Chrome ◈ Dr. Stone

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«Regalo»

Todo el reino científico había decidido descansar, al menos unas horas, luego de tanto trabajo con el objetivo de crear un teléfono celular para así lograr vencer al imperio de Tsukasa antes de la primavera. Los aldeanos se hallaban exhaustos, por lo que ese tiempo libre era como un sueño para algunos. Los niños comenzaron a jugar por los alrededores, mientras que los adultos se reunían para entablar entretenidas conversaciones sobre diversos temas.

Chrome, en cambio, se encontraba con su mirada perdida sobre una chica que dibujaba quien sabe qué y luego se lo enseñaba a la pequeña Suika, quien reaccionaba emocionada. Ella era _______, una jovencita que había llegado junto a Senku a la aldea Ishigami; al parecer, eran amigos cercanos en su era y luego se reencontraron tiempo después de ser despetrificados. Aquella chica tenía una interesante pasión por pintar y dibujar, así que no era de sorprenderse que en los tiempos libres ella se encontrara trabajando sobre el papel de manera concentrada; tal como en ese momento.

De alguna manera, Chrome no podía evitar pensar en ella, su imagen no salía de su mente. Se sentía extraño y a la vez emocionado, deseaba pasar tiempo junto a _______ e incluso sentía mucha curiosidad por ver que era lo que hacía en cada pintura. La observaba cada vez que tenía la oportunidad, admirando su sonrisa y cada facción de ella.

Y allí, cautivando su belleza, una idea cruzó por su mente dejándolo revolucionado. Siempre que la veía hacer su arte notaba que utilizaba carbón y uno que otro mineral color tierra, estaba seguro que si hallaba otros colores ella estaría más que feliz. Sin perder ni un segundo de su tiempo, se marchó rápidamente a revisar cada una de sus preciadas piedras recolectadas a lo largo de los años. Totalmente motivado comenzó a probar uno y otro material que había allí, ansiando encontrar lo que buscaba. No podía quitarse la idea de su cabeza y tampoco podía dejar de imaginar la sonrisa de _______ ante su repentino regalo.

—Eso no servirá —se oyó la voz de Senku, quien notó rápidamente las intenciones de su amigo—. Puedes probar con frutas o con otro tipo de minerales, como el zinc o el óxido de hierro.

—¿Óxido de hierro?

—Con eso se hacían las pinturas en la era de piedra... Lo reconocerás fácilmente.

Luego de algún que otro consejo e indicación, Chrome salió a toda velocidad para comenzar su exploración. Pasó minutos y minutos recolectando frutas, vegetales y también algunas piedras que llamaban su atención. Una vez listo, con su bolsa llena de materiales, volvió a la aldea para preparar las nuevas pinturas que le regalaría a aquella joven; en verdad la quería, no a cualquiera le haría un regalo que ocupara tanto tiempo y esmero.

Por fin, luego de varios procedimientos y con algo de ayuda de Senku, las pinturas estaban listas. El chico se hallaba entusiasmado, imaginaba todas las posibles reacciones que _______ tendría al recibir su presente; tan solo esperaba que en verdad le gustaran.

Más que preparado, se acercó a la joven quien hablaba alegremente con Suika y Kohaku de las maravillas de su era moderna. La niña se veía feliz mientras intentaba imaginar las descripciones que su amiga hacía, mientras que la otra rubia pensaba en como eran posibles todas esas cosas que ella contaba. No tardó mucho para que Chrome se añadiera a la conversación asombrándose y haciendo preguntas sin parar.

—¡¿En verdad podían volar?! —preguntó emocionado, aún sin creérselo— ¡Qué malote!

—Claro, hay varias formas de hacerlo como en avión, helicóptero, globo aerostático, parapente, ala delta e incluso con un traje con alas ¡Al igual que las ardillas voladoras! —habló ella, enumerando con sus dedos cada una de las opciones.

—¿Heli-qué? —preguntó perdido pero sin dejar de lado su emoción y escuchando a la chica con suma atención.

Hablaron y hablaron, disfrutando un tiempo entre amigos acompañado de varias risas. Con el paso del tiempo, tanto Suika y Kohaku se marcharon del lugar dejando solos a los otros dos.  Esa era la oportunidad perfecta, y casi como si lo hubiese olvidado, Chrome tomó la pequeña caja de madera a su lado para luego extenderla en dirección a _______. Ella reaccionó sorprendida y también conmovida por aquel detalle, aún sin saber el contenido en su interior.

—Ábrelo, ábrelo —insistió él con una sonrisa, ansiando ver su reacción.

Igual de emocionada que el chico, ________ no tardó en abrir la cajita para encontrarse con diferentes pinturas coloridas que le encantaron. Había mucha variedad, los colores del arcoíris hechas con las frutas y también otros tonos más oscuros hechos de los diferentes minerales que él recolectó. Gracias a ello tenía la posibilidad de pintar muchas más cosas y no solo con el negro del carbón, estaba muy feliz. Con una gran sonrisa en su rostro, se lanzó hacia Chrome dándole un fuerte y repentino abrazo.

—Gracias, gracias, son muy hermosas —dijo alegre—. ¡Ahora podré dibujar y enseñarte muchas cosas de mi era con todos sus colores! ¿Qué dices?

Chrome asintió más que fascinado, no podía esperar para ver sus dibujos hechos con las nuevas pinturas que él mismo hizo para la chica. Con ello, notó que un regalo para ella eran tres para él, pues podría aprender más con el privilegio de ver sus bonitas ilustraciones; podría pasar y disfrutar más tiempo a su lado, y a su vez podría ver su bella sonrisa, esa que extrañamente hacía latir su corazón con fuerza y aún más si era él la razón de ella. 

 

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