9: Batidos de melocotón

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Ron se detuvo ante un semáforo en rojo y soltó un enorme suspiro de exasperación... ¿Quién diablos se creía ese idiota para tocarlo así?

Aunque debía reconocer que mas idiota había sido él por permitirlo, debió haberle derramado el champán encima apenas intentó sacarlo a la pista de baile.

Pero es que lo que le había dicho lo había tomado tan de sorpresa que aún no salía de su estupor.

¿Hacer una apuesta con él?... ¿Cómo si fuera un trofeo?... ¿Cómo si fuera una cosa? No podía ser cierto que la hiciera y si se lo confesó es mucho menos probable.

No conocía a ningún hombre tan cara dura como para hacer una apuesta así y menos que se lo confesara tan abiertamente.

El claxon del auto de atrás lo trajo de vuelta a la realidad, el semáforo ya estaba en verde.

Apenas comenzó a acelerar, vio de reojo una de las tiendas más populares del pueblo, El Uncle Seamus's Café y un letrero brillante con luces de neón que decía, ¡Batidos calientes de melocotón, lo mejor del pueblo!

Ron estaba claro que aquello no se oía muy llamativo, sin embargo pasar y saludar a un viejo amigo de la escuela, no le parecía mala idea y le servía para ocupar su mente.

Aparcó frente a la tienda y entró haciendo tintinear la campana de entrada.

-¡Ron! - Exclamó un muy alegre y sonriente Seamus Finnigan desde la barra - Amigo, cuanto tiempo sin verte.

-Hola Seamus... ¿Cómo has estado? - le respondió Ron llegando hasta la barra.

-Ocupado trabajando pero bien.

Seamus rodeó la barra y él y Ron se dieron un gran abrazo.

-¿Qué te trae por aquí? - Le preguntó volviendo a su lado de la barra mientras pasaba un pañuelo grande por encima.

-Bueno, ya sabes que Harry se casa... Y pues, obviamente me pidió ser su padrino - respondió Ron mirando la tienda alrededor.

No sabía si era su imaginación, pero estaba más grande, más iluminada, pareciera que la hubiesen ampliado, el meson era más largo y brillante, parecía que habían cambiado la vieja madera opaca por una más fina, oscura y con una ligera capa de barniz, el piso ya no era blanco y negro simulando un tablero de ajedrez, ahora era de mosaicos variados que juntos formaban una sirena, los ventanales eran más grandes al igual que las sillas, parecía que había el doble.

-Oye Seamus, remodelaste este sitio... ¿Cierto? - Aunque la respuesta era obvia, necesitaba la confirmación.

-Sí ¿Te gusta? - Sus ojos brillaron de emoción, Ron lo notó.

Seamus, al igual que Ron tenía los ojos azules, pero los de Finnigan era un tono más claro que los de él, con el cabello arenoso y la piel pálida, Ron se dio cuenta que a pesar de los años, el rostro de Seamus no había cambiado.

-La verdad me encanta el sitio, se ve más espacioso y alegre... Oye... ¿Y que hay de esos batidos de melocotón?

-Oh, son mi invención más reciente, batidos calientes de melocotón, una delicia.

Internamente, Ron arrugó el entrecejo, aquello no sonaba para nada degustador, tenía incluso miedo de que Seamus le ofreciera de aquel batido.

Pero antes de que pudiera pedir otra cosa, Seamus colocó ante él una enorme copa con pitillo encima.

El líquido de un claro color melocotón, estaba casi rebosado hasta arriba.

-Gracias - respondió Ron con una fingida sonrisa.

-Por favor pruébalo y me dices que tal - le dijo Seamus apoyando los codos en la barra.

Desde antes de probarlo, Ron sabía que aquello como mínimo le provocaría irse en vómito, pero no quería ser grosero con su amigo, por lo cual tomó el pitillo lo acercó a sus labios y sorbio un poco.

Lo que sintió Ron, no pudo describirlo, volvió a tomar otro sorbo y luego otro y más y más.

Era lo mejor que había probado en su vida, jamás pensó que lo diría pero era incluso mejor que la cerveza de mantequilla.

Era dulce, pero no exagerado, espeso pero no tanto como para atorarse en el pitillo y lo tibio que estaba le abrazaba la garganta con una nota picante que se quedaba el tiempo suficiente para que la lengua pudiera palparla.

Ni siquiera se dio cuenta que en menos de tres minutos se había terminado el batido.

-Quiero otro... No importa cuanto cueste - dijo pasandole la copa a Seamus.

-No te preocupes, la casa invita y me alegra que te guste.

-¿Gustarme?... Es más que eso, esto está increíble... ¿Qué tiene?

-Secretos de familia - contestó Seamus guiñandole un ojo y retirándose para buscar otro batido.

Dos minutos después, su amigo regresaba con una nueva copa de batido de melocotón.

-Disculpame con Harry por no haber ido a la ceremonia, el me invitó pero... tenía... mucho trabajo.

No sabía porque, pero Ron no le creyó, había algo en su tono dudoso de voz que lo hacía cuestionarse si era verdad, sin embargo, no quería inmiscuirse.

-No te preocupes, yo le digo, aunque habían muchos compañeros reunidos que estoy seguro que les hubiera encantado verte, Parvati, Padma, Penélope, Hermione, Neville...

-¿Neville estuvo presente? - de repente la voz de Seamus se volvió desesperada al preguntar por Neville.

¿Por qué se ponía así cuando escuchaba el nombre de Neville?... ¿Ese brillo en sus ojos y esa desesperación por saber de él a qué se debía? Sabía que siempre habían sido mejores amigos, pero desde la muerte de Dean Thomas todo había cambiado entre ellos, el mismo Neville se lo había dicho a Harry y Harry se lo había contado a él.

¿Quería arreglar su amistad con Neville o había algo más?

-Bueno sí, Neville estuvo presente también.

Seamus desvió la mirada al contestar.

-Espero que esté bien.

¿Qué diablos habia sido eso? Había cambiado su actitud tan rápido dos veces en unos pocos segundos.

Supuso que el perder la amistad de Neville le había afectado bastante.

-Bueno, supongo que debe de estar bien... Ahora que lo contrataron como modelo.

-Si, supongo que eso lo debe de tener muy contento.

Para Ron no pasó desapercibido que Seamus ya estaba enterado de la nueva faceta en la vida de Neville, era obvio que estaba al pendiente de lo que acontecia en su vida.

-¿Y fue... sólo?

-Pues sí, ya sabes que con ese apodo que le colocaron en la prensa realmente no esperarás que llegue acaramelado.

-Lo que dice la prensa sobre él son puras mentiras, él no es así... yo lo conozco.

¿Ron se estaba equivocando o Seamus sonaba como si estuviera defendiendo al amor de su vida?

Se levantó del banquillo en el que estaba sentado para hablar con él más de cerca, pero no vio al señor de mantenimiento detrás de él que estaba encerando el piso.

Al poner un pie, resbaló y cayó... o al menos eso fue lo que estuvo a punto de pasar de no ser porque un fuerte brazo lo tomó de la cintura e impidió su caída.

Miró hacia el suelo con impresión estaba brillosamente encerado y estuvo a punto de caer en él de no ser por...

¿Por quien?

Giró la cabeza y se encontró con unos ojos negros brillantes y llenos de tristeza que lo observaban, unos labios finos en un rostro con mandíbula fuerte, piel pálida y cabello rebelde ondulado.

El brazo que lo sostenía no era del todo musculoso, pero si era muy fuerte, el otro brazo se sostenía de la barra para evitar que ambos cayeran y pertenecían a un cuerpo robusto.

Su cara, su nariz, sus labios y su aliento estaban a pocos centímetros de los de Gregory Goyle.

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora