UNIENDO A LA LIGA

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La sabiduría de Bruce decía que siempre se tenía que aprender de los errores. Al enfrentarse a su antiguo amigo, Clark, Bruce entendió cuán cierto era eso.

Alrededor de Superman había un ciclón de ira. Había un enojo motivado por el odio y la decepción, las expectativas y la sensación de que Lois merecía algo mejor. Clark Kent fue un niño que creció con amor y confianza, por lo que también quiso darle esos sentimientos a las personas que lo rodeaban. A sus amigos en la Justice League y a Lois, a la mujer que amaba. Pero después de haber sido asesinada por Batman, dejo de lado todo en lo que creía y acepto la Ecuación Anti-vida de Darkseid.

Le había dado la espalda a las enseñanzas de sus padres, abrazando a su odio y lastimándose a sí y a todos los que lo rodeaban.

En Clark, Bruce veía la sombra de su fracaso y lo que el seria si él hubiera abrazado su oscuridad cuando Selina, Jason Todd y Dick Grayson fueron asesinados frente a sus ojos.

Superman cambió su peso de un pie a otro, con sus ojos rojos hundidos y oscuros. Su mirada era feroz, estaba retando a Bruce a dar el primer golpe. Bruce no se dejó llevar. La paciencia era otra virtud que aprendió de Alfred.

Superman atacó. Bruce se hizo a un lado como pudo y apenas y le dio un rozón a Clark con la lanza de kryptonita. Ambos tenían los pies bien anclados en la tierra, y se miraban a los ojos. Arena y cenizas salían a sus espadas. La tierra calcinada era todo lo que había a su alrededor. Todo por culpa de Batman...

En las aguas oscuras de los ojos rojos de Superman, Bruce se sorprendió al ver su propio reflejo: un hombre sombrío, cansado y triste.

-Te fallé, Clark. Lo siento...

-Sé que puedes sentirlo. La Resistencia está extinta. La guerra, terminada – decía Clark. Parecía que sus palabras eran las de Darkseid – Todos tus amigos murieron... ya no queda nada por lo que pelear. Únete a mí y abraza la gloria de Darkseid.

Batman vio a su alrededor. Todos los soldados de la Resistencia habían sido asesinados. El cadáver de Deathstroke yacía a unos pocos metros de distancia. Hippolyta daba su último suspiro cuando un Parademon le clavo las garras en el corazón, matándola al instante. Ya no había nada por lo cual pelear.

Pero...Bruce vio más allá de su panorama, más allá de esos ojos oscuros y el paisaje desolador, y vio a Barry, poniendo en marcha la máquina del tiempo, dispuesto a entrar a la fuerza de la velocidad una última vez.

-Cada palabra que acabas de decir está equivocada – le dijo a Clark – He puesto en marcha una cadena de eventos que ya no se pueden deshacer. Y ni tu ni tu Darkseid podrán detenernos.

Usando su vista intensificada, Clark vio a través de los muros a Flash, que estaba parado al fondo de una grieta junto a una maquina eléctrica que tenía una banda de correr en sus soportes. Barry comenzó a correr a través de esta y rápidamente comenzaron a aparecer una especia de rayos azules.

-Ahora... la Tierra tiene otra oportunidad – dijo Bruce –

La mano de Barry tembló. Su respiración cambió. La Fuerza de la Velocidad estaba haciendo lo suyo. Entonces apareció un rayo azul y Barry desapareció.

-Lo siento Clark... – dijo Bruce, adoptando una posición de combate pero poniendo una mirada compasiva a su antiguo amigo – Pero ya perdiste...

Clark no dudo. Tomo a Bruce por el brazo y tomo la lanza de kryptonita de sus manos.

Se la clavó en el pecho...

En el corazón...

Justo donde Bruce le había disparado a Lois Lane.

***

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora