Mikaela Hyakuya ◈ Owari no Seraph

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«Recuerdos»

Todo comenzó en aquel lugar, aquel orfanato donde te conocí. Donde conocí personas que se volvieron muy importantes para mí, pero fue donde todo empezó.

—¡Bienvenida, _______! Ahora eres parte de nuestra familia —dijiste con una gran sonrisa, mientras tu característico cabello rubio se movía por la brisa que entraba a través de la ventana.

Ese día volví a sentir el amor y cariño,  la felicidad de tener a alguien que te haga compañía; sentimientos que se habían extinguido de mi interior luego del terrible pasado con mi verdadera familia. Todo pensamiento de temor o angustia se esfumó cuando me dedicaste aquellas palabras, cuando vi tu cálida sonrisa y me abrazaste al igual que todos los niños dándome una acogedora bienvenida.

Aún recuerdo aquellos días en los que mi estado de ánimo no era el mejor, cuando me encontraba repleta de tristeza y lágrimas por los horrendos recuerdos que me atormentaban. Y tú, rodeado de aquella aura tan amable y alegre, te acercabas a mí con una sonrisa para luego consolarme, limpiando mi rostro y hablando de tonterías para hacerme reír con facilidad.
Poco a poco ibas ocupando un lugar especial en mi corazón, generando un sentimiento de afecto totalmente diferente al de fraternidad. Y a medida que los años pasaban y crecíamos aquel sentimiento se desarrolló aún más.

Cuando el caos se hizo presente, cuando los adultos dejaron de existir y los vampiros hicieron su aparición, tenía mucho miedo. Miedo a que me separaran de aquella familia tan unida que me había aceptado, que me quería y a la cual yo también amaba. Temor a morir y no volver a verlos nunca más, y en especial a ti; tan solo un niño optimista que siempre miraba adelante y luchaba por sus seres queridos. Un niño al que admiraba y apreciaba con todo mi corazón.

Las memorias nunca abandonan mi mente. También recuerdo muy bien aquella vez que me defendiste de un vampiro que quería beber mi sangre. Tu determinación y seguridad al hacerle frente a aquel ser, protegiéndome del peligro mientras me colocabas detrás de ti, me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que habías tocado lo más profundo de mi corazón haciéndome conocer nuevas emociones que rondaban a tu alrededor. Cuando te ofreciste a que te mordiera para que me dejase en paz me sentí muy mal, me aterraba la idea de que salgas herido de alguna forma por mi culpa. Sin embargo, cuando el vampiro se fue, me dedicaste una de tus sonrisas intentado transmitirme que todo estaba bien. Corrí hacía ti mientras mis lágrimas amenazaban con caer, hasta abrazarte con fuerza agradeciendo que estuvieses a salvo. Tu risa fue una dulce melodía para mis oídos y cuando correspondiste al abrazo, rodeándome y apegándome a tu pequeño cuerpo, fue cuando me percaté de los latidos de mi corazón. Iba más rápido que nunca y estaba acompañado del deseo de no soltarte, de no apartarte de mí. No lo comprendía, aún era una pequeña niña, solo me guiaba de aquellas historias de amor que leía en los cuentos infantiles del orfanato. ¿Acaso tú eras mi príncipe? ¿O mi verdadero amor? Tan solo deseaba que así fuera.

Era divertido, cada día me hacía ilusiones y vivía en un mundo de fantasía. Los niños, Yuu sobre todo, siempre hacían bromas sobre nosotros. El de ojos verdes a menudo se burlaba de ti, su amigo de cabellos rubios, por ser tan cercano a mí, pero tú negabas cualquier conclusión con notables nervios. Tus reacciones eran las que me ilusionaban, ver como los nervios se apoderaban de ti y como tu blanco rostro se tornaba algo rojo cada vez que hablaban de nosotros, eso era lo que me daba la esperanza de que tal vez sentías lo mismo por mí.

Pero aquellas ilusiones y buenos momentos se terminaron ese día. El peor día que puedo recordar aún con claridad y perfección.
Nos habíamos preparado para salir de aquel horrible lugar, me habías prometido que saldríamos de allí y viviríamos felices junto con los demás, pero no fue así. Todos murieron, los niños y niñas que queríamos como una familia habían sido asesinados por aquel noble vampiro. Solo nosotros tres de pie, Yuu, tú y yo. Con agilidad y rapidez, el de ojos verdes logró vencer al vampiro pero tú habías salido gravemente herido. Tu sangre se esparcía por el suelo mientras nos mirabas y rogabas que nos marcháramos de allí. Ninguno de los dos quería dejarte, verte allí me destrozaba. No podía solo abandonarte y dejar que mueras, quería salvarte como tú lo habías hecho conmigo. Recuerdo que me gritaste, cosa que nunca habías hecho, me pediste que me largara y te dejara, que viviera por ti. Pero no podía, era todo lo contrario, no podría vivir sin ti.

Tan solo debimos irnos, pues más vampiros estaban por llegar y no podíamos dejar que nos atraparan, no después de haber pasado por todo eso. Tanto a Yuu como a mí nos costó demasiado dejarte, pero era lo que teníamos que hacer. Con las lágrimas cayendo a mares por nuestros rostros corrimos sin cesar hasta salir, dando las últimas miradas a tu cuerpo recostado sobre el suelo.

Te quiero —susurraste mirándome a los ojos mientras tus lágrimas eran visibles.

Estaba en lo correcto, al parecer sentías lo mismo por mí y eso me alegraba pero al mismo tiempo me dolía como si alguien estuviera apuñalando mi corazón, pues ya era tarde y no podríamos crecer juntos ni tampoco vivir como ambos deseábamos.

El tiempo continuó su paso, dejando aquellos momentos como desgarradores recuerdos. Ya habíamos crecido y formábamos parte del ejército demonio imperial japonés, éramos parte de un equipo, de una nueva familia.

Pero aún así, lo que yo no sabía era que seguías con vida, que habías sobrevivido a aquel ataque, y aún más, que estabas buscándome. No fue hasta cierta batalla que te vi una vez más, con una mirada fría y un cuerpo ya desarrollado, al igual que nosotros. Todos mis sentimientos volvieron a surgir, saliendo de la tierra donde los había enterrado. Recuerdos invadiéndome, al igual que las emociones. Estaba paralizada, pues a pesar de recuperar todos mis sentimientos aún no creía que tú estuvieses ahí, parado como si nada, y del lado de los vampiros. Ese día, sin embargo, no pude acercarme a ti pues primero debía asegurarme permanecer con vida en medio de aquellas peleas.

Así, hasta que otro encuentro se dio, uno en el cual tuve que separarme de mi equipo por una estrategia del enemigo. Había derrotado a todos los vampiros a mi alcance y de la nada tú apareciste frente a mí acabando con la vida de uno de los tuyos que me atacaba por la espalda. A penas y pude pronunciar tu nombre cuando me tomaste de la cintura y me llevaste a un lugar aislado de todo enfrentamiento.
No decías nada, solo me mirabas fijamente, como si estuvieras recordando nuestros momentos juntos. Y a pesar de ello, no logré resistir. Corrí hacia ti rodeando tu cuello con mis brazos y ocultando mi rostro en él.

También te quiero —susurré abrazada a ti, tanto tiempo esperando decirlo hasta que por fin lo logré.

Nuevamente el silencio reinó pero noté que te abrazaste a mi cintura con fuerza y me apegaste más a ti, como si no quisieras volver a dejarme ir nunca más. Hasta que nos separamos unos pocos centímetros. Pude apreciar tu sonrisa una vez más, al igual que el azul en tus ojos, un color que extrañaba demasiado y me hacía perder completamente.

Y así, hasta el día de hoy sigo contigo, luchando con todos los enemigos y peligros que se aparecen en nuestro camino. Juntos, nuevamente, y esperando que siga así el resto de los días.

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