EL DIA DE LA LIBERACION

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Hace más de veinte años...

Bruce Wayne estaba finalmente en casa.

Pasó la noche del 11 de Marzo de 1999 caminando por las calles de Gotham City. Era incluso peor de lo que recordaba; era el Infierno en la Tierra. Los matones de Robinson Park lo midieron como un trozo de carne. Escuchó las súplicas y las amenazas poco entusiastas de los desventurados vagabundos del Finger Memorial. Pasó por encima de la masa de cuerpos dormidos frente a la abarrotada Misión Sprang. Finalmente, llegó a lo peor: el notorio East End.

Las luces de neón de los hoteles, sex-shops, antros y clubes de striptease iluminaban su entorno. El aire estaba denso con el aroma del humo de cigarrillos, hierba, alcohol y perfume. Mujeres escasamente vestidas se les insinuaban a los hombres con promesas de noches que nunca olvidarían.

El multimillonario Bruce Wayne era la última persona que alguien esperaría ver en el East End, y quería que siguiera siendo así. Estaba disfrazado de vagabundo con una profunda cicatriz falsa que le recorría la mejilla izquierda, al igual que traía un gorro y una chamarra militar de color verde. Estaba en territorio enemigo, impulsado por una sed insaciable de salvar su ciudad; para proteger a los inocentes de aquellos que les harían daño.

Bruce necesitaba elegir sus objetivos con cuidado. Estaba buscando a los mafiosos que dirigían el East End cuando vio a un hombre bien vestido de unos 60 años con un traje gris y corbata en la entrada del Hotel Edwards. Observó al hombre hasta que fue interrumpido por una tímida voz femenina.

-Hola, guapo. Parece que te vendría bien un poco de diversión.

Bruce se giró, y lo primero que capto su vista fue a una mujer joven y rubia con un vestido de terciopelo color burdeos. Supuso que ella estaba en su adolescencia. La entrega tentativa de sus palabras y el tímido lenguaje corporal dejaron pocas dudas de que era nueva en la profesión más antigua del mundo.

-¿Cuántos años tienes? – preguntó Bruce con desconfianza –

-Tan joven como quieras que sea – respondió la rubia con una sonrisa tímida –

De repente, el hombre de traje gris se paró frente a Bruce y agarró bruscamente los brazos de la mujer.

-Estúpida. ¡Todo eso estuvo mal, Jeannie! ¡Lo estás haciendo mal! – gritó furiosamente el proxeneta –

-Malkie... hice lo que me dijiste. Tal como lo mostraste – suplicó ella –

-¡Pero tienes que saber quiénes quieren lo que tienes!

La mano izquierda de Bruce salió disparada y agarró el hombro izquierdo del proxeneta con fuerza.

-Has terminado con ella – advirtió el justiciero con severidad –

Mientras tanto, una joven de dieciocho años llamada Selina Kyle salió por la entrada de un hotel cercano después de realizar otra estafa exitosa mientras "trabajaba". Guardó el teléfono celular y la billetera de su "victima" en el bolso después de atarlo a la cama. Iba de camino a gastar el dinero con Jeannie cuando escuchó a Malkie gritarle a un vagabundo. Una sonrisa se formó en sus labios. Odiaba cómo Malkie trataba a las mujeres del East End y en secreto esperaba que el extraño le diera lo que se merecía: una buena patada en el culo a la antigua. Consideró hacerlo ella misma muchas veces, pero temía que Jeannie sufriera el castigo de Malkie.

Observó a Malkie sacar un cuchillo de su bolsillo trasero y golpear salvajemente al forastero. Prácticamente podía sentir la creciente frustración de Malkie con cada golpe tan torpe. Era como ver a un niño pelear contra un hombre adulto. Hubo un intento de apuñalamiento fallido cuando el hombre misterioso agarró el brazo derecho de Malkie. Selina pudo escuchar el "CRACK" de su codo destrozado, seguido de un grito inhumano que silenció el repiqueteo del cuchillo que cayó de su mano a la calle. El extraño le dio una patada lateral en el pecho a Malkie y lo envió volando. Un momento después, yacía inconsciente en el pavimento.

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora