Meliodas ◈ Nanatsu no Taizai

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«Travesuras»

Aquel rubio de baja estatura se encontraba en su habitación con _______, una de sus compañeras. Pero para acabar allí existió una razón: el resto de sus compañeros —los siete pecados, el capitán de las sobras y Elizabeth, una de las princesas de Liones— estaban esperando a su tan querido capitán de cabellos amarillos, quien se encontraba durmiendo en su cuarto, para así cenar y beber juntos. Debido a su tardanza, aquella joven decidió ir por él para despertarlo.

Y allí estaban, Meliodas ya había despertado y, gracias a las insistencias de su compañera, se dirigía hacia la puerta para bajar a reunirse con sus amigos. Sin embargo, todo lo que ocurrió antes de que diera el primer paso fue muy extraño. Toda luz que iluminaba la habitación se apagó, dando paso a una oscuridad que era apenas visible por la poca luminosidad de la noche que ingresaba por la ventana. ________ se sorprendió y asustó, fue muy repentino; creía y estaba casi segura que su capitán tramaba algo. Iba a decir algo pero fue interrumpida por el sonido de la puerta cerrándose.

—Oh, qué mal... Nos quedamos encerrados —habló el rubio como si no tuviese mucha importancia.

Realmente creía que era él, pero no había sentido que se moviera y realizara algún extraño movimiento, aún más, estaba segura de que no se había apartado de su lado en ningún momento. Toda la situación le parecía extraña, incluso la tranquilidad con la que había dicho sus palabras, aunque no era de sorprender; después de todo, Meliodas era una persona muy tranquila.

—Deja de bromear, Capi —habló ella intentando acercarse a la puerta y abrirla.

Tropezando con algunas cosas en su camino logró llegar a la puerta. Sin embargo, cuando intentó abrir no dio resultado. Claro que aquello no era un problema, ambos tenían la fuerza suficiente como para abrir de un golpe y eso era lo que _______ estaba a muy poco de hacer.

—Tiraré la puerta sino abres —advirtió la chica antes de crear problemas.

—¿Tan malo es estar encerrada conmigo? —preguntó burlón mientras dejaba escapar una de sus típicas risas.

De un momento a otro, Meliodas había alcanzado a su compañera impidiendo que abra la puerta. Sin ningún rastro de decencia y como un total sinvergüenza, extendió sus manos comenzando a tocar los pechos de la joven. Los apretaba con descaro sintiendo la suavidad de ellos, mientras que a la vez movía sus manos de un lado a otro. ________ sentía su rostro arder, aseguraba que este se encontraba totalmente sonrojado. A pesar de intentar mantener a raya a aquel enano pervertido, ella siempre terminaba siendo víctima de sus ataques, siempre caía en su trampa.

—¡Meliodas! —habló quejándose, tomando las manos de su capitán y apartándolas de inmediato.

Pues aquello no fue suficiente, el rubio tan solo continuó disfrutando mientras levantaba su falda y se colaba entre sus piernas provocando que deje escapar un grito de sorpresa. Nunca usaba faldas, su traje consistía en un pantalón por esas razones —aunque también comodidad—. Sin embargo, el día se había vuelto en su contra y se había visto obligada a utilizar el uniforme de las camareras debido a que su traje había sido destruido en batalla. Merlín le dijo que le haría un traje nuevo pero no estaba listo para esa noche.

—¡Suéltame, M-Meliodas! —exclamó nuevamente intentando quitárselo de encima.

—No.

De alguna extraña manera, el de baja estatura había trepado por el cuerpo de _______, volviendo a tocar sus pechos. Lo disfrutaba bastante, se notaba a kilómetros. La joven tan solo trataba de resistir y hacer que se detenga de una vez, pero era imposible, de un modo u otro terminaba haciendo lo que él quería. Tocaba aquí y allá, ella ya no resistía. Comenzaba a pensar que aquellas caricias eran un tanto satisfactorias y que solo tal vez la situación no era tan mala.

Molesta por sus propios pensamientos sacudió su cabeza buscando la manera en la que desaparezcan. No podía permitirse algo así, de ninguna manera. Determinada alzó su puño y golpeó con él la cabeza de su capitán, provocando que este se quejara y se soltara por unos momentos. Fue un minuto de alivio, uno en el cual dejó escapar un gran suspiro de descargue.

Creía que por fin había terminado, que por fin podría ir con sus amigos y cenar como planeaba hacerlo desde un principio. No obstante, eso no fue lo que ocurrió. Su rostro ardió como nunca, sus ojos se abrieron en grande y su corazón latió con rapidez. Todo, cuando sintió una presión sobre sus labios y leves movimientos sobre ellos. La estaba besando, nunca hubiese esperado recibir un beso de Meliodas. Era tierno y cálido, cada sentimiento se expresaba en ese contacto de piel. Fue allí cuando no opuso más resistencia alguna, tan solo decidió corresponder y seguir el ritmo de aquel inesperado pero grato beso.

—¿Qué diablos sucede allí dentro, Capi? —preguntó Ban desde el otro lado de la puerta.

Su roce fue interrumpido, al parecer todos habían ido a buscarlos debido su tardanza. Totalmente sonrojados, se separaron notando que la luz de la habitación había regresado. El rubio solo esbozó una tierna sonrisa mientras reía por el resultado de sus travesuras.

La puerta se abrió dejando ver a todos sus amigos observando dentro de la habitación buscando pistas para saber lo que pasó. Claro que fue sospechoso el que _______ esté completamente sonrojada y que Meliodas tan solo sonriera rascando su nuca. Todos las miradas se posaban en ellos, algunas con burla, otras confundidas e incluso algunas enfadadas. La mayoría creía que sabía, o tenía una idea, de lo que había sucedido; todas las teorías culpando a su capitán.

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó Diane, en su tamaño de humano, algo molesta.

—Solo controlaba las medidas del uniforme —respondió el rubio mientras lo demostraba tocando uno de los pechos de la chica.

Tan solo se oyó su pequeño quejido de asombro y vergüenza para dar comienzo a todos los comentarios y golpes dedicados al de baja estatura.

—¡Idiota! ¡No tienes remedio! —gritó Hawk mientras golpeaba a Meliodas con sus patas y soltaba humo por su nariz.

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