12: Ignorancia o complicidad

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A Ron se le había olvidado el incesante e inmisericorde calor que podía llegar a hacer en la cabaña.

Sus padres la habían comprado después de mucho esfuerzo, sin embargo cuando a su padre le dieron la oportunidad de trabajar como ministro de asuntos muggles no lo pensó dos veces y se mudó a Burbins junto a su esposa.

Sus hermanos estaban demasiado ocupados como para pasearse de vez en cuando por la casa, así que él lo hacía ocasionalmente.

Y ahora que estaba obligado a quedarse una semana entera por la boda de Harry podía al menos pasarla allí, alejado del pueblo y de las miradas o acusaciones indiscretas de las personas del pueblo.

Estaba tumbado boca arriba sobre una toalla en el muelle del lago con los pies colgandole graciosamente en el aire y sólo las puntas de los dedos tocaban de vez en cuando el agua e interrumpian la calma de la misma.

-¡Pero que descaro el tuyo! - pronunció una voz fuerte y masculina.

Ron abrió los ojos de golpe y se sentó rápidamente.

Aquello fue una mala idea.

El sol ya había calentado su cabeza y levantarse así lo mareo, vio colores difusos a su alrededor y la cabeza le palpitó en la sien.

Cerró los ojos con fuerza porque el brillo de la claridad le molestaba de forma terrible en los ojos.

Se frotó los párpados con los dedos mientras mascullaba una maldición por lo bajo.

Al abrir los ojos, pudo ver la figura viril y totalmente masculina de Blaise Zabini acercándose a él en un bote de pescador.

Ron contuvo el aliento al verlo en una camiseta blanca ceñida al cuerpo, unos shorts cortos con estampado de peces que le llegaba por encima de las rodillas, una viscera en la cabeza y unas zapatillas cómodas.

No había rastro del hombre elegante que había visto en la fiesta de ceremonias de Harry y sin embargo, a pesar de su vestimenta no perdía ni un ápice de atractivo sexual.

Sus músculos estaban a la vista en esa piel de chocolate oscuro, alto e imponente.

Pero nuevamente Ron pensó que preferiría que le aplicaran el crucio antes de aceptar algo así en voz alta.

En lugar de eso, se decantó por contestar lo que le había dicho.

-Más descaro tienes tú Zabini, viniendo por aquí - contestó en tono ligeramente molesto - espiando.

-Sólo estaba pescando un rato... y resulta que te vi casualmente tumbado aquí al sol completamente sólo - en ese momento, su bote llegó al muelle y se dispuso a amarrarlo - por eso digo que tienes descaro... Te tumbas al sol tu sólo aquí con el peligro de que cualquier pervertido te vea y quiera venir a hacerte algo indebido.

Ron lo miró críptico mientras Blaise subía el primer pie en el muelle.

-Nunca a habido ningún pervertido en  Grinmaud Place - Ron lo miró con la ceja arqueada de arriba abajo mientras se acercaba y añadió - hasta ahora.

Blaise soltó una risa corta y fresca.

-Relájate Ron... No soy ningún pervertido... A menos claro que eso a ti te excite, en cuyo caso las cosas pueden cambiar - dijo al tiempo que se sentaba junto a Ron.

-Siéntate si gustas - le dijo Ron sarcástico.

-Gracias por la invitación - le respondió Blaise en el mismo tono - Igual no me quedaré mucho tiempo, está haciendo bastante calor.

-Siempre a hecho calor en ésta parte del pueblo, no es nada raro.

-Sí, puedo verlo en tu piel.

Ron sabía a que se refería, su piel pálida ya se había tornado rojiza, llevaba más de media hora tumbado al sol.

-No es nada - respondió el pelirrojo que ya estaba acostumbrado - Igual me gusta mucho el calor.

-Eso ya lo sabía.

-¿Cómo que ya lo sabías?

-Es obvio que te gusta el calor Ron... Eres un hombre muy sensual.

-¿En que te basas para decir algo así? - Ron arrugó el ceño.

-En varias cosas, por ejemplo en ese brazalete que llevas en el tobillo.

-¿Que tiene?

-Ningún hombre utilizaría un brazalete en el tobillo a no ser que esté seguro que le va a lucir muy bien y que tiene la suficiente seguridad para que no le importe el que dirán.

-Eso es absurdo... sólo lo compré porque me gustó, es todo.

-Pensé que te lo había regalado alguien.

-Pues no.

-¿Qué pena?

-¿Por que?

-Porque te hubiera quedado de infarto en la ceremonia y le hubiera dejado claro a los demás que no estás disponible... Aunque a mí no me hubiese importado en lo más mínimo.

-¿Me viste cara de elfo doméstico o que? - le preguntó Ron molesto - Nadie se va a convertir en mi dueño... y menos por un accesorio... En serio... ¿Qué diablos te dijo Liver Donatt sobre mí que piensas ese tipo de cosas?

-Oh, me dijo muchas cosas sobre ti... sin embargo de otras, me e formado mi propia idea.

-No me cabe la menor duda señor Zabini... Aunque en los diez minutos que llevamos de conocernos no sé como cómo se puede formar una idea sobre alguien.

-Oh no, ya me había formado una idea sobre ti desde antes de que cruzaramos la primera palabra... Tremenda historia la que me contó Liver sobre ti.

Ron lo odiaba por sacar a colación su pasado, pero al mismo tiempo se lo agradecía, no se había dado cuenta hasta que Blaise se sentó a su lado, pero tenía una capa de crema bronceadora con un exquisito olor a coco que le estaba provocando más calor de lo habitual y estaba en una especie de letargo del que el mismo Zabini lo sacó cuando mencionó aquello.

-¿Todo eso que dicen sobre ti es cierto Ron? - Le preguntó Blaise sin apartar su intensa mirada de él.

-Eso dependerá de lo que te hayan dicho sobre mí el chismoso de Liver.

-Por favor Ron... ¿Cómo puedes reprocharselo a él y a todo el pueblo? No recuerdo haber oído nunca hablar de ningún novio que, cuando le preguntaran aquello de "Aceptas", etc, respondiera "No, creo que más bien no" se diera la vuelta y volviera sobre sus propios pasos por el pasillo hasta salir de la Iglesia, dejando a todos, incluido el otro novio, estupefactos.

Esos recuerdos estaban frescos en la mente de Ron, asfixiandolo desde que había sucedido todo aquello hace cuatro años atrás.

-No podía casarme con él.

-Yo tampoco creo que pudiera haberlo hecho, es decir, Cormac MacLaggen es  un rutilante héroe del Quidditch europeo... pero no es más que eso, más allá de toda esa facha de cazador... no hay nada más.

Blaise movió el trasero para acercarse más a Ron.

-Es sólo que me da la impresión de que pudiste haberte negado mucho antes de que el sacerdote hiciera esa importante pregunta ¿No te parece?

Hubo un silencio de unos segundos y Blaise volvió a hablar.

-¿Por qué lo hiciste Ronald?

-Eso no es asunto suyo señor Zabini.

-Y parece ser que no es asunto de nadie más, cuatro años después al día de hoy nadie a logrado averiguar el motivo por el que lo hiciste... Aunque claro las especulaciones no faltaron.

-No me cabe la menor duda.

-Aunque muchas de las que me dijo Liver eran un tanto escabrosas.

-¿Escabrosas?... ¿Pues que te dijo?

-¿Realmente quieres saberlo?

Ron se había dicho a si mismo muchas veces que no iba a caer en el juego de los chismes, pero algo en el tono serio de Blaise le hizo por primera vez dudar en si debía enterarse de lo que decían en el pueblo.

¿Seguir en la ignorancia o pasar a la complicidad de los chismes?

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora