Desde que soy una niña, he admirado a Grisel y Marco. Soñaba con un amor como el que ellos se profesaban incluso sin darse cuenta de ello, y por suerte lo he encontrado en mi mejor amigo de la infancia. Una prueba irrefutable de que la amistad es la única capaz de convertir una relación en verdadero amor.
Grisel ha sido mi mejor maestra de vida, pues aprendí de ella la independencia, la justicia, el no quedarme callada cuando algo me incomoda; además, siendo ella una gran artista me motivó a seguir sus pasos. Anhelo el momento en que pueda exponer mis propias obras, así como ella, dentro de la Academia de su esposo, a la que acuden personas de todos lados para disfrutar del lugar y admirar las pinturas de la famosa Amaro; también se asoció al señor Caleb, el dueño del restaurante que apoya el arte, y ambos le dan oportunidad a novatos, así como yo, para prepararnos de manera profesional. Esta novela será el inicio de mi carrera, por favor deséenme suerte.
Aun ahora, 20 años después de que contrajera matrimonio con Marco, una boda que jamás olvidaré, continúa impartiendo clases a niños, entre ellos a mis dos hijos, para que exploten sus habilidades. La pareja engendró cinco niños, el mayor sueño de Marco cumplido en demasía, durante los largos viajes que emprendían a cualquier destino del mundo. Ella necesitaba inspiración para sus obras, él tan solo aventuras. En Egipto concibieron a su primera niña, a la que nombraron en mi honor, en Brasil a Henry y en Roma a la traviesa Griselda. En China encargaron a su dulce Mario y en México a la cantarina Julia. Helen y Bástian los hicieron tíos de seis vivarachos niños (cinco hombres y una mujer), a los que sin lugar a dudas aman como si fueran suyos también.
La de todos ellos ha sido una vida con luchas constantes, donde el tiempo se cree siempre el vencedor, si bien la familia Graciani Amaro sea la que tenga la ventaja ya que disfrutar de los pequeños momentos como lo son los juegos, los desayunos en una mesa para más de 15 personas, los viajes, las risas, los abrazos, las miradas de confidencia; también los problemas y sobre todo las enfermedades, nos demuestran a todos que estás creciendo. Estás viviendo.
Esto no es un final. Marco y Grisel tienen una vida por delante criando a adolescentes que les sacan canas verdes. El hombre ha hecho de su casa una prisión para sus señoritas, incapaz de recordar que son los tipos como él los que tienen la habilidad de pasarse a las habitaciones de sus amadas por las ventanas, y la mujer lucha con las bocas flojas de sus hijos, que si se puede han salido más bravíos que ella. Son una familia repudiada por el pueblo y yo, con orgullo, formo parte de ella.
No obstante, son todos ellos, el pueblo entrometido, quienes propiciaron, de alguna manera, esta historia de amor y muchas más, y gracias por eso.
Con cariño, Lindsay.
Posdata: Greñas resultó ser un padre escurridizo de cinco cachorros de los cuales uno me pertenece a mí y lo he llamado Melena.
Posdata 2: los señores Mario y Henry son expertos en malcriar a sus nietos, los hijos de Helen y Bástian, y a mis propios niños.
Posdata 3: si se preguntan, Griffin y Bianca también contrajeron matrimonio y se fueron a vivir a Canadá. Nadie los extraña.
Posdata 4: mi esposo tiene por defecto ser el hermano menor de Edgar el lanzador de bolas de papel y Jaime, el que tiene por costumbre emborracharse en nombre de sus exnovias y llamarlas "sucias".
Posdata 5: Sara y Alexander vienen de vez en cuando a visitar a sus amigos, felices con su vida sin hijos porque a ellos no les gusta tratar con ellos.
Posdata 6: Marco ha engordado un poco y a Grisel le agrada porque así las mujeres bobas no se les apetece ni voltearlo a ver.
Posdata 7: no se dejen llevar por lo que sabe un pueblo entrometido, casi siempre no es la verdad absoluta.
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Lo que solo sabe un pueblo entrometido
Teen FictionCuando se vive en un pueblo donde los integrantes tienen la manía de espiarse, el romance puede resultar muy engorroso. Es por ello que nuestros protagonistas deberán cuidarse de cámaras y miradas indiscretas para que su historia de amor no se vea d...