«Mal día»
—Deberías decirle lo que sientes —hablaba Tamaki sin mirarla a los ojos—. Estoy seguro de que Mirio brillará como nunca cuando se entere.
_______ repetía las palabras de su senior una y otra vez. Deseaba reunir el valor suficiente con ayuda de la aprobación por parte de Amajiki, el mejor amigo del rubio, para confesarse ante ese chico que enloquecía sus pensamientos. Pensaba en cual sería la mejor forma hacerlo, dando mil vueltas en decidirse cuando en realidad no estaba segura de que era una buena idea.
Ella era una alumna de segundo año, que gracias a sus esfuerzos logró tener su lugar en la agencia de Sir Nighteye. Ese trabajo le permitía pasar tiempo con Mirio, además de algunos saludos en la escuela, tanto así que incluso muchas veces salían a patrullar juntos. Con el tiempo se volvieron grandes amigos, siempre divirtiéndose y deseando mejorar para cumplir sus sueños de héroe. Pero justamente ese era el problema, eran amigos ¿Y qué peor que el amor en medio de una linda amistad?
Sin embargo, no iba a rendirse tan fácil. Bueno, aún tenía sus dudas... No había llegado a tomar ninguna decisión. Si se confesaba existía la posibilidad de que fuera rechazada y eso volvería un tanto incómodo los momentos que tengan que pasar juntos. Pero por otro lado, contaba con la ilusión de las palabras de Tamaki. Pensaba que tal vez dijo que el rubio brillaría al alegrarse de recibir sus sentimientos, que lo mencionó porque sabía que su amigo sentía alguna atracción por ella; aunque conociéndolo, Mirio se alegraría aun si no sintiera lo mismo.
No sabía que hacer, si arriesgarse o no, hasta que la idea del anonimato se apareció como su salvadora. Era lo que buscaba, podría decirle todo lo que sentía y no poner en peligro su amistad, al menos por un tiempo. Estaba satisfecha con esa elección, por lo que no tardó en tomar papel para así comenzar a escribir. Concentrada, no tardó en sufrir otro típico problema: no tener imaginacion ni saber como iniciar. Poco a poco perdía la paciencia, frustrándose rápido como de costumbre.
«Togata-senpai, me gustas mucho.»
Demasiado simple, pensó ella. Su nombre, o más bien su apellido, seguido de las clásicas palabras. La oración revelaba mucho, pero _______ no sentía nada al leerlo. Era sencillo y no le gustaba, quería que sean palabras profundas o que transmitieran alguna alegría. Y otra vez, suspirando profundo, borraba el lápiz del papel y sin darse cuenta volvía a escribir lo mismo. ¡Vaya suerte! Solo podía mirar esa blanca hoja con las marcas del lápiz de la oración anterior, con tonos grises, arrugas en el centro y, para colmo, los restos de la goma dispersos por allí. No era nada especial, ni romántico, la escena le quitaba la poca inspiración que le quedaba. Estaba segura de que un niño de cinco años podía hacer una tarjeta hermosa y con un lindo mensaje en menos de un minuto.
—¡_______! ¿Quieres almorzar con nosotros? —se oyó la voz de Mirio acercándose.
Muerte, podría decirse que sintió algo similar de ese mismo nivel. Desesperada tomó su lápiz y tachó con todas sus fuerzas el apellido del rubio, el resto daba igual mientras no viera que se trataba de él. Obviamente su primer error había sido escribir tal cosa en la escuela en vez de esperar a estar en su habitación.
—¡Sí, seguro! —respondió ella, con la esperanza de alejarlo de allí— Vamos.
Pero no, ese definitivamente no era su día. En cuanto se puso de pie golpeó la pequeña mesa haciendo que sus útiles y varias hojas caigan al suelo. Del dolor se quejaría después, en ese momento estaba entrando en pánico al ver a Mirio siendo tan amable de recoger sus cosas. De un instante a otro, esa simple tarea se volvió una carrera sobre quién hallaba primero la bendita hoja. Sin embargo, ya lo dije antes: ese no era su día.
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Anime One shots!
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