O por lo menos eso intenté hacer.
Actué como una salvaje cuando saqué mis dedos de su boca. La levanté del piso por las nalgas y di media vuelta para montarla en la isla de la cocina, montandome luego para seguir devorandole los labios una vez que la tuve sentada en las piernas. Mis manos estaban inquietas, tenía tiempo sin sentir lo que era su piel. La guié para que moviera sus caderas sobre mi pierna y así distraer el uso de sus manos que tenían un mal efecto para mí en estos días. Estuve a punto de sacarle la camisa, entonces oí algo fuera de lugar y cuando lo busqué vi mechones amarillos, caminando en puntitas.
Paro las caderas de Camila de inmediato, se me olvida la compañía que tenemos y que estos momentos deberían ser dentro de la habitación. No puedo controlar mis ganas de hacerle el amor en todas las esquinas si ella se ve tan bien y me provoca. La señorita se da cuenta de que ya me di cuenta de que estaba ahí, lo que hice fue sonreirle arrugando mi nariz. Que alivio que estamos vestidas. Ella pone las copas en el fregador y también me sonríe. Camila mira hacia atrás y suspira cuando ve que tenemos un invitado sorpresa, luego esconde su cara en mi cuello.
—No quiero ser cruel chicas, pero en mi cocina no, la ultima vez hicieron un gran desastre— mis mejillas se sintieron calientes después de eso.
—Lo sentimos— hablo por ambas. Camila se baja sin ayuda de la isla y yo la sigo —. Princesa, lleva la piña al cuarto, yo voy ahorita que tengo que lavar lo que usé.
Ella no dice nada y hace lo que le pido. Me uní a la sonrisa que tenía mi cuñada al verla salir de la cocina, ella no la miró, debe estar muy avergonzada. Yo también lo estoy, pero ya estoy acostumbrada a ello, y a que nos encuentren en este tipo de situaciones, desde la primera vez que hicimos el amor, que fue que nos vio la señorita Sinuhe, lo estoy. Eso no me quita el sentimiento y la incomodidad.
—Ten una buena noche pequeña.
—Señorita Allyson— la llamo cuando casi sale de la cocina—. Tengo una pregunta.
—No tienes que reponer el vaso que rompiste.
—No es nada de eso. Es... bueno, es sobre Camila y yo— ya casi termino mi trabajo, estoy quitándole el jabón a las cosas—. Estoy en mi periodo— ella levanta las cejas y asiente, pero estoy segura de que no tiene idea por donde estoy haciendo camino—. Y ella no lo está.
—Y...
—Y no sé si deba hacerle el amor porque a mi también me van a dar ganas— ella empieza a reírse y yo no doy a más de la vergüenza.
—¿Quieres hacerle el amor?
—Si, bueno, siempre quiero— me sacudo las manos después de poner la tabla de cortar en el lavavajillas. Su risa se transformó en sonrisa—. Tengo tiempo sin tocarla, ya sabe— juego con mis manos. Con Taylor es más fácil, porque mi primera intención sería preguntarle para molestarla y hacerla sentir incómoda, pero con la señorita Allyson es muy diferente, ella no le incómoda y realmente te escucha para darte la mejor respuesta.
—Si quieres complacerla a ella sin que a ti te ataquen las ganas lo único que debes hacer es no dejar que te toque— con Camila es un toqueteo intenso, incluso cuando no estamos en nada intimo ¿cómo haré eso? ¿la amarro con las sabanas?
—Eso va a estar difícil— paso la mano por mi cabello—, pero muchas gracias, algo se me ocurrirá.
—De nada pequeña. Ten una buena noche, recuerda apagar las luces.
—Igual, descanse señorita.
Me quedo un momento a limpiar un poco la isla de la cocina y ver si no tumbamos nada cuando estuvimos besándonos sobre ella. Tomé bastante agua y salí de la cocina apagando la luz tras de mí. Luego apague la del pasillo que da con las habitaciones y lo único que se veía era la luz saliendo por debajo de la puerta de nuestro cuarto. Ella debe estar esperando a que termine lo que empezamos en la cocina. Me la imagino acostaba sobre sus codos en la cama, desnuda, mirando hacia la puerta porque sabe que voy a entrar a hacerle el amor como nunca. Cierro mis manos en puños y tomo una respiración larga y pausada antes de abrir la puerta.