UN NUEVO HORIZONTE

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Planeta Oa.

Años antes...

-¡Otra vez! – ordeno el Lantern bolovaxiano mientras hacia una pose de victoria –

-Ya te dije que me rompiste dos costillas, ¿cómo voy a...? – le reprocho el humano –

-¡No necesitas las costillas para ponerte de pie!

-Solo dame un segundo para poder partirte la... ¡Ahhh!

-¡Otra vez, poozer!

El nombre real del humano era Harold. Hal para los amigos. No tenía muchos, pero quería creer que esos pocos le llamaban Hal con cariño. El hombre que estaba delante de él... no era un hombre como tal. Era un cerdo gigante. Y no le llamaba Hal, sino poozer, palabra que el anillo se negaba a traducir. Así que el cerdo gigante no era un amigo y tampoco lo trataba con cariño.

Kilowog, así se llamaba el cerdo gigante que lo golpeó una y otra vez con un tipo de maza que había creado. No era una arma que Hal sabía que existiera o conociera en la Tierra, pero allí en el planeta Oa (literalmente el centro del Universo) pareciese que la Tierra era algo así como un insecto, una mosca molesta de la que a nadie le gustaba hablar. Hal era el primer terrícola en Oa en su historia. El primer Green Lantern de la Tierra. El primero en eso, además de enterarse de que el universo efectivamente sí tenía un centro, en oposición a todas las teorías.

A nadie parecía interesarle que fuera de la Tierra, y hacía tres semanas que no volvía. Tres semanas del sistema Solar terrestre, como los demás Lanterns se habían habituado a corregirle.

-¡Vamos, déjame ir! – grito Hal en suplica y a la vez en insulto – ¡Pumba de tercera!

-Si los Guardianes dicen que no estás listo... ¡no estás listo, poozer!

Mientras creaba un escudo de luz verde desde el suelo para intentar defenderse de los azotes de Kilowog, Hal pensó en la gente que lo extrañaría. Sus hermanos y su mamá, tal vez. Carol, sin duda. ¿Y quién más? No muchos.

Kilowog destruyó el escudo que Hal construyó, pero éste usó los pedazos de luz que quedaron para lanzarlos convertidos en mini-misiles a los ojos de Kilowog. El bolovaxiano los evitó haciéndose hacia atrás; sus ojos echaron chispas y expulsó dos hilos de vapor de la nariz de lo enfurecido que estaba, como en una caricatura. Hal aprovechó para limpiarse los restos de sangre en su barbilla.

-¿Cómo diablos...?

-¿Sorprendido? Vamos, podría usar todo el día para seguirte sorprendiendo, pero estoy con prisa de ir a la Tierra – le repitió el humano –

-¡Que no estás listo, poozer! Tu predecesor protegía el sector donde está tu mísero planeta, pero nada indica que no puedan cambiarte si te requieren en otro lado. También puede ocurrir que no seas lo suficientemente bueno para cuidar el sector entero, y si es así, te regresarán a tu choza.

-¿Qué tan difícil puede ser? Es el 2814, ¿no? Es solo un sector con nueve planetas. ¿O eran ocho? Ya no recuerdo bien. ¿Eran diez? ¿Plutón contaba o no?

-¿Seguro? – Kilowog le habló al anillo en su dedo – ¡Anillo! ¿Cuántos planetas habitados hay en el sector 2814?

[Hay 1.508 planetas habitados en el sector 2814, Lantern Kilowog.]

-¿Ves? Lo mejor que puedes hacer es pedirle a Greet un plato especial con una receta de tu planeta; por ahora, es lo más cerca que estarás.

-No voy como protector o policía, sino porque es mi hogar. ¿Acaso tú no harías lo mismo con tu planeta si llevaras tres semanas sin ir allá? – le reprocho el humano –

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora