza sobre la silla con una expresión de rabia contenida.

-Mejor así - dijo Blaise sonriendo - Dame tu pie.

Ron no le brindó precisamente su pie para que lo inspeccionara, así que Blaise tuvo que agacharse para tomarlo del suelo, al hacerlo le hizo perder el equilibrio y su trasero se resbaló hasta el borde del asiento.

Mientras se agarraba con firmeza con ambos brazos y las manos encorvadas al borde de la silla, Ron contempló aquellas largas y bronceadas manos que envolvian su pie.

-¿Aquí? - hizo presión sobre la herida con forma de media luna en el talón, Ron hizo un gesto de dolor - ¿Duele?

-Duele cuando lo aprietas.

-Tremenda magulladura, aunque tienes suerte de que no haya atravesado la piel, casi pero no, no necesitas la vacuna del tétano, pero vas a tener que cuidarlo durante los próximos días.

-Lo haré, gracias - intentó retirar el pie pero fue en vano, Blaise le rodeó el pie con ambas con firmeza.

-Son un poco delgados pero por lo demás tienes unos pies hermosos.

-¿Esto también forma parte de tus funciones oficiales auror Zabini?

-Mi función es ayudar y servir a los ciudadanos de Grinmaud Place... y ahora mismo me parece que este ciudadano necesita un masaje en el pie.

Ron se retorcio en su silla cuando Blaise recorrió una sinuosa trayectoria hasta el centro de la planta, no supo porque pero aquella caricia le dio cosquillas en la nuca.

-Una vez estuve en Japón visitando la escuela de magia y hechicería de allá  - empezó diciendo él sin dejar de masajearle el pie - allí dan unos masajes fantásticos, había una geisha...

-No me interesa Blaise.

-De acuerdo - dijo él sin perder la sonrisa y bajó con firmeza el pie de Ron.

Sin embargo para ese momento, aquella sensaciones tan extrañas y maravillosas que le hacía sentir el masaje que Blaise le estaba dando ya había recorrido todo su cuerpo y estaban destrozando sus hormonas, por lo cual tardó varios segundos en salir de su trance y volver a incorporarse.

Aunque para ese momento, Blaise estaba de pie, mirándolo con una sonrisa triunfal, porque sabía exactamente lo que había provocado en Ron.

Una vez el pelirrojo pudo ponerse de pie, habló con toda la firmeza que su excitada voz le permitió.

-Es hora de que te vayas, gracias por venir - Le dijo abriendo la puerta de mala gana y señalando el exterior, necesitaba que se fuera, necesitaba urgentemente que se fuera para poder salir de aquella aura de intimidad y excitación de la que se sentía atrapado.

-Para eso me pagan.

-Bien... Buenas noches señor Zabini - ésta vez señaló con la cabeza la salida y su melena pelirroja se movió un poco con el viento del exterior.

-¡Vaya, e olvidado mi varita en la cocina! - volvió a dar marcha hacia sus propios pasos.

Ron esperó al lado de la puerta ¿Qué es lo que le llevaba tanto tiempo? Se preguntó al cabo de un minuto al comprobar que aún no había aparecido.

-¿Blaise? - llamó en voz alta pero nadie respondió - ¿Señor Zabini? - silencio igual.

Nada, así que impaciente, golpeó su pie contra el suelo.

Pasó otro minuto más y Blaise aún no aparecía, curioso y molesto, Ron entró en la cocina para buscarlo.

Se lo encontró apoyado contra la encimera observando muy atentamente su reloj de pulsera.

-¿Qué demonios estás haciendo?

-Ven aquí - Dijo él sin quitar la vista de su reloj.

Intrigado, Ron se acercó a la encimera y se dispuso a observar el reloj con él, no había nada extraordinario, sólo la aguja del segundero acercándose  a las doce.

-Cinco, cuatro, tres, dos, uno - dijo Blaise haciendo la cuenta regresiva.

-¿Qué... que quiere decir eso?

-Eso quiere decir Ronald Wesley, que corres un serio peligro.

Blaise se dio la vuelta tan rápido que Ron no pudo reaccionar y el auror lo acorralo con ambos brazos a los lados, la encimera detrás y su musculoso cuerpo en todo el frente.

-Es medianoche - Le dijo Blaise.

-¿Y ahora es cuando te conviertes en serpiente?

Blaise se rió.

-Por decirlo de algún modo... ya estoy oficialmente fuera del horario de servicio.

-Vete de mi lado Zabini.

-¿No quieres jugar conmigo?

-No y si no te importa... - trató de apartarlo, pero Blaise tenía el doble de fuerza, así que nuevamente fue en vano.

-¿Te digo un secreto? - sus labios se movieron bajo su pelo rojizo hasta su oreja - cuando te sentaste a horcajadas sobre mí, nunca había tenido que hacer un esfuerzo más sobrehumano para no delatarme sobre lo que realmente sentía en ese momento... Dime algo Ron... Después de que me fui ¿pensaste en mí?

-No.

-Mentiroso - Le abrió las piernas a Ron y se acomodó entre ellas como si le pertenecieran - pensaste en mí... pensaste en ese beso... Nuestro beso.

-No, no lo hice.

-Oh, si que lo hiciste, yo sólo pude pensar en eso todo el día, casi dejo mis responsabilidades de auror sólo por pensar en eso, mi lengua dentro de tu boca, entrando y saliendo como si estuviéramos haciendo el amor.

-Ya basta - dijo sin convicción y con la voz ronca.

-De ningún modo Ron... No hasta que estés debajo de mí... desnudo y deseoso... pidiéndome más.

Volvió a besarlo una vez más, profundo, invasivo, ardiente, como hacía unas horas en el lago, Ron perdió toda convicción y fuerza ante aquello, definitivamente era como hacer el amor en la boca, donde Blaise dominaba todo.

De repente él se separó con rapidez.

-Pero estoy consciente que me e quedado mucho tiempo y que ya es tarde... Debo irme.

¡Ronald no daba crédito a sus palabras!

Blaise dejó la cocina y después la cabaña, para cuando Ron pudo incorporarse, ya Zabini había desaparecido del lugar.

Ron estrelló la taza de la que él había bebido café contra la pared más cercana de la cocina e invocó a todos los dementores del mundo mágico para que se apoderaran del alma de Blaise Zabini.

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora