— Minina, ¿Alguna vez has tenido pensamientos intrusivos? De esos que te vienen de repente y son rarísimos pero en el fondo sabes que no eres tu — se me queda mirando con su cabecita ladeada y sus ojos inocentes — ¿Cómo que una vez pensaste en comerme? Eso no se hace, no te comes a la familia.
Baja su mirada con vergüenza, pone los ojitos más inocentes del mundo, que lo son, y yo como no puedo resistirme a ella lleno de besos su cabeza. No tiene la culpa de tener esos pensamientos, aceptando el hecho de que es un animal salvaje, aunque no me guste pensar así de ella, vivimos situaciones muy fuertes, y que nunca hubiera habido violencia entre nosotras dice más de Minina que de mí.
Claro, dentro de mi inocencia y mi ignorancia nunca pensé en eso, de hecho no pensaba ni que la muerte fuera una posibilidad, vivía día a día sin pensar en el futuro; supongo que eso hizo más llevadera la experiencia, donde a veces los días parecían segundos o años. De hecho, ahora que lo pienso no he asimilado tanto el concepto de la muerte, entiendo lo que es, pero más allá de una conversación corta que tuve con mi novia y mis amigas al respecto no me he dado la tarea de pensar que pasa después, y no sé si quiera o deba, no creo que haya una respuesta para eso.
— Minina, ¿tu crees...alguna vez has pensando en la muerte? — sus ojos tiernos se asustan pero luego se calman — Es raro ¿verdad? Pensar que en algún momento se va a acabar. Pero — beso una de sus patitas, sus uñas filosas mostrándose un poco —, lo bueno es que falta mucho para eso, mucho mucho tiempo. Nos vamos a tener siempre, incluso en otro plano o en otra galaxia, mi vínculo contigo, mi amor por ti, va más allá de cualquier cosa que pueda existir en el mundo entero — río por la cara que hace —. Tus bebés también están incluidos, no te preocupes — le doy a escondidas una galletita de vainilla que saco de mi bolsillo, debe tener una buena alimentación por su condición pero a ella le gustan los dulcitos y quien soy yo para no complacerla —. En la próxima visita te traigo otra cosa sabrosa, acepto sugerencias — le digo como si fuera secreto.
Me doy cuenta ahora que es difícil lidiar con la gente. Aunque parezca tonto a estas alturas, es agotador tratar de estar en espacios públicos, siento que soy un móvil o un juguete que necesita baterías, en cuanto se agotan ya no tienen manera de funcionar hasta que son reemplazados. Así me siento entrando a la escuela esta mañana. Ni siquiera estoy cansada o con sueño, solo siento que esta semana se ha hecho demasiado larga y no tengo la energía mental para continuarla.
— Te digo que en el otro capitulo se va a morir — mis amigas, mi motivación principal, están hablando muy animadas en nuestro punto de encuentro.
— ¿Quien se va a morir? — me incluyo en la conversación.
— No te puedo hacer spoiler — Lela se tapa la boca con emoción luego de decir eso — pero lo vamos a ver juntas, no tienes escapatoria — es divertido que una de tus amigas esté viviendo contigo.
— ¿Cómo la pasaste ayer? ¿Cómo la pasaron ayer? — hago el respectivo levantamiento de cejas y pongo cara de pícara para juntar al par de novias en un abrazo de tres.
— Eso es una pregunta innecesaria, mírales las caras de que no durmieron nada pero esas miradas las tienen como si se hubieran tomado tres energizantes — mi siamesa se une al abrazo — Yo no voy a decir nada más.
— Ese silencio — le sigo el juego a Laura. Las chicas comienzan a reírse — Esas son risas delatadoras — ese es el sonido que me gusta —. A ver bien esa carita — el golpe que tiene Lela en su rostro cada día está mejor, no fuera tan alarmante si su piel no fuese más blanca que la mía.