un lugar en donde podrás echar a volar tu imaginación;
junto a eddie munson,
o joseph quinn 🎲
- no acepto la copia ni la traducción de ninguna de las historias publicadas en este libro.
🏅#144 en 𝘴𝘵𝘳𝘢𝘯𝘨𝘦𝘳𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨𝘴
🏅#110 en 𝘦𝘥𝘥𝘪𝘦𝘮�...
RESUMEN: El profesor Quinn ha estado luchando con sus sentimientos últimamente al descubrir que se siente fuertemente atraído por una de sus mejores alumnas.
ADVERTENCIAS: relación entreprofesor/alumna, diferencia de edad, ligera descripción sexual, referencia a fetiche de edad, referencia a fetiche de obediencia.
NOTA: si no te gusta este tipo de dinámica o te hace sentir incómoda/o, no leas; comentarios ofensivos serán eliminados y bloqueados.
primera parte
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━━EL OPTATIVO DE HISTORIA Y LITERATURA INGLESA había colapsado como nunca antes, con una cantidad impresionante de estudiantes solicitando tomar la materia al inicio del semestre. Y estos, en su gran mayoría, eran liderados por las jóvenes universitarias que suspiraban por el apuesto británico que impartía la cátedra. El acento espeso y la profundidad de su voz las mantenía embelesadas, colocando atención de una manera casi automática.
El profesor Joseph Quinn era un hombre correcto, reservado, tímido y encantador por naturaleza. A sus treinta años, con un reciente doctorado en docencia e impartiendo clases en la Universidad de Nueva York, Joseph creía que por fin estaba alcanzando esa estabilidad laboral por la que tanto luchó. Sangre, sudor y lágrimas, eso era lo que le había costado durante su época estudiantil. Pero, viendo los excelentes resultados que sus frutos produjeron, estaba satisfecho de donde estaba en ese momento de su vida.
Para Joe —como lo llamaban sus amigos y cercanos—, la ética profesional era lo principal para un hombre que se regía estrictamente por las reglas como lo era él. Sin embargo, al iniciar el semestre universitario, no pudo evitar que su atención se desviara hacia una morena de mirada dulce y penetrante. Desde el primer momento en que la notó sentada en medio del gran salón, sin estar precisamente en frente pero tampoco escondiéndose en los puestos de atrás, su corazón revoloteó y una furiosa llama de fuego le quemó el pecho.
Sabía que estaba mal. Demonios, claro que lo sabía.
Pero resultó imposible no dejar en evidencia la notoria atracción que el profesor Quinn sentía por la ojimiel. Las largas miradas que le dedicaba mientras se desplazaba por el aula exponiendo el tema del día, procurando de desviar su escrutinio rápidamente cuando se pillaba a si mismo observándola más de lo normal. Extrañamente, nadie era consciente del efecto que tenía Golden sobre él, y eso era precisamente porque la muchacha no era alguien que se destacara en cuanto a grupos sociales.
Su círculo amistoso se reducía a tres personas, y para ella eso era suficiente. Golden era dulce, con una amabilidad pura y una sonrisa que iluminaba al lugar que fuera, además de ese gran corazón de oro que reposaba bajo sus costillas. Ella, siendo una mujer de veintitrés años en su penúltimo año de facultad, tampoco había sido ajena a la conmoción que el profesor Quinn generaba en la población femenina.
