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—¿Vamos a hablar de esto?— levanto la carpeta, sin mencionar de qué se trataba.

—No hay nada que pueda comentar— ella está haciendo la cama, todo el día lo hemos pasado ordenando nuestras cosas y remodelando nuestra habitación, llegó el momento de descansar.

—Yo si quiero comentar algunas cosas, pero ya que no quieres hablar conmigo lo haré con tu papá— apretó la almohada de mala gana y la dejó caer sin el mínimo cuidado en la cama.

—No te comportes así— de un momento a otro se había empezado a enfadar. Y esta vez no puedo culpar sus cambios de humor del periodo.

—Lo siento pero no puedo...

—Respeta mi decisión.

—... actuar en base a lo que no sé — hablamos a la vez— ¿Qué te pone así?

—Dejalo, es una estupidez— pasa por mi lado, en dirección al baño.

—Quiero oír tus estupideces— no podemos estar así, si está en mi poder ayudarla lo haré.

—Pero yo no te las quiero contar — nosotras desde que nos conocimos prácticamente nos hemos hablado de todo, se me hace muy extraño que evite lo que la pone así.

Es muy raro su cambio de actitud, antes de sacar la carpeta, porque la había guardado entre mis regalos de cumpleaños, ella me había robado besos e ido a hacer la cama muy cansada pero contenta. Está claro que estos documentos son el motivo de su mal, por eso los dejo encima de su mini escritorio y trato de alcanzarla en el baño, el cual descubro que cerró con seguro. Espero paciente a que ella salga, de más no estaría decir que le ha tomado mucho salir, y cuando lo hace lo hace pensativa, con expresiones duras en su rostro bello.

—Camila, princesa— la alcance a mitad de camino, se había quedado de pie mirando hacia abajo. Volvió a la realidad, dirigiendo su mirada a mi—. Habla conmigo— movió los ojos a los lados, está dudando— ¿Qué pasa?— con sus mejillas rosadas y la boca a medio abrir tragó aire— ¿Estás enojada conmigo?

Taylor me dice que cuando sospeche que Camila está enojada que no debo preguntarle, si no se enojará más; pero no entiendo, cómo llevo mi sospecha a algún punto si no pregunto. Por lo menos ahora ha suavizado su rostro, y me pone más atención que antes.

—¿Tengo que ir a dormir al sofá?—sale una pequeña carcajada de su pequeño ser y el alma me vuelve al cuerpo, dormir sin ella a mi lado es una tortura.

—Podrías ir si no cierras la bocota— se contradecía, porque me agarró del brazo para llevarme a la cama— ¿Quieres dormir ya?— fui yo la que me detuve al pie de la cama, cómo hace para esta enojada y pretender que no pasó nada.

—Voy a comprar el terreno— vuelvo con lo mismo y ella cambia drásticamente.

—Compratelo, no me importa— trató de disimular su disgusto.

—Y pondré una parte a tu nombre.

—¿Cuál es tu problema con todo esto?

—¿Cuál es el tuyo?

—Estás invadiéndome, pasando por encima de lo que te he dicho —levanta la voz—¿Lo vas a poner a mi nombre también? Eso es peor que cuando me querías intoxicar a propósito. Si no quiero tomarlo es asunto mío, no siempre vamos a hacer todo juntas. Dejame en paz, mucho tengo que hacer llevando contigo...— se detuvo de golpe. Yo sentía el temblor de mi cuerpo y era incapaz de calmarlo, ni siquiera podía mantener la fachada de que no me dolió lo que dijo—. Amor no...

—No Camila, no quiero oír nada más, ya es suficiente— así como no pude controlar el temblor de mi cuerpo tampoco pude con mis lágrimas, las cuales limpie de inmediato —. Haré esto por mi misma, ya que no es seguro que cuente contigo para algo, y no voy a molestarte más, de hecho, quizás no vayas a tener la obligación de cargar...

Mi Chica de Cuidad | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora