EL GRAN ROBO

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La mayoría de las crisis de los treintas no son así de malas. En el pasado, la gente veía que su juventud desaparecía, su matrimonio se terminaba y sus carreras profesionales entraban en un punto muerto. Esos eran los golpes, ablandados a veces con un nuevo coche, un perfume Carolina Herrera o una pluma Mont Blanc, dependiendo de tu presupuesto. Pero lo que yo he perdido no se puede compensar. Mi corazón se acelera cada vez que pienso en ello, cada vez que lo siento. Se ha terminado. O muy pronto lo hará.

Todo lo que he tenido... me lo han quitado. Lo que existe alrededor mío ha adquirido una forma horrible, permanente y definitiva. Todas las promesas de mi vida, la graduada más joven de mi clase, el gran traslado a Metropolis, conocer al hombre de mis sueños... todo eso se ha ido por el drenaje. Las noches de pizza y una buena película con Clark. Cuando éramos solo una pareja de reporteros queriendo exponer la verdad a las personas. Y eso nos costó todo.

Cuando yo era niña, mi padre, un tipo rudo del ejército, siempre decía: "Nunca debes ir más bajo, nunca debes de bajar tu nivel, nunca puedes echar todo por el desagüe". ¡Qué mentira de mierda!

Hubo un tiempo en que pude haber reunido mi pasado para presentarlo como un currículum o una lista de logros, pero ahora..., ahora parece un inventario de trivialidades, de todo aquello que podría haber sido pero no fue. Cuando aún era joven, yo sentía que el mundo y mi lugar en él formaban parte de un plan. Ese objetivo, sin importar lo que fuese, era algo que alcanzaría solo con concentrarme en mi trabajo, con ser "buena en lo que hacía".

Como una mujer adicta al trabajo, sentía que la rutina del día a día era una forma de proveer, de seguir adelante mientras la vida adquiría su aspecto final. Y ahora..., ahora el mundo se ha convertido en un lugar insoportable, y todo lo que tengo es la náusea de mis remordimientos y de las pérdidas que traen consigo. Ahora sé que este es mi verdadero yo. Mi yo permanente. Cuando desaparecí de Metropolis, cuando Clark murió, sabía que no podía regresar a mi antigua vida. Así que me fui al extranjero.

Cuando eres reportera en zonas de conflicto, conoces a varias personas, de todo tipo. Y para mezclarte, para esconderte de "los malos", debes de mezclarte con ellos. Así que me uní a una banda de traficantes de armas. Incluso después del Día Omega y de la ocupación del Régimen que siguió, seguimos en activo, vendiéndole armas a cualquier grupo que estuviera dispuesto a pagar.

Soy la decepción de la vida de esa joven que se ganó el Pulitzer por el artículo de la entrevista a Superman. Soy el menos de un más que nunca fue. Esta soy yo: débil, corrupta, desvaneciéndome. No me estoy rindiendo, porque nunca lo haré. Hare algo de mi vida antes de morir.

En una de las muchas ventas de armas, Slade Wilson, mejor conocido como Deathstroke, vino a mí. Me contó que había llegado a sus oídos sobre un arma que pondría a dormir a los sistemas de LexCorp, que haría que todas sus armas y tecnología cayeran de repente. Como solo era un rumor, quería que yo lo comprobara, diciéndome que si la traía, ese sería mi pase a la Resistencia.

Entiendo que no quería arriesgar a sus hombres y me uso como carne de cañón. Lo se... y está bien. Pero no por eso me rendí. Yo reuní a un equipo. Necesitaría a un ladrón y a un piloto. El piloto fue fácil: Hal Jordan. Escuche que se movía por el paraíso de los forajidos del Regimen, Cuba, moviendo materiales de contrabando, apostando, vendiendo vehículos ilegales, etc.

El ladrón, o ladrona en este caso fue más difícil. Selina Kyle no se queda en un lugar por más de un mes. Su "profesión", que implica vivir al límite me dificulto localizarla. Se me escapo en Tokio, llegue dos días después que ella se fue de Dubái, incluso la estuve buscando por las calles de Barcelona. Mi última opción fue Roma, donde ella se quedó un tiempo para un trabajo. Se la recomendé a un coleccionista del Antiguo Egipto, solo así ella se quedaría un tiempo más, el suficiente para que yo la encontrara. Accedió a unirse a mí a cambio de dinero. Cuando la mentira caiga, ya veré como lo soluciono.

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora