un lugar en donde podrás echar a volar tu imaginación;
junto a eddie munson,
o joseph quinn 🎲
- no acepto la copia ni la traducción de ninguna de las historias publicadas en este libro.
🏅#144 en 𝘴𝘵𝘳𝘢𝘯𝘨𝘦𝘳𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨𝘴
🏅#110 en 𝘦𝘥𝘥𝘪𝘦𝘮�...
RESUMEN: La vida de los Munson en Bloomington está a punto de tener un nuevo comienzo.
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—Phoebe, ¿Sabes si Mary le hizo la diálisis a la señora Miller? No tengo actualizaciones de su estado desde hace horas —. La jefa de enfermeras pregunta hacia la rubia en coleta y uniforme celeste. Su identificación colgaba desde el bolsillo en la zona de su pecho y varios lapiceros estaban metidos desordenadamente en el interior.
La ojiazul resopla cansada, y asiente con la cabeza. — Yo lo hice. Mary me pidió que cubriera su turno. Creo que su hijo tuvo un accidente en la escuela y debía irse de inmediato.
Becca, la mayor, la observó a través de sus anteojos y asintió con la cabeza comprendiendo.
—¿Revisaste que el catéter estuviera bien colocado?
—Sí, señora.
—¿Lo inyectaste en la zona correcta o nuevamente lo-
Phoebe entrecerró sus ojos hacia ella cuando Becca le regaló una sonrisa y ojos burlones, completamente fascinada de seguir mofándose de la rubia y de los infinitos errores que alguna vez cometió siendo una interna, novata y muy asustadiza.
—No podrás seguir riéndote de mi pasado profesional toda la vida, ¿lo sabes, verdad? —, Phoebe sonríe hacia ella, por lo que Becca soltó una sonora risa y se encogió de hombros fingiendo inocencia.
—Sabes que te quiero, Pheebs. Pero burlarme de ti es parte de mi trabajo como mentora. —, la mujer argumenta juguetonamente, antes de darle unas palmaditas en su hombro como despedida una vez que rodeó el mostrador —. Vete a casa, luces como la mierda.
Phoebe soltó una risa nasal y emblanqueció los ojos. — Gracias, Becca. Realmente aprecio tu comentario. —, ella ironiza, pero finalizando el comentario con una pequeña carcajada de todas formas. Tomó el portapapeles reposado en el mesón y volvió hacia una de las habitaciones que debía chequear por última vez antes de terminar con el trabajo por hoy.
Medicamentos, líquidos recorriendo los tubos hacia el suero en la parte posterior de la cama, pequeños susurros de disculpa a los pacientes por despertarlos y sonrisas amables al despedirse. Phoebe amaba su trabajo, sin importar cuan cansada llegue a su hogar junto a su pequeña familia.
La rubia se despidió de cada rostro conocido que viera en su camino a la salida. Todos agitando su mano hacia ella y deseándole un buen regreso a casa. El turno de veinticuatro horas estaba palpitando físicamente en su cuerpo a este punto, por lo que ansiaba llegar hasta su esposo y sus hijos por una dosis de amor y recuperar algo de energía que había perdido durante el día.
Las calles de Bloomington lucían ocupadas a las ocho de la noche, por lo que Phoebe encendió la radio emisora mientras esperaba que el tráfico se desatascara frente a ella. La suave melodía de Last Christmas y la maravillosa voz de David Bowie inundó el automóvil, provocando que Phoebe tamborileara los dedos en el volante y tarareara la letra mientras observaba a través del cristal como pequeños copos de nieve caían desde el cielo oscuro.
