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—¿Planeas salir? — su expresión de asombro también está reflejada en mi cara.

—Si, lo necesito— venía con unas bolsas, unas de reciclaje que usa para hacer las compras.

—¿No ibas a avisar? Malcoml está abajo, que él te lleve.

—No señorita Allyson, prefiero caminar. Y no esperaba que alguien llegara, mi caminata iba a ser rápida, supuse que no era necesario avisar que saldría — la mentira me sale tan real.

—Igual pequeña, al menos deja una nota en el refrigerador— recupera su movilidad, pues se había quedado en la puerta hablandome —. Vine a solucionarte el almuerzo, es que no nos dio tiempo de hacer nada.
—Eso es muy amable de su parte señorita, pero no tiene que saltarse su trabajo por ello— avanzo para ayudarla con la bolsa de compras—. Me las he arreglado sola, bueno Camila me ayudó, y me hice algo de comer. Nada de que preocuparse, todo está en orden en la cocina.

—¿Camila está aquí?— pregunta confundida. Ha de haber malinterpretado mis palabras.

—Ya quisiera yo. Me ayudó por el móvil — me sigue hasta la cocina. Deposito la bolsa de compras en la isla de la cocina. Que buenos recuerdos que tengo aquí.

—Es bueno que te sepas defender sola en la cocina. Yo venía dispuesta a alimentarte, compré un pollo al horno ya listo, y te traje unos mangos para el postre— con razón la bolsa estaba caliente.

—¿Me porto como una irresponsable y me traen esto a casa? — lo que estaba pensando se fue a mi boca.

—Lauren, tienes 17 años, la edad justa para ser irresponsable— ella va sacando lo que compró. Me emociona ver una gran manzana verde en su mano.

—Mi edad no me justifica— ella me ofrece uno de los mangos que compró para mi—. No quiero, gracias.

—Estás enferma entonces— se ríe, con esa facilidad natural que tiene—. Miralo de esta manera, estás en el rango de hacer ese tipo de cosas, de tener esas experiencias, dime tú cuándo si no es ahora, ya te queda tiempo para preocuparte— extiende otra vez el mango y yo lo tomo, no puedo resistirme una segunda vez.

—Lo sigo viendo muy mal, yo tengo un compromiso con la pastelería y se me han pasado esas bebidas frutales— estúpidas y deliciosas bebidas frutales.

—Dejalo, te desconte el día. Y es domingo, no hay mucho trabajo — frunzo las cejas, dándole una mordida al mango, escondiéndome contra el—. Hay personas que han hecho algo peor que pasarse de bebidas frutales.

—Lo sé señorita pero...

—¿Quieres que te castiguemos? Somos la hermana y novia de la hermana geniales ¿Recuerdas?— va por su banquito, para poner el pan sueco que ha comprado para Taylor en el estante— Bueno la hermana no es tan genial, ella puede sobre actuar algunas veces.

—Yo sé que lo hace porque se preocupa por mí— estoy consciente de ello y lo valoro muchísimo.

—Tal vez lo hace excesivamente sólo porque eres su hermana pequeña, eres su tesoro— baja de su banquito, guardándolo debajo de la isla; uso el mango para tapar mi sonrisa, y aprovecho en seguir comiéndolo, no me acostumbro a que sea tan gracioso y adorable a la vez—. Y si piensas seguir disculpandote, te doblo el turno toda la semana siguiente, porque sé cómo eres, te conozco, eres una persona dedicada y comprometida a lo que hace, eres trabajadora y entusiasta, y lo que te pasó a ti a cualquiera le pasa, incluso a mi que soy la jefa— revuelve mi cabello, alzándose un poco para llegar— ¿Se te pasó el malestar?

—Si, en su mayoría. Pero no puedo dejar de tomar agua... ¡Mi mango!— me lo arrancó de las manos, como una ladrona habilidosa.

—Entonces no comerás esto, tienes la azúcar alta— sentencia, comiéndose mi mango.

Mi Chica de Cuidad | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora