19: El fantasma de Gregory

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Gregory cruzó las piernas y se acomodó con cierto recato el pantalón de vestir cuando notó que su gesto impaciente había llamado la atención del duende frente a él sentado detrás del escritorio.

Se encontraba en Gringotts, en el área de atención al cliente, una de las nuevas áreas que había implementado el Banco hace muchos años atrás.

Aunque no era un área especialmente famosa, ya que quienes atendían detrás de aquellos gigantes escritorios, seguían siendo los duendes y era bien sabido que la amabilidad y el buen trato con los clientes no era su prioridad.

Los duendes seguían siendo amargados, soberbios, desconfiados y bastante serios y secos a la hora de tratar con los magos.

Pero al mismo tiempo, era bien sabido que una vez que un mago lograra convencerlos los duendes podían prestar sumas exorbitantes de oro sin ningún tipo de problema.

Pero eso, era lo realmente difícil, convencer a un duende.

Sin embargo, Goyle estaba ahí porque quería agotar hasta las últimas opciones, ya había estado en otros bancos dirigidos por magos y en todos le habían rechazado el préstamo que estaba buscando.

El duende con calva, orejas largas, nariz afilada, arrugas marcadas y ojos afilados detrás de unos anteojos de Carey dejó a un lado los papeles que con tanto esfuerzo, Gregory se había esforzado en redactar.

-Ha sido usted bastante minucioso joven Goyle.

Semejante comentario no ofrecía a Gregory ninguna indicación certera de lo que el duende pensaba.

Miró a Goyle con una expresión que mezclaba superioridad y talvez algo de remordimiento.

-Las cifras que me a entregado son admirables - le dijo el duende.

-Pero realistas también - indicó, tratando de no dejar ver su inquietud ya que sabía que los duendes no le daban dinero a personas que parecían necesitadas.

-Por mucho que haya hecho un buen trabajo con esto, me temo que está siendo demasiado optimista.

-Todo lo contrario, he sido bastante prudente con mis pronósticos.

-Aún así, señor Goyle... No son más que eso, pronósticos.

-Pronósticos que están basados en la experiencia.

Talvez Goyle podía ser tachado en un futuro de polémico y buscador de problemas, pero ya en los bancos anteriores se había visto envuelto en negativas y ésta era su última opción, no iba a aceptar un no por respuesta sin entablar una buena discusión, por lo cual, a lo último que dijo le añadió algo más.

-Yo sé lo que los hombres y mujeres están preparados a gastar en estos temas, mis clientes son personas de clase alta con importantes ingresos.

-Pero usted al día de hoy no tiene clientes.

-Claro que los tengo, personas que sólo me realizan a mi los encargos donde estoy trabajando ahora, mis clientes ni se plantearían confiar sus encargos a nadie más, una vez que sepan que trabajo autónomo, naturalmente se vendrán conmigo.

El duende no refutó lo que dijo, pero si lo miró con cierto escepticismo y se preparó para atacarlo desde otro punto.

-Como garantía...

-La antigua y muy bien valorada mansión de mis padres - Le atajó Goyle rápidamente, preparado para aquello.

-La cual en la actualidad aún pertenece a sus padres.

-Y e incluido en los documentos, una carta de transferencia de poder que me autoriza a utilizarla como garantía... ¿Cree que e falsificado la firma de mis padres?

El duende ésta vez arqueó las cejas, era bien conocido que los duendes no tenían mucho paciencia y tacto, tampoco eran muy tolerantes con las impertinencias, sin embargo poca gente sabía que si había algo que los duendes admiraban, era un mago con aquella sequedad parecida a la de ellos y para ese momento, Goyle ya estaba en sus límites.

-Yo no e dicho eso señor Gregory - respondió secamente el duende penetrando a Goyle con aquella helada mirada, pero el Slytherin se la mantuvo para responder.

-Bueno, en ese caso no veo cual sea el problema, la mansión y los terrenos circundantes cubren con creces el valor del préstamo que estoy pidiendo.

-Abrir un negocio por cuenta propia es demasiado arriesgado señor Gregory, especialmente la que usted quiere abrir... Sobretodo viniendo de Slytherin.

-¿Quiere decir que si yo viniera de Gryffindor, Ravenclaw o Hufflepuff, el Banco no tendría ningún problema en   concederme el préstamo?

El duende se dio cuenta rápidamente de su error y respiró profundamente cerrando los ojos.

-No, no, el Banco no tiene tales prejuicios.

"Sí, ya veo que no" Pensó amargamente.

-Yo realmente creía que ustedes habían mostrado más interés en mis trabajos y en mi futuro negocio.

-La verdad es que sí, nos pareció bastante interesante sobretodo por la parte en la que incluye a los duendes dentro de los planes de su negocio, pero...

En ese momento, ocurrió algo que rara vez pasaba, el duende se quedó sin argumentos y realmente para ese momento ya no sabía que más decir para desestimar las insitencias de Goyle.

-Vamos a hacer algo - Le dijo Goyle, sintiendo pena por el pobre duende que a esas alturas ya no sabía donde meterse para no tener que estar en aquel lugar - olvídese por un momento que mi padre fue un mortífago, que ayudó a Voldemort y que la casa Slytherin es la casa de la que más magos tenebrosos han salido y escucheme... Necesito un préstamo, quiero montar este negocio por mi cuenta, sin éste préstamo no puedo hacerlo... Y a pesar de lo que mi padre fue o hizo, usted sabe que el siempre mantuvo un saldo positivo en éste Banco, yo también lo haré.

-Le seré completamente franco señor Goyle... éste Banco se enorgullece de poder prestar dinero a personas enérgicas y con ambición... Sin embargo también tenemos cuidado de asegurarnos de que demuestren tener un sano juicio y un cierto sentido de responsabilidad y francamente lo que usted hizo hace un año atrás pues...

El duende dejó la frase justo ahí, dejando que Goyle entendiera por si sólo, cuando lo hizo, Gregory se dejó caer sobre el respaldo de la silla y se le quedó mirando completamente horrorizado.

-Lo que hice hace un año - repitió él como si no pudiera creerlo - Es decir, matar a un desgraciado para salvar la vida de mi mejor amigo demuestra una falta total de sano juicio ¿Es eso?

Gregory se llevó las manos a la cara y de la frotó con la frustración ebulliendo cada vez más, los demás banqueros no había sido tan francos como el duende, sin embargo ahora le quedaba claro que le habían rechazado el préstamo exactamente por lo mismo.

¿Cómo no se daba cuenta la gente de que, si lo había hecho, sus buenas razones tenía?

¿Acaso todos pensaban que había sido una desición espontánea, un mero capricho?

¿Le iba a perseguir ese fantasma toda la vida?

El retorno de Ronald (Trilogía mágica 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora