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Es poco usual salir los domingos ya cuando está cayendo el sol, pero así lo decidimos Lauren y yo, la traje a un parque de diversiones y desde que llegamos está emocionada con todo como la niña que es. Era su merecido premio, la semana pasada no pudimos concordar para poder pasar un poco de tiempo juntas fuera de la casa, claro que hicimos algunas actividades extracurriculares dentro de la misma, pagué un servicio llamado Netflix y nos estábamos viendo una serie llamada Orange is the new black, una serie bastante explícita basada en algunos hechos reales de la vida de la cárcel de mujeres, empezó por todo lo alto con sexo en la ducha y Laur dijo que eso era definitivamente lo que íbamos a ver. Claro tiene su trasfondo con historias individuales muy bien hechas y bastante entretenidas.

No pude estar en contra de Laur, últimamente todo es gay para mi.
Así que, aunque hubiera sido una semana difícil ésta también, decidimos entre las dos salir a respirar aire puro, sobre todo para mi amor que sólo sale cuando vamos a visitar a Minina. Íbamos a traer a las niñas, pero las hemos tenido todos los días con nosotras, les encanta estar con sus hermanas mayores, y a nosotras también nos encanta compartir con esas chiquitas dulces, pero necesitábamos tiempo a solas fuera, ser una pareja, ya después no nos vamos a salvar de los niños.

—Camz, ¡quiero ahí, quiero ahí!— aplaudía emocionada señalando el juego de atracción que menos me gustaba. No trajimos a las niñas pero Lauren cuenta como una.

Se trataba de unas tijeras, altísimas, que daban vueltas y recortaban cada vez que se encontraban. Gay. Además se quedaban suspendidas en el aire, podías quedar de cabeza o de espaldas, de cualquier forma podías correr la mala suerte de morir en medio de esas tijeras. Super gay. Y también aterrorizante, sabía yo que Lauren iba a tener esos gustos.

—¿No quieres dar una vuelta primero? Hay un montón de atracciones por ver— ésta era yo tratando de huir de mi destino.

—Te prometo que sólo una sola vez y damos vueltas por ahí.

Trato de no sorprenderme cuando veo niños demasiado jóvenes haciendo la fila para montarse. Me siento junto a Laur, quien tiene la sonrisa más grande del mundo, por un momento la veo tan feliz que se me olvida lo que está a punto de pasar. Hasta que el señor encargado empezó a ajustar los asientos y las barras de seguridad.

—Mantengan sus pertenencias en un lugar seguro, la empresa no se hace responsable de que salga volando ninguna pertenencia como móviles o zapatos entre otros— al decir eso mi instinto fue meter mi móvil en el lugar más recóndito de mi ser, hasta que el joven pasaba con una especie de caja dónde ponía el número de brazalete en los móviles para recogerlos.

—¿Nos saca una fotografía señor? —Lauren pide muy amable, sus piernas que quedaron un tanto en el aire van de atrás hacia adelante. Posamos y le dimos las gracias. No hace falta mencionar mi cara de terror y la gran sonrisa de Laur.

—Amor, pase lo que pase, recuerda de que te amo— tenía que sacar esa frase dramática, por si acaso. Ella se ríe tiernamente y me toma de la mano.

—Bonita, no va a pasar nada malo ¿te quieres bajar? Te ves un poco pálida— tiene esa carita de preocupación, ella en su emoción no había notado que me daban un poco de terror éstos juegos.

—Siempre me pasa, son los nervios que me dan antes de hacer algo peligroso, pero igual quiero hacerlo, me gusta esta adrenalina y no es la primera vez que me monto en esto— no mentía, Dinah me había arrastrado a éste tipo de atracciones desde siempre. El juego empezó el movimiento.

—Vale bonita— me da un beso sonoro en la mejilla y agarra mi mano entrelazando nuestros dedos —. Yo también te amo por si acaso.

Al principio tenía un poco de miedo, pero ya a la mitad disfruté de todo, gritando con Lauren cuando sentíamos ese vacío divertido y extraño en el estómago. Me gustó tanto y a ella también que nos montamos tres veces seguidas, y en la última nos bajamos riendo porque a una chica que teníamos de frente se le había salido volando su zapatilla y su cara fue memorable.

Mi Chica de Cuidad | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora