32: Enfrentamientos inminentes

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Gregory sencillamente no podía creer aquello de lo que se había dado cuenta.

¿Alice Thompson era quien se había encargado de impedir que le aprobaran los créditos en todos los bancos en los que solicitó?

Él sabía que ella lo aborrecía pero... ¿Hasta ese punto?... ¿Que mas había hecho esa bruja desgraciada en contra de él?

-Es usted una...

-Nada - le interrumpió la señora Thompson sin perder la postura elegante - tú no puedes probar nada... Además... Yo no e admitido nada... Tú estás suponiendo.

-Usted acaba de admitir que se encargó "personalmente" de que al señor Goyle no le aprobaran los créditos - intervino el encargado, sorprendido y furioso a partes iguales contra la mujer - Ni en el banco de Grinmaud Place ni en ningún otro.

-¿Estoy escuchando bien o usted se está poniendo del lado de éste asesino? - señaló a Goyle despectivamente mientras hablaba.

-Usted no es mejor que yo vieja bruja - atacó Goyle al borde de la furia y la histeria - Inventar chismes, regarlos, envenenar la mente de los banqueros en mi contra e incluso utilizar a un niño para enviarme un papel ofensivo es demasiado... Usted no tiene límites.

-Cuando se trata de poner en su sitio a tipejos como tú... Por supuesto que no tengo limites... Los enfermos delincuentes como tú deben estar presos... Y cuando sea Alcaldesa de Grinmaud Place me voy a encargar de eso personalmente y con mas poder.

-¿Que usted utilizó un niño para que? - Preguntó el encargado aún mas sorprendido y escandalizado que antes.

-¿Que usted va a ser alcaldesa de éste pueblo? - le secundó Goyle sin poder creer lo que estaba saliendo de la boca de esa arpía.

-Yo voy a hacer lo que sea necesario y a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de sacar a cualquier criminal de MI PUEBLO y si para eso tengo que usar varios método, pues entonces lo haré... y sí Goyle... estoy a punto de ganar las elecciones del pueblo... yo voy a ser la nueva alcaldesa... y cuando eso ocurra voy a echarte de aquí a patadas.

La señora Thompson tenía los ojos encendidos en furia, en ese momento, Goyle comprendió que ella, no le tenía una rabia normal... Alice Thompson lo odiaba profundamente, lo miraba con asco y sobretodo como un insecto... un insecto que como todos, debía ser aplastado.

-Larguese de mi local ya mismo y no vuelva por aquí jamás - el encargado le señaló la salida - usted me da asco... ¡LARGO!... y le advierto... que voy a hacer todo lo posible porque la gente sepa quien es usted realmente.

-A usted no le conviene estar en mi contra... Con el poder que tengo puedo destruirlo... además... yo soy alguien muy respetada en éste pueblo... ¿De verdad cree que alguien le va a creer que la benévola Alice Thompson hizo algo de lo que la acusas?... Solo vas a quedar como un tonto y un idiota que apoya a un asesino.

-Larguese de mi oficina... ¡LARGUESE YA!

Pero en lugar de hacer eso, la señora Thompson se acercó directamente hasta Goyle hasta estar frente a frente.

-¡Te odio!... ¡Odio las escorias y basuras como tú!... No merecen vivir... Y ten por seguro que voy a destruirte y a sacarte de éste pueblo... Si es posible... Haré que te encierren en Azkaban que es donde los asesinos como tú deberían estar.

Goyle jamás supo como fue que se contuvo de darle una bofetada en la cara para silenciarla.

Talvez porque sabía que con la fuerza que tenía podía llegar a matarla si la golpeaba y no controlaba su fuerza.

Además, no quería darle el gusto de verlo desequilibrado.

Pero quien no soportó ni un minuto mas las impertinencias y osadías de la señora Thompson fue el encargado del local.

Llegando hasta ella, la tomó bruscamente del brazo, marcandole los dedos fuertemente.

-¡Me está haciendo daño! - se quejó ella con su chillona voz.

-¡CALLESE LA MALDITA BOCA Y SALGA DE MI TIENDA PARA SIEMPRE Y NO VUELVA JAMÁS, AGRADEZCA QUE NO LA SACO DE UNA FORMA PEOR!

El encargado abrió la puerta y empujó a la señora Thompson fuera de la tienda, varias personas que pasaban por ahí se les quedaron viendo a ambos y vieron con asombro como aquel hombre sacaba a rastras de su tienda a la "respetada" mujer.

-¡SI LA VUELVO A VER EN MI TIENDA, LA SACARÉ A PATADAS VIEJA BRUJA!

Esto impactó en gran medida a las personas que allí estaban, nadie entendía nada pero sin lugar a dudas, ese incidente sería parte de un buen chisme en el pueblo.

El hombre no hizo caso a las miradas curiosas de los demás y entró de nuevo en la tienda.

-¿Entonces la compra? - le preguntó el encargado a Goyle.

-¿Está seguro de que me lo quiere vender a mí después de lo que ella dijo?

-Si antes tenía alguna duda, después de escuchar a la señora Alice perra Thompson estoy convencido de que usted es el indicado... Especialmente si con eso puedo hacer que se le retuersa la bilis de la rabia.

Goyle sonrió al darse cuenta que con aquel caballero tenía un alido.

-Sí, la compro.

-Pero esa señora es muy inteligente... Estoy seguro que no le importó decir a los cuatro vientos todo lo que dijo aquí adentro porque sabe que aquí no hay cámaras de seguridad... Ella era clienta habitual de mi padre y sabe que él nunca quiso poner cámaras de seguridad... Por ello dijo todo sin tapujos.

-Sí, me queda claro que es bastante lista... Si me permite... Voy a llamar a mi socio para que venga a ver la tienda.

-Oh, de acuerdo.

Goyle habló con Ron, fue una conversación muy corta, solo le informó que había encontrado el local perfecto y que debía venir a verlo.

Al colgar la llamada, Ron se vistió rápidamente y salió, el poder ver la tienda y centrarse en otro tipo de cosas le permitía no tener que pensar en Harry y aquella seria discusión que tuvieron antes.

Esa discusión que sinceramente no sabía en donde dejaba su amistad con el pelinegro y por el momento, prefería no pensar en eso... Aunque faltando menos de cuarenta y ocho horas para la boda, era bastante difícil.

El transcurso en su auto fue corto, lo dejó en un estacionamiento privado y según las indicaciones de Goyle, el local estaba a diez minutos.

Estaba tan feliz por poder ayudar a Goyle a cumplir aquel sueño, poder verlo sonreir y...

-¿Ron? - una voz masculina lo llamó a sus espaldas.

Una voz que no había escuchado los últimos cuatro años, una voz que no escuchaba desde... Aquel día.

El sabía que en algún momento debía pasar, en un pueblo tan pequeño como Grinmaud Place es difícil no encontrarte con todo el mundo pero... ¿Tan pronto?

Ron se dio la vuelta y lo vio... fue allí que entendió la nueva etapa que estaba empezando durante su estancia en el pueblo... La de los enfrentamientos inminentes.

Norman Belzus estaba frente a él... El actual esposo de Cormac MacLaggen.

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora