CUANDO RENUNCIES A TU NOMBRE...

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Bruce caminaba por el desierto de Israel mientras miraba el mapa que había conseguido en Tel Aviv. Llevaba casi un mes siguiendo las pistas que lo conducirían al último de Los Pozos de Lázaro, donde seguramente Ra's Al Ghul y su hija Talía estarían esperándolo.

-Bruce, ¿estás seguro de que está aquí? – preguntó Selina que caminaba casi a la par de el –

-El mapa lo sugiere – le respondió Bruce – Es el último de los Pozos de Lázaro, así que esta es la última opción.

-Pero... Bruce, tengo que preguntarte algo – respondió ella, con una mirada indecisa – ¿Qué harás si las cosas no salen como esperas?

-Entonces los matare... y tratare de volver a Gotham – respondió Bruce con seguridad – Contigo...

-Pero yo ya me fui... – Selina argumentó, poniendo una cara de tristeza. Ella sabía que estaba fuera de su alcance – Eras todo lo que yo tenía y me dejaste...

-Nunca pudimos haber estado juntos... – Bruce suspiró – Lo lamento...

Selina lo vio con una mirada compasiva, ocasionando que con sus preciosos ojos verdes el alma de Bruce se derritiera en ternura y compasión. Sin embargo, la imagen de Selina se desvaneció y él supo que tenía que seguir con la caminata.

Bruce ya no sabía que era real y que era una alucinación.

***

Jadeando, un Bruce Wayne mucho mayor ahora de casi cuarentaisiete años y con una barba bastante prominente en su rostro, se despertó y miró hacia los cielos estrellados mientras yacía en un camión de carga; sentado cerca estaba un anciano asiático que lo estaba observando, y se había asegurado de tomar al estadounidense bajo su ala en el momento en que pidió aventón hacia la ruta que los conducía hacia las montañas.

-¿Un sueño? – preguntó el anciano en perfecto inglés –

Bruce suspiró cuando el último recuerdo de Selina se desvaneció. Podría jurar que podía sentir su presencia, su cabello con corte pixie ondeando con el viento, su perfume Channel metiéndose por sus fosas nasales... pero nada de eso era real.

-Una pesadilla – corrigió el americano, sentándose con un ligero gemido –

-¿Peor que esto? – inquirió el anciano, señalando con la cabeza al viejo radio que traía escuchando –

Por lo que pudo entender en el poco tibetano que hablaba, el locutor mencionaba naves extraterrestres que descendían de un portal y comenzaban su ataque contra las principales ciudades del mundo.

En poco tiempo le prestarían su atención al interior del territorio de los países, por lo que Bruce dedujo que le quedaba poco tiempo.

***

A la mañana siguiente, casi a la primera luz del día; el camión dejo a Bruce en un camino montañoso que subía hacia los Himalaya. El estadounidense solo contaba con una bolsa llena de algunos escasos suministros y la ropa que traía puesta no era adecuada para las fuertes condiciones climatológicas de las montañas, pero eso no le importó a Bruce y siguió su recorrido.

Siempre interpuso su deber y su misión primero que su salud.

Miró a su alrededor antes de dirigirse hacia el este, hacia una alta montaña en la distancia después de ponerse un abrigo grueso que había estado en la bolsa.

***

"¿Qué es la fuerza de un hombre contra un ejército? ¿Qué es una chispa de esperanza contra la voluntad de un dios? Las campanas ya han sonado... y el las escucho, ahí en la oscuridad... entre las estrellas. Ding, dong... el dios está muerto. Y ya nada puede detener lo que vendrá..."

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora